“Tunun”, entrevista a Yannick Constantin y Yanina Luponio Sáenz

Estreno en Buenos Aires
Ignorando alternativas viables, la Autovía de Punilla (RN38) a su paso por la provincia argentina de Córdoba fue planeada sin el consenso de las poblaciones afectadas, partiendo literalmente un territorio habitado por algunas poblaciones indígenas.
La comunidad originaria de Cosquín-Las Tunas se opuso totalmente al proyecto desde que se tuvo conocimiento del mismo, y los realizadores cordobeses Yannick Constantin y Yanina Luponio Sáenz quisieron mostrar en su ópera prima documental todas aquellas partes que desde los medios de comunicación masivos jamás fueron expuestas ni reveladas.
“Tunun” se propone preservar memorias y registros del territorio antes y durante las intervenciones para mostrar tanto las huellas presentes como sus transformaciones.
El film, cuyo título remite a cómo fue primariamente denominado el territorio, presenta a Natividad Altamira como hilo conductor del relato, lo que nos lleva a un recorrido por paisaje, flora, huellas arqueológicas y viviendas tradicionales en su primera mitad, para pasar a continuación a centrarse en el conflicto por la obra vial. La policía y el aparato estatal argentino actuaron de forma represiva, y el poder judicial fue percibido como cómplice por no garantizar el derecho a la protesta.
Los directores del film, Yannick Constantin y Yanina Luponio Sáenz comienzan esta entrevista explicándonos cómo llegaron a interesarse por esta problemática que abarca a pueblos como los Kamiare y los Comechingón, que habitan zonas de las provincias de San Luis y Córdoba:
Yannick Constantin: Nosotros llegamos a la comunidad en 2021 con la inminencia de este gran desarrollo que se ve a lo largo de la película. Había inquietud en la familia Altamira, a través de Natividad y de su hijo Jesús, por resguardar memorias y huellas del territorio. Al armar el relato cinematográfico en el montaje, nos pareció que ese primer momento mostraba cosas que después ya no se verían, o que mostraría las consecuencias que atravesó el territorio.
También queríamos nombrar el documental “Tunún” como la forma original de denominar el territorio, y atender las pequeñas huellas naturales: plantas, patrimonios arqueológicos, morteros, pircas. Por ejemplo, esa casa de piedra que Natividad presenta constituía la base del territorio sobre el que luego sería la intervención y el núcleo del conflicto.
Yanina Luponio Sáenz: No queríamos que esas huellas quedaran como marcas de un pasado; buscábamos resignificar su utilidad en el presente, romper la linealidad de la historia oficial y poder construirla desde otro lugar.
Aunque el cine avanza linealmente, también puede hackear esa linealidad. Si inscribes las pircas o morteros a un pasado colonial, se ve que las familias los siguen usando hoy; no responden a una cronología lineal.
– En un documental así, el núcleo es el conflicto, pero también hay dificultades para esclarecer quién puede mostrar estas cosas y quién no. Ustedes encontraron a Natividad Altamira. ¿Lo tuvieron claro desde el principio o tuvieron que seleccionar entre otras personas?
Yanina: Llegamos a Natividad porque somos amigos de las abogadas que llevan adelante la defensa de las familias. Dentro del pueblo ellos sentían la necesidad de resguardar la memoria más allá de la obra. Nosotros pusimos a disposición la herramienta audiovisual para que ellos tengan ese material. Fue el hijo de Natividad quien nos dijo que quería que se registraran las palabras y la forma de vida de su madre.
Con el tiempo se amplió el campo de conversación y conocimos a otras familias y vecinos del valle que también estaban en contra de la obra, muchos de ellos que ni siquiera pertenecen a las comunidades indígenas. Gracias a esas voluntades conjuntas pudimos hacer la película, porque solos habría sido muy difícil.
Las personas del territorio nos avisaban cuando ocurría algo. Vivimos a 40 minutos de ahí e íbamos con la cámara a los procedimientos y registrábamos las consecuencias del impacto, aunque a veces llegábamos tarde.
Yannick: Natividad se fue constituyendo como la protagonista y la mejor guía por su trayectoria histórica, sus antepasados y su casa de piedra, donde nació y crió a sus hijos.
La edad le da esa trayectoria de vida que te permite contar transversalmente: sus memorias son las de su infancia, de su abuelo y de sus hijos actuales. Era la voz ideal para contarnos y romper la noción básica sobre el territorio.
Yanina: También queríamos evidenciar que la imagen decimonónica de lo indígena no encaja aquí; sobre todo cuando nos tienen que decir cómo debe ser un indígena o qué debe hacer, y lo que vemos ahí quizá rompe también con lo que uno esperaría que fuera un indígena promedio americano. La película abre ventanas de discusión política e histórica sobre cómo opera el colonialismo hoy, desde lo simbólico y subjetivo. Necesitamos seguir hablando de esto para que no quede como una efeméride del pasado, que no quede en un 12 de octubre, sino que se sepa cómo sigue operando esa dinámica al día de la fecha.
Esta obra urbanística de la que hablamos en “Tunun” está financiada por el norte global; muchos ordenamientos territoriales se hacen en oficinas lejanas para toda Latinoamérica. Lo que mostramos es una viñeta pequeña de eso. Entonces, traer esa discusión política hoy, nos parece adecuado.
– Además de que la comunidad originaria de Las Tunas reclama su territorio, veo racismo sistemático del Estado argentino con los pueblos indígenas, sin importar el partido. ¿Es así realmente? ¿No ha habido gobernadores o partidos que apoyen a estas comunidades?
