José Campusano y Donald Mann coproducen “Los Ojos de Van Gogh”

Estreno en Buenos Aires
José Campusano lleva a las salas de cine su nueva película “Los Ojos de Van Gogh”, una coproducción en la que también participa el actor estadounidense Donald Mann, conocido en otras latitudes por haber participado en el elenco de “Brooklyn Experience”, la película que Campusano rodó en un formato novedoso, allá por el año 2018.
La película indaga en conceptos como el karma, la transmigración de las almas y el misterio de la inspiración artística, tejiendo una historia en la que amor, creatividad y locura se entrelazan y resuenan con nuevos significados a través del tiempo.
Una obra de teatro dirigida y protagonizada por el propio Donald Mann en uno de los auditorios de Broadway, sirvió de base para transformar aquel guion inicial en una historia cinematográfica que funde lamentos, deseos y contradicciones entre sus personajes principales.
Amos Cutter es un tipo que cree ser la reencarnación del famoso pintor holandés Vincent Van Gogh y, como es lógico y natural, toda la gente piensa que está loco. Obviamente, el protagonista enfrenta una especie de tortura interna debido, sobre todo, a su condición como copista, sin la autenticidad de un pintor original. Como contrapunto, el relato muestra a Eva, una chica que bien podría ser la musa del pintor y que enfrenta toda una serie de anhelos que a priori parecen inalcanzables.
Pero para conocer más detalles sobre los entresijos de este filme, entrevistamos a su director José Celestino Campusano:
– Los personajes que salen en “Los ojos de Van Gogh” ven el amor y la vida de una forma diferente, y tienen unos deseos de prosperar, aunque encuentran que hay muchos obstáculos e inclusive tienen algunos puntos comunes, ¿no es así?
Correcto. Justamente buscan la legitimación profesional e intelectual o el reconocimiento del lado del arte, porque la heroína y su representante, de alguna forma, a pesar de que hacen cine Triple X, ellos lo ven como un un trabajo artístico, y quieren un reconocimiento de la industria justamente en ese segmento y el personaje de Donald, Amos, tiene este problema. Él se reconoce como Van Gogh, pero está más torturado todavía que en el siglo XIX porque ahora es simplemente un copista, ni siquiera es un pintor de verdad. Simplemente se dedica a hacer copias de él o de colegas, o sea que es menos genuino ahora que antes y tiene más elementos para torturarse, aunque después ocurre que ese entorno afectivo de él se transforma en función de la sanación que llega.
– Efectivamente. Y esa resignación que el protagonista tiene contrasta también con el personaje de la chica que parece más predispuesta a intentar llegar a la fama o llegar a tener éxito. Es un contraste entre ambos.
Así es, aunque también hay otra cosa y ésa es que yo creo, estimo, e intuyo que el genuino Van Gogh tiene una intuición por un reconocimiento que no llega, pero también, si llega, igualmente le incomoda. Entonces tampoco me molesta tanto demorar ese arribo al mercado, mientras yo no pierda la conexión que tengo con esta faceta artística, pero llora por lo que no tiene y si lo tuviera, lloraría porque lo tiene. Esa dualidad justamente está en muchísimas personas que tienen capacidades excepcionales, que tienen conexión entre el hecho de ser, dejar de ser o justamente perder el hambre de crear, simplemente por esos atisbos de comodidad que de alguna forma no nos vienen mal a ninguno.
– El espectador que tenga la oportunidad de ver “Los Ojos de Van Gogh” quizá tenga prejuicios en cuanto a las películas que vio anteriores tuyas, las que hiciste en el Conurbano bonaerense. Pero hay que decir que esta película no tiene nada que ver con aquello, sino que quizá el motivo de elegir este tema sea que también hay una parte que tiene mucho que ver con tu historia personal, aunque sea a través de trasfondos que destacan en la personalidad de uno o de otro, de Donald Mann o de José Campusano.
