“Partió de mí un barco llevándome”, de Cecilia Kang (entrevista)

Estreno en Buenos Aires
Melanie Chong es una actriz argentino-coreana a quien el hecho de tener que interpretar un monólogo basado en el testimonio real de una “comfort woman” de Corea le provoca una gran conmoción interior, pues a priori ella no sabía absolutamente nada acerca de aquellas mujeres que en el país de sus ancestros fueron utilizadas como esclavas sexuales por el Ejército Japonés, y hasta el día de hoy son ignoradas por la sociedad.
Bajo ese trasfondo, “Partió de mí un barco llevándome” lleva el sello de su directora Cecilia Kang, una profesional argentina todoterreno cuya ópera prima en largometraje fue “Mi último fracaso” (2016), al tiempo que nos propone una reflexión alrededor de un tema mucho más común de lo que parece: las contradicciones personales que los hijos de los migrantes encuentran a la hora de revisitar los lugares donde nacieron sus viejos.
El disparador de esta interesante historia contada en formato documental fue un viaje que la realizadora hizo a Corea en el año 2013, en el transcurso del cual asistió a una conferencia de la anciana Kim Bok-dong, una sobreviviente de aquellos terribles abusos que con 15 años de edad fue obligada a subir a un barco hacia un destino no elegido, donde durante un tiempo interminable la violaron más de veinte veces al día: “Habló de la culpa que sintió cuando finalmente pudo regresar a su casa, pero otras no. Y de la vergüenza infligida por una sociedad hacia ella, que la hizo callar hasta los 60 años. Su testimonio me impactó, porque personalmente no conocía nada sobre esta porción de la Historia.” -explica Cecilia-.
La madre de Kang, perteneciente a la generación de posguerra, sí que tenía referencias acerca de ese pasado doloroso de muchas otras mujeres, pero no solía hablar de ello. Además se da el hecho de que Japón todavía a fecha de hoy no ha pedido disculpas por los daños que infligieron sus militares.
“La película parte de la idea de cómo poder traer al presente ese hecho tan atroz del pasado, -nos cuenta la directora-. Y la única forma posible que encontré de hacerlo era justamente ésa, desde el lugar donde pertenezco y siendo quien soy, una mujer joven de la comunidad coreana en la Argentina, preguntándome qué nos pasa a nosotras cuando sacamos a relucir un tema como ése. Inevitablemente no nos queda otra que hablar de nuestras propias construcciones identitarias con esta dualidad cultural con la que vivimos y que está llena de contradicciones, pues unas veces hay luminosidades y otras nos encontramos con complejidades más oscuras, como puede ser sentirse ajena en un lugar donde no te reconocen, como es el caso de la protagonista, Melanie, cuando llega a Corea.”
“Ella es la segunda vez que viajaba en su vida y obviamente para los hijos de inmigrantes como Melanie y yo, siempre es un shock cultural, pues llegás a un lugar donde físicamente sos igual a todes, pero de repente ves las idiosincrasias distintas, el idioma, los mínimos gestos diarios, y te das cuenta que sos extranjera de ese lugar. Así que lo que pasa cuando suceden esas cosas es un poco lo que toca la película”.
“Igualmente hubo algo que también me pasó cuando filmé mi primer largometraje documental, “Mi último fracaso”, pues mi objetivo quizás era hablar de esas diferencias, pero el tema es que a medida que iba haciendo estas dos películas, yo al menos me doy cuenta personalmente que es muy difícil para mí mantener las distancias, porque no quiero ponerme en un lugar donde juzgo tanto personas de una comunidad como la de otra, ya que justamente a medida que vas avanzando en esta clase de proyectos y conociendo a las personas que participan en las películas, una entiende que son justamente vidas, son condiciones humanas y, en este caso, frente al desarraigo, siendo personas migrantes, es muy difícil no cuestionar si alguna diferencia es buena o mala y ponerlo en esos términos, porque lo que nos pasa es que vivimos y tenemos que tomar ciertas decisiones que tienen consecuencias y eso es lo que nos hace quienes somos. Al final es lo que a mí me devuelven las películas que hago”.

Cecilia Kang, directora de la película “Partió de mí un barco llevándome”
– Es muy interesante el proceso que lleva Melanie en la película, tanto en el ámbito familiar con su madre -por cierto, el papá no sale-, y sobre todo el hermano, quien para mí está, queriéndolo expresamente o no, intentando regresar a los orígenes familiares con mucho respeto y subrayando así su evidente proximidad a esa otra cultura. ¿Fue esa tu idea desde un principio?
