“Congresos, fracaso de una tesis”, un ensayo a cargo de Belén Ciancio

Estreno en Buenos Aires
Quienes gustan de ver ensayos audiovisuales valoran de una manera muy significativa la libertad que como espectadores tienen para mover su imaginación hasta espacios tal vez poco explorados a priori.
La ensayista y realizadora argentina Belén Ciancio hace, tras un par de cortos experimentales, una primera incursión en el terreno de los largometrajes con “Congresos, fracaso de una tesis”, un filme basado en un collage de situaciones e ideas que nos llevan a reflexionar en torno a la fluidez de distintas formas de mirar y de pensamientos que se suceden en el momento de intentar elaborar un concienzudo estudio acerca de un tema concreto.
Este ensayo también va volviéndose de a poco en una reflexión alrededor de las imágenes y la representación, con cuatro paisajes-momentos en
ciudades de distintos países, intercalados con un intersticio en Madrid.
El documental recorre distintas ciudades, partiendo desde Cádiz y visitando entre otras las localidades de Manipal (sur de India), Bruselas y otros lugares hasta llegar a Buenos Aires, intentando establecer una tesis sobre la celebración de distintos congresos que abordan temas muy conectados a la sensibilidad social y humana, desde cuerpo y filosofía o extranjería, pasando por coincidencias inesperadas, hasta literatura y cine latinoamericano (la directora es autora de unos ensayos muy interesantes sobre el tema cinematográfico), o feminismos, géneros, transgéneros y un inconveniente en un panel sobre historia de las mujeres negras en América Latina.
Belén Ciancio es, además de realizadora, investigadora del CONICET y se formó en Filosofía en universidades como las de Salamanca y Toulouse antes de doctorarse en la Universidad Autónoma de Madrid. Como la película contiene una combinación de escenarios y realidades diferentes sería interesante comenzar a analizarla en sus especificidades para después intentar establecer puntos en común (o no).
La directora responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Los temas tratados en esos congresos fueron elegidos por ti aleatoriamente o ya tenías una idea prevista alrededor de una cierta sensibilidad social?
Los congresos estaban relacionados con algunos de los temas que había trabajado en la tesis, o con lecturas y autores como Gilles Deleuze, posmemoria, género, feminismos y cine. Sobre todo el congreso en Bélgica del capítulo o paisaje «Escuchar». En ese momento, 2013-2014, estaba instalado el concepto de posmemoria en la academia española y en la rioplatense. En España, cuando se trabajaba con la producción documental o literaria argentina y de otros países latinoamericanos (películas como Los rubios, M, (h)historias cotidianas, entre muchas otras), se aplicaba para explicarla desde lo que se consideraba un «nuevo paradigma», o se planteaba como «debate académico», o como un tema de «competencia de carreras de posgrado»… En Argentina se trabajaba de otro modo, a veces más ensayístico que clasificatorio, y muchas de las mismas personas cuyas obras se englobaron con esta categoría hicieron una crítica desde el comienzo, o luego, teniendo en cuenta que no era la misma situación generacional, ni era el mismo contexto cultural y, sobre todo, jurídico.
También se utilizaba en España en algunos marcos de pensamiento filosófico y de investigación sobre la escuela de Frankfurt y de estudios de memoria, mencionando siempre la Shoah (y el documental homónimo de Claude Lanzmann), pero no la Nakba palestina y, al menos entonces, sin el posicionamiento de la misma Marianne Hirsch, quien propuso este concepto de posmemoria, o de intelectuales como Judith Butler en 2012, al hacer una crítica a la violencia del Estado de Israel.

Belén Ciancio, directora de la película documental “Congresos, fracaso de una tesis”
Al intentar plantear una crítica (percibir y sentir al mismo tiempo el margen indecible que bordeaba estos temas), no tanto al concepto de «posmemoria» en sí mismo, ni intentando volver a un «paradigma» anterior, sino a cómo se había aplicado y asimilado, tuve que hacer un cambio en la dirección de la tesis. Me quedé sin el jurado como estaba constituido, entre otros problemas, y casi no llego a la defensa, aunque finalmente se hiciera.
Esto fue lo que intensificó lo que llamás una cierta «sensibilidad social». Quizá si hubiera asistido a congresos como becarix, investigadorx o profesorx, o a reproducir mucho de lo se decía y estaba instalado en ese momento, y que luego fue replanteándose por ejemplo en el caso de ensayos, poéticas u obras a las que se aplicaba un concepto por esa especie de pulsión clasificadora académica, hay cosas que no hubiera percibido o personas que no hubiera visto y escuchado.
– ¿Y del título del documental se podría deducir que muchas veces el desarrollo de eventos de este tipo es absolutamente impredecible?