Sí. Ahí hay secuencias de vida que son biográficas, son mías, que yo las viví; no están ahí entrelazadas, pero las hay. También hay un par que son de Donald. Lo cual me recuerda a una serie de películas en los 70 que llegaban acá a Argentina con un desfasaje de 6-7 años, que eran coproducciones entre Estados Unidos, España, Francia, Alemania, y que se filmaban en un sexto país, por ejemplo.
La muestra más repetida de eso fueron los spaghetti western, que con talento e impronta italiana se filmaban en Almería, pero con capital estadounidense y con actores y actrices norteamericanos, o también franceses y demás. Y daba todo una suerte de corolario muy llamativo.
En ese sentido, entre las películas que me sorprendieron, hubo una que me marcó bastante que era “Wake in Fright”, de Ted Kotcheff, filmada en Australia con ese director de Hollywood que no era tan conocido en aquel momento. Después hizo “Rambo” y algunas más, pero hasta ese momento no era tan conocido.
Otra fue “El Faro del Fin del Mundo”, que era una película filmada en coproducción con cinco países y que aludía a un faro muy pequeñito que está en Ushuaia. Se hizo en base a la novela de Julio Verne, pero esas películas me parecían realmente muy insólitas y muy valiosas. Es más, me parecían mucho más atractivas que si fueran hechas con capitales, idiosincrasia, puesta en escena y decisiones artísticas exclusivamente de Estados Unidos.

José Campusano, director de “Los Ojos de Van Gogh”
– De todas formas, el trabajo que lleva hacer una película como ésta, ustedes lo hicieron en común, es decir, es un trabajo de equipo; inclusive en algún momento podemos ver a gente como el actor Pablo Viollaz y otras personas, que indican que el equipo colabora en cierta forma y se incluye en ciertos aspectos. Porque la película no es de un solo autor, sino que el conjunto de personas que entran en ese proyecto han colaborado en lo que han podido con sus conocimientos.
Absolutamente. Yo creo que hay que obviamente capitalizar toda esa sumatoria de talentos y de aportes, si no sería una película realmente muy predecible y muy aburrida. Me parece que hay que darle rienda suelta a las capacidades. Yo filmo habitualmente así, aceptando propuestas y una vez que definimos el proyecto definitivo, se acabó el momento del aporte y vamos a la concreción, porque ya sabemos que los días de rodaje están pautados, las horas extras también. No hay problema en ese sentido.
Gracias a la Red Internacional de Clusters Audiovisuales, que casi toda la gente que está acá, salvo Donald, pertenecen a ella, no hay ningún problema. Marcelo Abal, que es el hermano de Amos en la película y un actor muy solvente, estaba en Austria, pero regresó para ver la que ha resultado ser su primera película rodada. Ni siquiera él conocía sus capacidades y estamos muy sorprendidos. Así que confiar para que las personas confíen no es tan difícil, pero muchas veces en el terreno del cine más industrial, sí que lo es.
– Y seguramente mucha gente se pregunte que cómo es que con la coyuntura actual del INCAA es posible que se puedan hacer estas películas. ¿Queda margen para esquivar a un gobierno anti-cine nacional?
Creo que ya con tantas décadas en la actividad somos como un equipo, como una comunidad y muy confiables. De hecho, cerré un acuerdo hace pocos días con una productora grande de Santiago de Chile que se compromete económicamente y con equipamiento, y que además prefiere filmar en Argentina, no en Chile, a pesar de la coyuntura.
Estamos viviendo un momento totalmente desastroso. Yo creo que acá esta ultraderecha de pacotilla realmente está haciendo muchísimo daño al tejido social, muchísimo daño a la ya bastante afectada credibilidad del entorno político; está haciendo mucho daño a los más vulnerables y a la cultura también.
De todas formas, yo creo que esto está en su fase de agotamiento, pero fue muy insultante en poco tiempo. Así que tanto con este gobierno, como con un gobierno más progresista o el que sea, nosotros no contamos con eso. Simplemente tratamos de que la comunidad se organice por sí misma y que se vuelque al área que tanto amamos, que es el audiovisual.
