“Amas de Cámara”, de Tomás Lipgot; el video y las redes sociales

Estreno en Buenos Aires
Las películas de Tomás Lipgot suelen tener un costado lúdico y divertido que nos ayuda a captar la intención o la idea sobre la cual este cineasta argentino trabajó el proyecto. “Amas de Cámara” cumple a la perfección con esas premisas y además, está conectada a muchas de las vivencias que se producen en la actualidad, tanto entre las constelaciones familiares como dentro de los círculos de la amistad.
Hoy en día el flujo de vídeos caseros o personales es constante a través de algunas plataformas que operan por internet, pero hace cuarenta años o más algunas personas ya los grababan en cintas magnéticas para mostrárselos a la familia o amigos, e inclusive para poder tener un testimonio visual y sonoro que sirviera para alimentar los recuerdos de una manera más realista, obviando así algunas lagunas que a veces se forman en la memoria.
“Amas de Cámara” es una película documental que nació a partir del hallazgo fortuito de una cinta VHS. Cuando Lipgot intentó reparar un antiguo proyector de Super 8 para poder ver unos rollos con imágenes captadas durante su infancia, le dijeron que el arreglo era muy caro y que mejor se comprara otro; pero al devolvérselo incluyeron una cinta magnética por error dentro de la caja. Sospechando que pasaba algo, decidió ver el contenido, así que lo puso en una casetera y vio un primer corto de Noemi, grabado en los 80, y se sorprendió por cómo salía ella cantando, la frescura, la estética y el Buenos Aires que mostraba.
A partir de ahí vino toda una odisea para intentar encontrar a Noemí, la autora, al tiempo que comenzó a perfilar un nuevo documental en el cual se incluyen otras dos mujeres: Ana, que grabó veinticinco cintas familiares en aquella época, y Nancy, una tiktoker muy actual que ha acumulado una cantidad enorme de seguidores en esa red de videos.
En el año 1965, Eastman Kodak comenzó a comercializar cámaras que operaban en formato de Super 8 con el objetivo de facilitar y democratizar la filmación doméstica y amateur, aun cuando la compra de la película y el revelado resultaban algo caros para la mayoría de las familias. Pero a finales de los años 70 se comenzaron a vender tres sistemas de video basados en cintas magnéticas: VHS, Betamax y 2000, que abarataban costes al tiempo que en general reducían significativamente la calidad de las imágenes.
La democratización que supuso la toma asequible de instantáneas en movimiento, consiguió que muchas personas iniciaran exploraciones por su cuenta en el terreno del autodescubrimiento y la representación. “Amas de Cámara” es un documental que reflexiona sobre aquellos orígenes y sobre cómo se ha llegado hasta la saturación actual de videos digitales en las redes sociales.
Para comenzar nuestra entrevista con Tomás Lipgot, el director nos habla sobre la conexión entre vídeos y recuerdos en las tres protagonistas de este filme que logró los apoyos del INCAA gracias a la gestión anterior:
“Hay algo sobre los recuerdos que Susan Sontag mencionaba en relación a la fotografía. El video lo hace de una forma más contundente porque puede registrar el tiempo también, no solo una instantánea. Es curioso que ambas historias, tanto la de Ana con su familia, con sus veinticinco cintas VHS, como la de Noemí, pasaron casi por casualidad, o no, si entramos en el terreno místico de vuelta”.
“Justo la de Noemí me la encontré cuando fui a arreglar el proyector, y fue la primera vez que ella digitalizaba ese video que tenía desde hacía treinta y pico de años. Cuando contacté con Ana, ella tenía todas esas cintas guardadas sin verlas por más de tres décadas. En ese sentido, sí, es un dispositivo de memoria, pero a la vez casi se pierde”.
“Por alguna razón se reactivaron y apareció el documental, pero no es que ellas lo tuvieran muy presente. Sobre todo Ana, pues ella lo hizo con la intención de preservar la historia familiar. Creo que no los vieron, y eso lo dice en la película, porque los confrontaba con momentos difíciles, entonces les costaba verlos. Cuando lo hicieron, creo que tenían una intención más consciente. Noemí no, porque ella se compró una cámara, jugó, se aburrió. Eso es así. Le duró un par de meses y la vendió. Después, por efecto colateral, sirvió como un dispositivo de memoria, pero en principio tenía otro sentido. Sin duda, esa es una parte importante del documental”.
“Mis documentales tienen algo de transmitir mundos. No quiero decir enseñar, porque no estoy en ese lugar, sino en el de abrir percepciones y conocimientos. En ese sentido, es como descubrir cosas nuevas, aprender”.

Tomás Lipgot, director de “Amas de Cámara”
– Elegiste a tres mujeres para protagonizar esta película. ¿Buscaste tomar esa perspectiva histórica desde una mirada femenina?
No estaba pensado así, simplemente sucedió. En el proyecto buscaba mujeres y material, pero se configuró así. Para mí eso le da potencia, incluso hasta el título, que antes era ‘Juegos en Video’, una expresión medio vaga. Después apareció “Amas de Cámara”, en el que lo femenino y el rol de la mujer tienen mucho que ver. No fue algo explícito, sino que se fue dando y me pareció excelente cuando lo vi, así que lo acepté.
