“Después del final”, el regreso de Pablo César a la gran pantalla

Estreno en Buenos Aires
Hija de un librero andaluz, de Granada para más datos, Luz Fernández del Castillo atesora una vasta experiencia en el mundo artístico de la ciudad de Buenos Aires, donde sigue siendo una indiscutible agitadora cultural.
El cineasta Pablo César la acaba de llevar a la gran pantalla del cine en una película de ficción, donde ella actúa por primera vez frente a las cámaras.
“Después del final” retrata de una manera cercana la vida y los sentimientos de esta distinguida pintora, escritora y galerista de Argentina.
En el reparto del film destacan Héctor Bidonde, Eleonora Wexler, Natalia Cociuffo, Lisandro Carret, Alejandro Botto y Jesica Jurberg.
Centrado en el presente, el relato es también un repaso a la trayectoria vital de su protagonista.
Del Castillo aquí interpreta a Gloria, su alter-ego y segundo nombre, una mujer que ya ha llegado a los 86 años considerando que esa es la época más oscura de su vida, y que inicia una especie de reflexión acerca de los caminos que ha transitado prácticamente desde que nació. La soledad, el abandono y los abusos en la infancia son algunos de los traumas que ella todavía tiene presentes y que aquí descifra con o a través de otros actores y actrices conocidos. El realizador habló con Luz para proponerle este film tras haberla oído recitar unos versos de Lorca con un acento parecido al español de Andalucía, luego de que ella rechazara la idea de actuar en un café concert.

Pablo César, director de “Después del final”
Pablo César utiliza en el film flashbacks en blanco y negro para referirse al pasado, mientras que las imágenes del presente se muestran en color, con escenas que fueron tan importantes en la vida de Luz como el momento en que su esposo, a la edad de 80 años, decide abandonarla y marcharse a vivir a Guatemala.
“Y de hecho él sigue allá -nos dice el director-, tienen un contacto, se hablan y se han visto, pero él dijo que se quería ir allá y se fue. Así que los últimos años los han pasado de esa manera, separados en dos países. Por eso fue muy importante que ella pudiera interpretar ese momento con el actor Héctor Bidonde, que hace un tiempo falleció, y que no es una escena fácil para cualquiera”.
– Hay dos cosas que sobresalen de lo que Luz dice en la película, o Gloria, como quieras llamarla, que son para mí que el primer amor nunca se olvida. Eso para empezar. Pero después ya se entra en lo que son los temores a la muerte y temas por el estilo. Eso sí, ella siempre utiliza lo que se llama el sutil manejo de la ambigüedad para hablar de las cosas. Y para mí la gran importancia que esta mujer tiene es la manera en que transmite los sentimientos y las ideas, como sugiriéndolos, precisamente. ¿Eso fue lo que te atrajo de ella?
Sí, me sentí atraído por muchas cosas de ella. Primero, por los recitados, que como podrás haber presenciado en la película, tienen como semitonos, no son declamaciones exageradas, sino que ella le encuentra el tono sonoro a cada palabra, y eso a mí me impactó mucho. He escuchado muy poca gente en mi vida que me haya conmovido así como cuando ella habla o recita o lee un texto. Hay, por supuesto, más gente en el planeta que lo hace, pero en este caso fue eso lo que más me gustó. Y después la entrega que ella dio para contar cosas muy íntimas de su vida y de su presente, porque tal vez el tema de los abusos, que son tremendos, ya hoy, por suerte, la humanidad está saliendo de un cascarón y la gente puede verbalizarlo, decir «me pasó esto» tal vez cuarenta años después, pero ella nunca tuvo reparos en contarlo.
Y es que Luz tuvo muchos problemas durante toda su vida, porque ella se desarrolló muy de joven, muy de niña. A los 12 años ya medía 90-58-90; algo así. Y ya tenía que vestirse como una mujer, no como una niña, porque tengamos en cuenta que ella nació en 1935, así que estamos hablando de que en el año 50, cuando tenía 15 años, ya era una súper mujer. De hecho quisieron llevarla al cine los hermanos Carrera y el padre les dijo: «No, mi hija no es una prostituta». Son las cosas que ocurrían.
También hubo mucha gente que le ofreció participar, como aquel gran director de cine español que fue Carlos Saura y que una vez le dijo: “Tienes voz de sombra de duende lorquiano”. Así que ella conoció el mundo de los artistas muy de niña, muchos españoles, porque todo lo que está en la película fue así. Ella conoció al guitarrista Esteban de Sanlúcar, al chico que cantaba también, y al bailarín, todo un grupo de artistas que fueron importantes para Luz durante su adolescencia y su infancia, prácticamente. Entonces ella se educó en eso. De hecho, el viaje que nuestra protagonista hace con el padre a la Rábita (Granada), aunque se filmó en una casa andaluza en Buenos Aires, lo hemos respetado tal cual fue. Todo lo que está en la película es autobiográfico.
– Sí, porque en la película se habla de militares que se llevan a Malena y al chico que salía con ella, se habla de los pioneros en la creación de un nuevo distrito artístico en Buenos Aires… Es todo histórico, todo lo que ella ha atravesado. Y circunstancias, por lo que veo, algunas bastante difíciles y complicadas las que pasó.
Sí, efectivamente. Su amiga Malena murió en el hospital dos días antes. Se enteró de que el médico no solamente había estado con su hija en un campo de concentración, sino que ella había muerto en los brazos de él. Esto estaba Luz presente en el momento que ella contó la historia. No lo podía creer. Ésa es la historia de Luz.
– Y lo que yo me preguntaba mientras veía la película era si, ya que se menciona a Jorge Luis Borges y Federico García Lorca, el punto de tragedia o de drama que pueden tener sus obras, es algo que Luz pueda tener muy en cuenta.
Yo creo que sí, porque ella se ha vinculado mucho con esos autores y con esos textos tan dramáticos. Además ha conocido a familiares de Federico y conoció la verdadera historia de la muerte del poeta y dramaturgo mucho antes de que saliera en los diarios, circunstancia que hace unos años se conoció realmente lo que había pasado. A diferencia de cómo se había pensado que había sido la muerte, -se pensó que había sido por una cuestión de sus opiniones políticas o por su vida privada, íntima-, sin embargo fue algo muy distinto, pues tuvo que ver con una cuestión de herencias y distribución dentro de la familia. Algo tremendo fue. Y por cierto, cuando lo quieren salvar, ya había sido tarde. Luz conoció a una persona que estuvo dentro de eso, y después conoció a la sobrina de Federico, que creo que vive en España.
– Y tanto tú como el guionista Jerónimo Toubes hacéis sendos cameos durante la película, tú cortito como fotógrafo y él más amplio como chófer. ¿Lo teníais planeado hacer así o fueron otras circunstancias del rodaje, como que te faltó algún actor?
No, a mí me gusta. En mi caso es un guiño que me hago a mí mismo. Me encanta aparecer en algún detalle chiquito. Esta vez tuve un poco de texto, hay otras que digo una palabra o nada. Y también pensando en él, aparezco como fotógrafo de Victoria Ocampo y Tagore, sacando la foto. Y Jerónimo ya interpreta un papel casi protagónico. Pensando en él, porque él hizo también muchos trabajos de actuación, pero yo no, la actuación no es lo mío. Me gusta aparecer así, sutilmente.
– Quizá alguien pueda pensar que estás haciendo un homenaje a Carlos Saura, que eminentemente era un fotógrafo más que un director de cine.
Es verdad, tenés razón, tenés razón. Sí, sí, tal cual.
©José Luis García/Cinestel.com