Nosotros obviamente en cuanto asumió este gobierno sabíamos muy bien qué se nos venía encima y también votamos unánimemente no ceder ni un centímetro de terreno ni un segundo de tiempo. De hecho, en septiembre estaremos filmando diez películas en paralelo en el FIRA de Tandil, con personas de más de diez países; incluso hay un coterráneo tuyo va a estar dirigiendo dos películas, Gonzalo Pelayo.
– Poca gente sabe que en el pasado hiciste actividades de asistencia social y que habías estado en los barrios bonaerenses conociendo casos reales. Inclusive hay un libro tuyo, por lo menos que yo sepa, que reúne una parte de esa experiencia que realmente te ha servido a la hora de plantearte tus historias de ficción para el cine. Dicho esto, ¿crees que una persona, por ejemplo, que pueda tener 18 o 20 años de edad y que quiera comenzar, puede desarrollar esa virtud sin haber tenido la experiencia anterior?
Mirá, en mi caso, eso es clave. Si no tuviera toda esta formación, obtenida justamente en el fragor de las calles, difícilmente pudiera abordar estas temáticas, porque realmente yo puedo llegar a estos lugares y captar las cosas de esta forma porque la gente confía en mi trabajo y, al mismo tiempo, esta confianza es mutua. De hecho yo no fallo y el equipo nuestro no nos falla; entonces todo fluye.
Creo que yo mismo si tuviera 18 o 20 años, no tendría el bagaje necesario. Realmente creo que es más lo que se me escaparía como posibilidad de fijación, de poder instalar en un relato secuenciado, que lo que realmente consigo obtener. Iría un poco al lugar común, si se quiere, mientras que nosotros nos permitimos explorar de punta a punta. Son grandes exploraciones estas películas y desde el punto de vista político estoy del lado de las comunidades siempre, absolutamente siempre. Y eso es algo que realmente me he construido como realizador, como tantas otras personas, pero en esa construcción siempre tenés que tomar decisiones drásticas para poder sacar lo mejor de uno, aunque lo mejor de uno no es lo mejor de uno para los demás. Por ahí el método, el algoritmo o la destreza ecuacional para otro, es lo mejor. En mi caso he intentado siempre estar al filo de la captación, al filo del discurso político, siempre tirando un poco de las sogas, si vamos al caso.
– Yo sospecho de que te diste cuenta muy pronto de que a veces la realidad supera la ficción en muchas cosas que si se contaran en cine quizá mucha gente diría, «¿Cómo puede ser que eso haya ocurrido en la realidad?» Pero sin embargo, hay cosas que ocurren en la realidad que a mucha gente si se las cuentas, igual ni se las creería, ¿verdad?
Mirá, hay un caso, por ejemplo, una de las escenas que todavía no está filmada en mi próxima película basada en hechos reales sobre Familiares de Víctimas, un grupo muy decidido de gente que han perdido familiares, ya sea por el crimen organizado, por el narcotráfico o por la trata de personas. El film tiene que ver con un albañil que es un hombre muy sufrido y que tenía una hija muy bonita, jovencita, de 16 años, aunque parecía de 12 o 13. El tema es que va el líder de este grupo con él a reconocer el cuerpo de la muchacha y el cuerpo se lo entregaron en una bolsa, porque estaban todos los huesos rotos, le habían roto los huesos para poder compactar el cuerpo y así disimular que lo sacaban de no sé de dónde; calculo que de un prostíbulo y demás.
Todo ello induce a pensar que esta pobre víctima dejó de tomar líquido y dejó de comer, porque estaba con un grado de desnutrición extremo y murió por inanición, pero hasta el último día de su vida sufrió abuso y en realidad ese hecho para mí es terrible y es solo una parte, porque cada hecho que me han comentado estas personas hace palidecer justamente a las películas por más thriller que sean, o por más comprometidas que puedan ser.
©José Luis García/Cinestel.com