– En la película también se menciona una historia de exilio y se ve el contraste de alguien que tuvo que marcharse fuera de Argentina y después regresó. El hecho de cómo esto influyó en ellos, incluso con imágenes, me parece interesante para aquellos que vean la película, aunque ellos no lo hayan vivido directamente, y que tal vez conozcan o hayan tenido familiares con esta problemática de tener que emigrar y luego regresar.
Ese tema me pareció muy importante para que no sea sólo algo ágil y divertido, sino que tenga otra profundidad. Siempre me interesó el retrato humano, la dimensión de ellas. Alguien me dijo que esto podría sacar la película de su eje, pero respondí que no.
Para mí es importante que esté, porque le da otra fuerza a los personajes y a la película. Por eso me pareció bueno incluirlo.
– Recuerdo que en una entrevista que le hice a Arturo Ripstein hace más de quince años, él mencionaba los problemas que podría acarrear que la gente empezara a publicar centenares de cosas y pronosticaba este colapso que poco a poco se ha ido consolidando, y que incluso ahora es un poco delirante. Me refiero a la gente que entra en TikTok y están viendo vídeos una y otra vez de personas que no conocen. Esto es distinto a lo que pasaba en los años 80, cuando grababas algo para que tus familiares lo vieran en verano o en navidades. Ha cambiado el paradigma completamente.
Sí, cambió totalmente; estoy de acuerdo. Incluso desde el encuadre, que en el video era 4:3, más como un cuadrado dirigido hacia afuera, hacia el mundo. La cámara apuntaba hacia el mundo. Después, en el cine es más el 16:9, que es mucho más proporcional y armónico. Ese ir hacia afuera se dio vuelta en un formato vertical que te mira a ti mismo.
Es lo que ahora se filma: la selfie o la selfish, que es «egoísmo» en inglés. Para mí es un retroceso todo eso, pero es lo que nos toca vivir en esta cultura.
– Y entre otras cosas, me llamó la atención al ver la película que normalmente hay quien prefiere trabajar con una persona que hace de hilo conductor y se va encontrando con otras pero, por el contrario, en ésta hay tres historias diferentes que se combinan de una manera amena y divertida. ¿Te fue complicado conseguir eso?
Las primeras críticas las tuve cuando terminé la película y se la mostré a un par de personas para que me dieran su opinión. En algún caso decían que no estaban conectadas con la historia, que le faltaba conexión. A mí también me pasó. Me decían “pon una voz en off”, pero me resistí un poco porque no va por ahí. Eso también es una lógica predominante en la narración.
Pareció que esta historia pedía otra estructura, que es un poco lo que decís vos, los formatos, pero también el juego para mí grande está, o lo que conecta, es ese contraste entre los 80 y ahora. Eso le da un sentido a este conector. Pero podía fallar porque no es que yo estaba experimentando y no digo que quedó perfecto, porque veo algunas grietas en la estructura de la película, pero me parece que funciona dentro de su propuesta.
– ¿Y con la situación actual del INCAA, tus proyectos a futuro están en stand-by o pueden avanzar por otro costado al margen del Instituto?
Estoy resucitando un viejo proyecto que está bastante avanzado, pero era muy caro y ahora, con inteligencia artificial, su presupuesto puede bajar bastante. Es una película de animación sobre Gilgamesh, que es el mito más antiguo de la humanidad, así que estoy un poco con eso, buscando financiamiento.
Después estoy haciendo un documental completamente autogestionado porque me quedé sin trabajo. Así que en momentos libres me puse a trabajar para una aplicación de viajes como conductor. No quiero decir el nombre porque no me pagan bien, entonces no les voy a hacer publicidad. Puse unas camaritas en el auto y estoy haciendo un documental que se llama “Crónica de un cineasta a la deriva”. Es un poco la historia mía que estoy atravesando en este momento. La deriva, como concepto, es mostrar la ciudad desde otra perspectiva, más emocional, no tan normalizada.
También utilizo una handicam y recorro lugares de Buenos Aires que no son típicos. Estoy entusiasmado porque ya tengo bastante material y estoy empezando a montarlo. Me gusta porque empecé a hacer cine con amigos y sin plata, lo cual por un lado es una desgracia porque me gustaría estar cobrando, pero por otro lado también hay cierta libertad de salirse fuera de los moldes y de los sistemas productivos industriales. Bueno, en eso ando.
– Yo creo recordar que hiciste alguna película en coproducción, si no me equivoco, y en ese sentido buscar coproducciones ahora sin el sello del INCAA puede ser más complicado, ¿verdad?
Es más complicado. Es un fenómeno. Acá la crisis es tremenda, pero no solamente lo que está pasando con este gobierno, que es tremendo. También hay una crisis global y un cambio de paradigma. Se están redefiniendo un montón de cosas. Sí, hacer coproducciones sin la base del INCAA no tiene sentido porque justamente es coproduciendo entre dos lugares donde se consiguen recursos. Por lo pronto, eso también está frenado.
©José Luis García/Cinestel.com