“Elogio de la Rebelión”; entrevista al cineasta Fernando Krichmar Porto

16ª Muestra DOCA 2025
“Elogio de la Rebelión, cine y contrainformación en las luchas populares” es la más reciente película del cineasta argentino Fernando Krichmar Porto, quien antes de presentarla en Buenos Aires hizo una gira por algunas de las principales ciudades europeas, terminándola en Barcelona.
El filme no sólo analiza los hechos que condujeron al país hacia el caos de diciembre del año 2001, sino que también pone rostro y voz a algunos de los documentalistas y fotógrafos que más se esforzaron por ofrecer un tipo de enfoque, pues tanto mujeres como hombres estuvieron muy atentos para conseguir captar uno de los lados de la información que normalmente se oculta a través de los medios aquí llamados hegemónicos.
Que el neoliberalismo menemista provocó el resurgimiento del cine documental argentino es algo que se constata a través del visionado de algunas películas de la época.
El documental comienza con una mención inicial a tres figuras esenciales del documentalismo en Argentina, como son Fernando Birri, Fernando “Pino” Solanas y Raymundo Gleyzer; además de otros exiliados como Octavio Getino, Jorge Denti, Nerio Barberis y Juana Sapire.
No por casualidad, “Elogio de la Rebelión” cita en primer lugar el mediometraje “Después de la siesta” (1992), pues fue en las provincias donde inicialmente se sufrieron las consecuencias de las decisiones privatizadoras del gobierno de Menem. El cine piquetero fue acompañando todo ese proceso hasta el estallido de 2001, aun cuando se le trataba de estigmatizar desde la Academia y los grandes medios.
También hubo películas como “El rostro de la dignidad” (2002) en la cual, según nos cuenta Fernando Krichmar, “había una clara convicción de poner las cámaras del lado de los que se revelaban y no del lado de los que reprimían o ejecutaban la represión, como es la normal posición del periodismo empresarial, que de hecho son trabajadores que van y quieren estar a resguardo de cualquier posibilidad física de sufrir la represión. Entonces una de las cosas que dice ahí uno de los entrevistados es que lo notable es el punto de vista, la cámara apuntando a la policía y no detrás de la policía, en estas situaciones que generalmente como buen movimiento de resistencia, terminaban con represiones, más sangrientas o menos sangrientas, pero siempre con el poder del Estado tratando de acallar los reclamos”.
Más adelante de aquellas fechas tan trágicas, el movimiento documentalista se profesionalizó y organizó, dando lugar a la creación de DOCA (Documentalistas de Argentina), que gestiona los apoyos económicos, promueve la producción continua de documentales, y organiza una muestra anual en la cual se proyectan los filmes más recientes. Este año mucha gente se conmovió por la agresión policial al fotógrafo Pablo Grillo mientras tomaba imágenes de la represión a los jubilados y hay un colectivo de jóvenes que se denomina Mapa de la Policía que consiguieron identificar al agente agresor a través de un software que analizó distintas grabaciones caseras y no caseras.
Tecnología y redes sociales
Pero la llegada primero de las cintas magnéticas y más tarde de los dispositivos de almacenamiento digital logró democratizar el cine y las artes audiovisuales. Fernando Krichmar comenta lo siguiente a Cinestel con respecto a este tema: “Si vos ves, por ejemplo, los pocos escritos que escribió Gleyzer antes de su desaparición, en uno de ellos tenía tremenda expectativa en la posibilidad de la generalización del video, que todavía no existía en los 70. Ellos tenían que filmar en fílmico, tenían que editar, tenían que montar y revelar; todo un proceso que era larguísimo, y nosotros teníamos todo prácticamente a mano ya a partir del momento en que filmábamos todos los materiales”.
“Entonces, si bien no tenía la misma definición que el cine o el beta, que era el que se usaba en ese momento en las televisoras, por lo menos podíamos dar una respuesta y una visibilización de las cosas. Además, utilizando técnicas cinematográficas y posibilidades que daban esas mismas cámaras amateurs, intentábamos por lo menos contrarrestar la gran diferencia tecnológica que había, aprovechando todos los vericuetos técnicos que tenían esos equipos”.
“A partir de ahí se hicieron películas que al día de hoy se pueden ver con bastante definición. De hecho hay un archivo de todas esas películas del cine piquetero y no queda tan mal parado, por lo menos en las exhibiciones que hemos hecho hasta ahora en Londres, en Barcelona y en distintos lugares; se ve bastante bien dentro de todo. Aun así, por supuesto que es un límite respecto de la tecnología que usaban en ese momento los medios empresariales”.