Yanina: Es muy pertinente tu apreciación en ese sentido porque, por ejemplo, el Plan IIRSA, firmado en 2000 en una época de progresismo, muestra la grieta entre discurso progresista y praxis política. Estas inconsistencias son palpables sobre todo en procesos de despojo territorial y extractivismo colonial. O sea, seguimos siendo el sur global o Latinoamérica, las zonas de sacrificio, como hace 500 años. Y eso no hay color político que lo haya discutido con seriedad; la discusión partidaria se queda corta.
Incluso en Bolivia, en un Estado plurinacional, los conflictos más grandes que han tuvieron todos los años de Evo Morales como presidente fueron por estas causas, por despojos territoriales atravesados por procesos extractivistas. La cuestión es debatir semánticamente qué significa progreso y desarrollo hoy.
Yannick: Quienes están llevando los procesos judiciales son juicios contra gobiernos, sin importar su color. Es una discusión política más profunda que la partidaria.
– En la película, al describir el trazado de la autovía de Punilla, me pregunté si a priori los promotores consultaron sobre cómo circularían los animales o si se presentaron alternativas más viables. ¿Hubo otras opciones o consulta previa?
Yannick: Esa es una trampa de los megaproyectos: deben incluir en su planificación estudios de impacto ambiental y audiencias públicas, pero los estudios suelen tener excepciones y las audiencias no implican escucha real. Y por otro lado, vemos también que cuando la resistencia popular se manifiesta en contra, tampoco es que eso tiene un asidero o que tiene una escucha real.
En la película se muestra que la única condición fue no pasar sobre las casas y se movió el trazado 20 metros. Pero realmente no hubo un diálogo equitativo que contemple alternativas más acordes a las dinámicas del territorio y las economías rurales.
Los trazados se dibujan lejos de los territorios y quienes redactan el proyecto no ven las particularidades ni escuchan a quienes sí que realmente conocen el territorio. En la comunidad se usaban pozos de agua que se abastecían de ciertas napas; y las explosiones de la obra secaron vertientes y contaminaron napas. Un estudio de impacto serio debería contemplar esto; pero a menudo son formalidades administrativas que no miden los impactos sociales, ambientales y humanos.
Yanina: Y en relación a esto, sobre todo en la secuencia con arqueólogos que mostramos en la película, yo me preguntaba que cuál es el rol de la ciencia y de la academia en estos procesos. Parece que muchas veces estamos al margen, pero acá vemos el impacto que genera poner el conocimiento a merced de qué narrativa, de qué construcción de mundo.
Muchas veces la academia suele estar lejos de los territorios, que están cada vez más cerrados, y acá vemos que son muy necesarios. Entonces, la cuestión es qué hacemos con el conocimiento que tenemos, a quién se lo brindamos y para qué fin.
En la película hubo tres equipos de profesionales que hicieron el relevamiento arqueológico y paleontológico, pero estuvieron al servicio de las empresas. Es necesario cuestionar a quién se brinda el conocimiento y con qué finalidad.
– Los desalojos no aparecen en “Tunun”, pero supongo que son conocidos. ¿Qué ocurrió?
Yannick: Hubo desalojos del acampe a la madrugada, un gesto autoritario de represión a la protesta. Un vecino fue agredido; 18 activistas ambientales fueron imputados y procesados, y seis enfrentan juicio. No todos pertenecen a la comunidad indígena, sino a la comunidad ampliada del Valle de Punilla, que acompañó la lucha socioambiental de la comunidad y también, como hablábamos antes, se opuso a la obra en las audiencias públicas.
Nosotros no filmamos directamente la agresión, pero se ven tensiones con la policía. Hubo amedrentamiento, detenciones arbitrarias y estrategias de patoteo, incluso por agentes no uniformados que después se identificaron como policías. El aparato estatal y el poder judicial no garantizan los derechos a la protesta, que están en la legislación nacional y en tratados internacionales.
– También es relevante cómo tratan el tema los medios; los medios privados no lo cubren, pero los públicos tampoco.
Yanina: El problema es que no hay mucha discusión de fondo. Y para mí tiene que ver justamente con esto: lo que se pone en juego es un modo de pensar la política que después los distintos gobiernos llevan a la práctica, pero que, en el fondo, no cambia demasiado entre los más de derecha y los más de izquierda. Todos manejan la misma idea de “camino al progreso” en línea recta, pero casi nunca se preguntan a quién se lleva puesto ese progreso. Y, al final, vienen siendo los mismos de hace 500 años, más allá del color político.
Cuando se habla de los Estados latinoamericanos, parece que fueran simplemente la continuación administrativa de lo que fue la colonia española. Obvio que cambiaron cosas, seguro, pero la base colonial sigue ahí, intacta. Y meterse con eso es muy difícil; no es un tema que esté presente en el debate público. Incluso puede sonar ofensivo plantearlo. Por eso está bueno intentar ir un poquito más allá, sobre todo acá.
Acá está todo tan polarizado, en un momento tan convulsionado, con este desastre de gobierno nacional, que todo se reduce a una discusión partidaria, blanco o negro, cada vez que se habla de política. Es como si la política fuera solo partidos y nada más. Entonces hay que hacer todo un recorrido previo para poder plantear otro escenario y recién desde ahí ponerse a charlar; si no se hace muy complicado.
©José Luis García/Cinestel.com




