El vínculo que tiene Melanie con su hermano es muy especial porque ambos están muy unidos en una película atravesada por esta cuestión nostálgica de la distancia, porque ella vive en Argentina y el hermano vive ahora en Corea del Sur. Y si bien Melanie viaja a Corea para conocer un poco mejor la historia de estas mujeres, también viaja para ver a su familiar más directo. Es una oportunidad que tiene ella para reencontrarse con él, para reconectar; y yo creo que de alguna forma la protagonista se siente contenta y en paz por ver al hermano feliz, pues es alguien que supo construir una vida allá en las antípodas de acá, donde encontró en sus orígenes justamente el lugar que quería y el amor de su vida.
Las razones del hermano, en la película no las exploramos porque esa sería otra película, otro proyecto, pero lo que yo veo es que toda esta historia está enfocada en Melanie Chong, en su vida y cómo ella atraviesa su día a día, con esa capacidad transformativa que ella tiene con sus vínculos, con las cosas que ella vivió y las cosas que ella hace. Eso es algo que a mí me sorprende y me genera admiración, porque a pesar de vivir tantos dolores, en vez de convertirse en una persona resentida, se transforma en alguien más generosa y empática, porque escucha y entiende.
– “Partió de mí un barco llevándome” ganó un premio en el Concurso Federal Incubadora para el Desarrollo de proyectos documentales del INCAA, un género al que los actuales miembros de la gestión del Instituto parece que no quieren dar demasiados apoyos, pese a que documenta aspectos inherentes a la cultura del país.
Totalmente; eso es algo que yo siempre remarco. Es importante defender el cine de cualquier parte del mundo, pero en especial, si hablo de mi país, para mí es importante defender el cine que hacemos acá porque es parte de nuestra identidad y es una obra hermosa que nos da la posibilidad de mostrar quiénes somos y de poder guardar eso en la Historia del país, para que en el futuro, otras generaciones, no sólo de nuestro territorio sino de otras partes del mundo, puedan saber de qué trata la Argentina y más especialmente los documentales que, como vos decís, muchas veces está fuera de eje o no se consideran como películas, o se piensa que son proyectos menores, cuando es todo lo contrario.
El documental tiene la cualidad de mostrar una porción de realidad que va a quedar registrada y que después en la Historia uno va a poder volver a esas imágenes, a esos lugares y a esas personas y personajes que de otra forma sería más difícil que conocieran. Por eso es tan importante poder defender estos espacios y este tipo de producciones.
– Algo importante de resaltar es que las actuales autoridades del INCAA, con su presidente a la cabeza que nunca tuvo antes un contacto con el mundo del séptimo arte, han ignorado el hecho de que la industria del cine nunca para, no se puede detener, y que toda la gente con trabajo en el sector está siempre en constante movimiento laboral. Un buen ejemplo es tu carrera, porque yo suelo leer todos los créditos finales de las películas y muchas veces te he visto involucrada en distintos roles dentro de diferentes producciones. Así que seguimos en esa lucha, a pesar de las dificultades, ¿no es cierto?
Totalmente, estoy completamente de acuerdo. Ahora el INCAA está pasando por una situación bastante crítica, pero yo por ejemplo, en el caso de este documental, si no hubiera sido a partir de la ayuda del Instituto con el subsidio de Vías Digitales que tuvimos, esta película no hubiera sido posible, y tampoco Corea del Sur nos hubiera financiado a través de la Seoul Film Commision sin un aval inicial del INCAA, que a su vez es un organismo que es internacionalmente conocido, así que son instituciones que hay que realmente defender porque generan trabajo.
Si a un gobierno el discurso de la cultura o el arte les parece impráctico, debería de pensarlo desde el punto de vista económico, porque el cine genera un montón de trabajo interno y externo, genera inversiones en el país, y sería muy estúpido dejarlo de lado sabiendo que justamente en el mundo en el que vivimos, lo audiovisual es lo que más básicamente guía y maneja todo. Y en ese área las películas están en un lugar muy estratégico y jerárquico.
– Has hecho ya dos largos documentales que tienen algún tipo de relación con Corea, pero ¿te atreverías a armar una ficción que también tuviera algo que ver con ese país en el cual nacieron tus ancestros?
Sí, de hecho lo estoy haciendo porque ya hace varios años que vengo trabajando en un proyecto de ficción, que será mi primera película en ese campo. Se va a llamar “Hijo Mayor” y ya tiene varios años de desarrollo, así que a pesar de todo el clima catastrófico que estamos viviendo en nuestro país, vamos a hacer todo lo posible para filmarla este año.
Se trata de un proyecto muy personal, porque es una ficción sobre la historia de un hombre de Corea del Sur que decide irse de su país y termina en la Argentina, trayendo a toda su familia. Por eso es una historia que habla de las consecuencias de cuando una persona decide no seguir el camino esperado, sino que opta por otro camino; qué es lo que se pierde y qué es lo que se gana.
©José Luis García/Cinestel.com