Fernando Krichmar Porto durante la presentación en Barcelona de “Elogio de la Rebelión”
– Con respecto a las redes sociales, es llamativa la tendencia actual de los mass media de criminalizar a esas plataformas. Algo así como si alguien se hubiera quejado hace tiempo de que determinado tipo de personas hablaban a través del teléfono fijo de línea y pidiera que se suprimiera, o que se solicitara eliminar una ruta (carretera) por el hecho de que alguna vez circularon traficantes de algo ilegal por ella.
Krichmar Porto ve partes positivas y partes negativas en el despliegue de esas redes: “La parte positiva es la hiperconexión, pero también hay una parte negativa. Todas las plataformas en las cuales están basadas las redes sociales tienen dueños. Y esos dueños tienen intereses incluso mucho más jodidos de los que tenían los medios. O sea, tarde o temprano se convierten en instrumentos de subjetivación mucho más poderosos que lo que en su momento fueron los medios, porque en general tienen a la gente en la pava del TikTok o el videíto estúpido y además ponen mucho énfasis en la cuestión de la inteligencia artificial y las fake news, pero ponen en un lugar muy relativo la cuestión de la lucha por la verdad”.
“Las redes sociales se convierten también en una multiplicación de discursos, algunos con fundamentación, otros sin ninguna justificación, pero que tal vez pueden ser un poco más atractivos y se generan, qué sé yo, movimientos antivacunas, movimientos geocéntricos, o que niegan, digamos, el genocidio nazi o el genocidio acá en Argentina, o sea, todo eso también es un efecto de los medios. O sea, no solo pueden generar algún tipo de democratización o de visualización de la resistencia, sino también pueden generar efectos muy reaccionarios y sobre todo muy de tomar como una verdad revelada cualquier cosa que aparece en internet”.
“Es lo que a nosotros nos pasaba en aquella época con la televisión. Si yo lo escuché en la televisión, era como decir ¡Es la verdad! Y la verdad siempre es una disputa,… La verdad, la normalidad, todo ese tipo de conceptos son conceptos que tienen que ver con la lucha de clases. Y en este sentido, hubo uno de esos grandes dueños, no me acuerdo cuál, que dijo: ¡La lucha de clases existe y la estamos ganando! Se la están ganando ellos. Entonces, un poco lo que nosotros queríamos establecer con algunas de estas películas que se muestran ahí es eso, que la lucha de clases sigue existiendo y que hay que asumirla y tener nuestras propias verdades y nuestro propio punto de vista”.
La camaleónica Patricia Bullrich
– En algún momento de “Elogio de la Rebelión” también aparece Patricia Bullrich en unas declaraciones tomadas hace mucho tiempo y le preguntamos a Fernando Krichmar acerca de esta mujer camaleónica, posiblemente merecedora de un concienzudo estudio psicológico: “Patricia Bullrich empezó como guerrillera montonera en los años 70, pasó por unos seis, siete, ocho partidos y se acomoda hoy en día más afín a su pertenencia de clase, porque es una señora que viene de las grandes clases oligárquicas argentinas, que tuvo su veranito guerrillero en los 70 cuando era algo que estaba a la moda, pero evidentemente sí, es una persona tremendamente traidora; aunque no es ella sola, sino que es todo un sistema político que un poco también decepciona a la gente, en el sentido de que yo creo que si tiene alguna explicación el fenómeno de Milei es el desencanto generado por esta clase política camaleónica, como vos planteás, y así refuerzan esta idea de que venga uno que rompa todo; por eso lo han votado a este sujeto despreciable, que paradójicamente también es parte de la casta, como él dice, pero que trata de endilgárselo a los demás y, evidentemente, se ha rodeado de lo peorcito de la política doméstica y mundial también”.
Argentina Arde y fotografía
– Pero no sólo DOCA ha sido un elemento decisivo a la hora de dar a conocer enfoques distintos, sino que también existió Argentina Arde, que se creó diez o quince días después del estallido del corralito y pocos días antes de la renuncia y huida en helicóptero del presidente De la Rúa. En aquel entonces había marchas tanto a Plaza de Mayo para pedir la renuncia de Dualde, -el recambio de De la Rúa que no estaba legitimado por la urnas-, como a Tribunales para pedir la renuncia de los magistrados de la Corte Suprema que habían avalado aquellas políticas neoliberales.