Quizá no absolutamente, pero sí, como en la ciencia, en el arte, en la vida, hay siempre un margen en lo que lo impredecible sucede o acontece. Pero también requiere cierta perceptibilidad, si no para que acontezca, al menos para que un documental pueda presenciarlo. Lo impredecible también puede ser imperceptible. Como cuando alguien dice, «en esta película no pasa nada»; quizá lo que pasa es la imposibilidad de percibir lo que pasa. Si se corta la luz durante una presentación, como sucede aquí, en un video institucional se edita y adapta lo mejor posible al guion tácito de continuidad, como una especie de «aquí no pasó nada». Fue algo que tuve que evidenciar en el momento de la edición. También creo que es un modo de mostrar que el guion perceptivo que se nos impone muchas veces, también desde la academia, por suerte fracasa. Entonces lo que a veces se llama experimental en cine o en video, en el caso de este trabajo que está registrado en su mayoría con una cámara de home video, es intentar ser fiel a una materialidad, o en todo caso, si se interviene, mostrarlo, no automatizar el uso de la galería de efectos de imagen y sonido.
La pregunta entre paréntesis es un poco una especie de reapropiación de la injuria. «Ser bruja» es de algún modo no ser supuestamente una buena mujer, o «no ser una mujer», fracasar en un modelo de domesticación, y tiene cierta resonancia aquí (aunque no sea evidentemente lo mismo ni la misma exclusión), con la conferencia fundamental del feminismo que se menciona en la mesa de mujeres negras «¿Acaso no soy una mujer?» de Sojourner Truth.
– Ya que muestras diferentes enfoques en el film, ¿crees que el testimonio de Rita García en Cádiz pudiera servir para romper con algunos estereotipos entre aquellas personas que no conocen ese tipo de realidades desde otras latitudes?
El diálogo con Rita es uno de los más lindos, creo. No sé si porque rompe con los estereotipos respecto a las realidades de juventudes en España, sino porque sorprende, por lo menos a mí, cuando habla de sí misma y su vida, de su trabajo y la imposibilidad de estudiar. A pesar de que dice «no estudié» en el sentido de lo que podría ser un espacio académico o institucional, porque se fue de su casa muy joven y vivió en condiciones de mucha precariedad, reafirma esa experiencia sin haber vuelto «hecha una yonqui» como le vaticinaban, prediciéndole una serie estigmas y calamidades, sino sabiendo narrarla, con sus silencios también, y habiendo leído mucho; Testo Yonqui de Paul B. Preciado, por ejemplo. Es una persona que transmite en ese diálogo no sólo mucha fuerza y coraje, sino reflexión.
– Y como investigadora que sos, ¿crees que un mayor número de conferencias y debates en torno a temas socialmente sensibles contribuiría a dinamizar y mejorar las condiciones de vida de la gente?
Esta pregunta está en un sentido probablemente relacionada con la situación actual en la que se cuestiona la necesidad de la existencia de las ciencias sociales o la filosofía, lo se llama una nueva «batalla cultural», el desplazamiento de muchos nuevos sujetos de malestar social que en los últimos años en Argentina, y en otros países, se manifestaron en el espacio público, no desde los lugares tradicionales de las instituciones, que a su vez se cuestionan, sino en las redes, o en los discursos de odio. Teniendo en cuenta que lo que se venía producido, y probablemente produjo en parte una reacción, fue una emergencia de nuevos modos de enunciación en la academia, y por fuera, también en el audiovisual, cuando muchas personas y minorías que habían sido objeto de representación, por decirlo de algún modo, comenzaron a producir sus propias narrativas o poéticas audiovisuales, literarias y de investigación.
Pero, no sé si vale que todo busque o encuentre un registro debatible o conferenciable y ahí es, probablemente, cuando nos encontramos ante el límite de lo representable, racionalizable, explicable, lo que no se puede subsumir al eufemismo o al academicismo. Porque no hay tiempo y algunas condiciones actuales directamente atentan contra la vida.
– ¿Por qué se menciona la figura de la madre en el subtítulo y también en algún que otro momento de la película?
Esta pregunta creo que se termina de responder, o quizá motiva otras, un poco a partir de las imágenes de la película. Pero lo cierto es que mientras intentaba terminarla y durante la pandemia todavía, mi tía me envió una fotografía de mi mamá, profesora de filosofía que murió muy joven, siendo casi un bebé con un pequeño tridente en una mano, sobre una parva que parece una montaña, en Ramos Mejía. Durante ese tiempo excepcional de la pandemia, me había reencontrado con algunos de sus apuntes y exámenes, uno por ejemplo acerca de la memoria y la imaginación creadora. Uno de los leitmotiv de la película que había quedado, en ese momento, era la estatua del Ángel Caído en Madrid. Entonces esta imagen apareció repentinamente como una especie de punctum, que además le dio una forma sin explicación al cierre.
©José Luis García/Cinestel.com