“Caigan las rosas blancas”, de Albertina Carri; la cineasta mutante

La Filmoteca de Catalunya acoge el pre-estreno de “Caigan las rosas blancas”, el nuevo largometraje de ficción de la realizadora argentina Albertina Carri; una película que no es exactamente una continuidad de su anterior filme con trasfondo erótico “Las hijas del fuego” (2018), si bien una parte del elenco y del equipo técnico repite en esta otra ocasión, para desarrollar una historia que sin duda alguna transita una búsqueda por caminos diferentes a los de la producción predecesora, pues aquí estamos ante lo que es una cineasta mutante que se reinventa a cada paso que da.
Concebida en la última etapa del INCAA saludable, ese instituto es quien menos aportó a este proyecto que se financió gracias a los aportes de productoras brasileñas y españolas. De hecho, la mayor parte del rodaje fue hecha en Garupá (Misiones), aunque también aparece São Paulo (Brasil) y otros lugares.
El relato de “Caigan las rosas blancas” parte de una situación a la que siempre llamamos “una película dentro de otra película”, para después abrirse a otros espacios cargados de imaginación, pero llegando a un punto final que se percibe como un poco más pragmático.
Violeta es una joven directora de cine que tras haber rodado un filme amateur de porno lésbico, parece que acaba de ser contratada por una gran productora de ese género. Pero por otras cuestiones que tienen que ver con su concepción de los proyectos, no acaba siendo contratada, así que decide emprender un viaje rumbo a São Paulo para poder ir encontrando el tono que necesita para el rodaje de una película.
El film refleja en su origen algunas historias de amor, culpa, dominación y sumisión, contadas a través y junto a una especie de performance de danza. Simón Rodríguez decía en «Sociedades Americanas» (1842), que “o inventamos o erramos”, así que el grupo de chicas se dirige hacia una prospección profunda impulsada por una suerte de road movie. Y todo esto nos hace pensar en que tal vez Albertina Carri ha encontrado en esta película una manera original de expresar las dificultades de acometer el proceso de filmación o de rodaje de una historia determinada.
Entre las chicas que viajan, unas son amigas, las otras recién llegadas, pero para algunas de ellas viajar es una forma de atravesar el miedo, una palabra que en “Caigan las rosas blancas” también está presente en breves escenas que cuentan con efectos que se asemejan a los de los filmes de terror. Inclusive varias de las protagonistas no saben adónde están yendo, así que en algunas partes de este film es posible que te pasen por la cabeza determinadas atmósferas que puedan tener relación con las de otras películas, desde las direcciones de Jazmín López hasta las de Matías Piñeiro, con la salvedad de que aquí hay algo de frustración e indecisión en los personajes, aun cuando gran parte del argumento está tratado con humor.
Asimismo, también vemos alguna secuencia sin diálogos del film, casi a la conclusión del mismo, que a la orilla del mar, nos puede hacer recordar a otras de películas distópicas de Hollywood. En ese sentido, la cineasta argentina recordaba que su película “es una invitación decolonial y a su vez una apuesta política y filosófica sobre un territorio que ya vivía en la dictadura de lo real. Los más de trescientos años de intenso genocidio no sólo dejaron un saldo en víctimas materiales: comunidades exterminadas con pestes e imposiciones teológicas y morales mediante violencia física y simbólica. Sino que también fueron el abono para las formas narrativas en las que se basó el relato latino. Las tendencias estéticas en el campo cinematográfico, fueron de lo documental a la ficción hermenéutica y permitiéndose en muy aisladas ocasiones un punto de fuga hacia la fantasía”.
Además del elenco principal, también aparece en la parte de road movie la carismática e infalible actriz y guionista Laura Paredes; mientras que en la parte final observamos a la veterana intérprete española Luisa Gavasa Moragón en una poderosa actuación.
Entre las citas que le gustan a esta original cineasta, que aquí también ha escrito algunas letras de canciones y otro tipo de textos reflexivos, encontramos referenciada una de la activista travesti trans Lohana Berkin que dice: “Hay que ser muy valiente para ser mariposa en un mundo lleno de gusanos” (2005).
©José Luis García/Cinestel.com




