En ese momento, las treinta o cuarenta personas que conformaban el grupo de cine piquetero repartieron un volante a todos aquellos que tenían una cámara en sus manos para convocarlos a una asamblea a la que llegaron más de doscientas personas. Una de ellas fue la fotógrafa Paloma García de Alessandría, quien en “Elogio de la Rebelión” detalla cuál fue la sucesión de acontecimientos que vivió en aquellas semanas, cuando el colectivo Argentina Arde tomó forma y “duró como dos años. Tenía su comisión de fotografía, -explica Krichmar- en la cual Paloma era uno de los miembros destacados, pero había otros, porque lo notable además fue que también en esa asamblea de medios cayeron muchos tipos que trabajaban en la televisión. Es como si vos convocás a alguien y te cae gente de Antena 3 o de las cadenas importantes de España, que venían con la idea de poder mostrar lo suyo sin pasar por el tamiz editorial de sus medios”.
“Aquellos fotógrafos fueron claves en el esclarecimiento del asesinato de Kosteki y Santillana (dos manifestantes), y muchos de ellos participaban de Argentina Arde. Hicimos muchos materiales en video y en fotos sobre todos esos procesos que realmente muchos de ellos aparecen en el material que vemos en el film, pero el caso de Paloma es paradigmático”.
“Ese colectivo que se llamó Argentina Arde, retomando el nombre de una experiencia de los 70 de arte conceptual que se llamó Tucumán Arde de un grupo de artistas conceptuales que denunciaron la situación de miseria en la provincia de Tucumán, en el interior. Incluso invitamos a algunos de esta gente que ya eran mayores, a dar su testimonio, y fue un colectivo que funcionó muy bien con tres comisiones, de foto, de video y de periodismo, que sacaba un periódico que se vendía por miles y miles. Y lo mismo en el caso de nuestros materiales, de tener una o dos proyecciones por mes, pasamos a tener ocho por día y tener que dividirnos”.
“Todo esto se dio en un momento de tremenda depresión social porque habían decretado el corralito, que era esto de que vos no podías sacar tu dinero del banco, que después lo pudiste sacar pero con una devaluación. Es como si vos tenés 100.000 euros en el banco y te dicen no los podés sacar, y cuando te lo dejan sacar ya son 30.000, no 100.000. Entonces, había mucha depresión social y el único lugar que estaba lleno era éste, porque justamente la gente ya estaba muy lejos de cualquier posibilidad de bancarización y qué sé yo, y estaba con un nivel de combatividad fuerte”.
“Así que llegamos bien desde el ángulo organizativo a ese estallido y yo creo que ese movimiento cambió un poco toda la dinámica del documentalismo en Argentina, porque a partir de eso nos organizamos, hicimos DOCA, justamente esta muestra es de DOCA, que es documentalistas de Argentina, que al principio se llamaba documentalistas argentinos, pero como hay mayoría de mujeres, las compañeras nos obligaron a cambiarle el nombre por documentalistas de Argentina, evitando la cuestión genérica ahí”.
“A partir de la lucha de DOCA se generaron apoyos estatales desde el Instituto Nacional de Cine al cine documental, con lo cual yo diría que desde el 2006-2007, hasta el año pasado por lo menos, se produjeron unos 100 o 150 documentales por año, hechos con cierto apoyo estatal. Eran pequeñas subvenciones, pero por lo menos evitábamos tener que ir con esos equipamientos semiprofesionales con los que filmábamos en los 90 y un poco pidiéndoles favores a todo el mundo”.
“Ahora realmente pudimos más o menos profesionalizar la actividad y creo que hubo en ese sentido un florecimiento del cine documental. No porque todos esos cien documentales por año fueran buenos, pero sí porque se da algo que en cualquier actividad se puede constatar, que es la conversión de la cantidad en calidad, que es algo que, justamente ahora en nuestra visita a Cataluña pudimos verificar, donde por ejemplo, en el ámbito deportivo, en cada pequeño barrio o pueblo hay una canchita de fútbol chica y una canchita de fútbol grande y un club bancado por el municipio, y eso evidentemente redunda en la cantidad de futbolistas que están saliendo en Cataluña, eso es evidente, y así como se da en el fútbol, se da en cualquier otra actividad.
Nosotros logramos que el Estado medianamente apoye en algo a este movimiento de cine documental que estaba por fuera de todo eso. Y bueno, ahí fue que más o menos creo que se pegó un salto desde lo narrativo y desde las ideas, por lo menos en algunos compañeros”.
©José Luis García/Cinestel.com