Filmoteca de Catalunya: Sylvette Baudrot y el oficio de script
La Filmoteca de Catalunya acogió una conferencia y una presentación a cargo de la renombrada profesional francesa del script cinematográfico, Sylvette Baudrot, quien a sus 87 años de edad todavía hoy está siendo consultada por numerosos productores de cine a la hora de planificar la continuidad del guión y del rodaje en sus nuevas películas. Baudrot es un personaje fascinante y mítico, pero al mismo tiempo poco conocido ante la poca relevancia pública que se le suele dar a un oficio como el suyo, tan fundamental en el cine. Ella ha sido la persona de confianza de cineastas como Alain Resnais, Jacques Tati, Constatin Costa-Gavras, Alfred Hitchcock, Vincent Minnelli, Preston Sturges, Louis Malle, Roman Polanski o Pierre Étaix por sólo citar a los célebres. También presentó el film de Resnais «Pas sur la bouche» (2003).
¿En qué consiste el oficio de script? Pues es la persona encargada de supervisar la coherencia técnica y artística del proyecto, es decir, que todo encaje antes, durante y después de la filmación, de tal modo que el hilo temporal en el que se narra la historia no experimente ningún salto de continuidad a ojos del espectador.
Las materias que abarca este trabajo son amplísimas, desde numerar las secuencias y planos de manera correcta para que el montador final no se haga un lío, hasta la acción de los actores, sus diálogos, su aspecto físico, o la colocación correcta del decorado. Recordemos que muchas veces, por motivos de organización e incluso económicos, las secuencias se ruedan o graban en un orden diferente al de la narración, inclusive alguna vez los planos que vemos en una película dentro de una misma escena han sido rodados en días diferentes. La script o secretaria de rodaje tiene que controlar también que todo tenga conexión y congruencia: el afeitado del actor, la corbata azul que no puede aparecer de repente verde en la misma escena, el peinado de los actores, o ese vaso con un poso de vino que no puede estar luego vacío y más tarde lleno en un mismo diálogo como por arte de magia.
Otro aspecto importantísimo es controlar el raccord emocional de los actores según avanza la trama. Un salto injustificado en las emociones de cualquier personaje no contemplado en el guión, tendría consecuencias muy negativas porque podría cambiar totalmente lo esencial de la historia. Esa relación anímica entre los distintos personajes y su desarrollo en la progresión argumental, en ningún caso se puede descuidar porque seguramente podría invalidar por completo la película.
En el terreno estrictamente técnico, el minutaje, la equivalencia de los encuadres para que éstos se correspondan en los distintos planos, las lentes que se emplean en la cámara, el control sobre si el metraje de película que queda o la memoria de una tarjeta digital es suficiente para acabar el plano, y el marcaje de las tomas que el director o directora elige como buenas para reportarlas en el parte de montaje y mandar a digitalizarlas o positivarlas, son esas tareas tan sensibles del trabajo del script, a quien siempre se llamó secretaria de rodaje por ser mujeres las que mayormente lo han desempeñado.
Sylvette Baudrot comenzó en el oficio durante el año 1948. No había pasado la prueba de ingreso en la escuela pública francesa IDHEC, hoy llamada Fémis, pero pudo entrar a las clases como oyente libre. Más tarde, cuando logró acceder al oficio gracias a la experiencia adquirida, dudó entre ser montadora o script, pero como no quería quedarse encerrada en una sala con los directores, prefirió el segundo de ellos en su interés por ser útil para todos los integrantes de una película. Con cuatro prácticas, tres trabajos como script y un montaje, obtuvo el carnet profesional que entonces se extendía y que hoy en día ya no es necesario.
Con la finalidad de no ser captada por la cámara, Baudrot tenía, como es habitual en su oficio, que esconderse muchas veces en los sitios más inverosímiles para poder controlar lo que pasaba en un rodaje. Actualmente hay en Francia entre 250 y 300 profesionales del script, pero en su época eran unas 45, de las que sólo 5 hablaban inglés, el motivo principal por el cual Baudrot comenzó a ser muy cotizada en los rodajes de directores franceses fuera de Francia y de americanos e ingleses en el país galo.
La veterana script tiene publicado un libro en el que explica muchas anécdotas, algunas de las cuales contó en su conferencia de Barcelona, desde que trabajó en la única película en la que Gene Kelly no bailaba y el actor se ofreció a complacer su relativa frustración haciendo unos pasos de baile en exclusiva para ella, lo detallado que era Costa-Gravras con sus escenarios, las similitudes en la forma de trabajar entre Tati y Polanski a la hora de ensayar escenas con dobles de los actores, y la dificultad de haber trabajado con la «infernal» Elizabeth Taylor.
Sylvette Baudrot tiene muy claro que el cine es un trabajo en equipo, en el que ella ha sido una parte más que a la hora de preminutar el guión tenía que dilucidar cosas tan dispares como tener en cuenta la época en la que estaba basada una película para establecer cuánto podría durar una escena donde en el texto ponía «él la desnuda a ella». En un filme basado hace siglos, esa secuencia podía durar muchos minutos. Cuando hay diálogos, la estimación del tiempo suele ser más fácil de hacer, aunque las películas que asegura que más le han costado de llevar a buen término son las que contienen numerosos flashbacks, como puede ser «Je t’aime, je t’aime» (1968) de Alain Resnais.
Y precisamente de Resnais, la anciana script eligió el film «Pas sur la bouche» (En la boca no) (2003), una estupenda comedia musical de época, para presentarla en la Filmoteca de Catalunya. La película entra en temas como el fracaso matrimonial, el deseo y la desesperación, dentro de una especie de amores cruzados que fluyen entre los personajes que encarnan actores como Sabine Azéma, Audrey Tatou, Pierre Arditi, Isabelle Nanty y Lambert Wilson. Relaciones amorosas, felicidad conyugal y posibles amantes confluyen en un final catártico con el poder de unos decorados admirables, en un filme adaptado de la opereta homónima de André Barde y Maurice Yvain. Resnais insistió en que sus actores cantaran las canciones de la película aunque no tuvieran especiales dotes para ello, y el resultado es más que notable.
©José Luis García/Cinestel.com