Barcelona: El rock psicodélico se une a «El Acorazado Potemkin»
Hay quien intenta sorprendernos (y lo consigue) con sugerencias renovadoras sobre todas las formas de ver cine que hasta ahora se han visto. Las fórmulas con perfiles diferentes a los conocidos se abren paso para intentar seducir a un público que busque estilos transformados.
Si bien es cierto que el acompañamiento musical de las películas (sobre todo las de cine mudo) es algo que ya existía, Café Kino, un proyecto de cine independiente con sede en Madrid, lleva a Barcelona este próximo 17 de marzo una proyección única de «El Acorazado Potemkin», la emblemática película de Serguéi M. Eisenstein que precedió a la revolución soviética de octubre de 1917.
Esta sesión podría quizá pasar como una más, si no fuera porque la banda de post rock psicodélico Raisa y el guitarrista Xisco Rojo serán quienes le añadan su particular estilo a la exhibición.
El evento tendrá lugar en la rebautizada Sala 5 de Aribau Multicines, la cual es actualmente la más grande de Barcelona, y en realidad trae a Catalunya un espectáculo visual y sonoro que ya pudo ser apreciado anteriormente en el cine Capitol de la Gran Vía de Madrid.
Rock, psicodelia y elementos de folk se funden en este acto con la famosa película clásica que estuvo basada en hechos reales, cuando unos marineros zaristas se sublevaron al haber recibido a bordo un cargamento de comida repleto de gusanos.
La técnica empleada por Eisenstein en el film está siendo de elemental estudio en cualquier escuela de cine.
Teresa Barba es una de las responsables de Café Kino y responde las preguntas de Cinestel:
– A priori es difícil pensar en que un clásico como «El Acorazado Potemkin» pueda combinarse con el rock psicodélico. ¿Cómo puede ser posible? ¿Es la innovación lo que aquí se busca?
El primer mérito tiene que llevárselo Sergéi Eisenstein por dirigir una obra universal que ha sobrevivido impasible al paso del tiempo, y sigue siendo hoy de una actualidad rabiosa. La apuesta de musicarlo con rock psicodélico surge del propio carácter visceral de Potemkin, de su espontaneidad y de su sinceridad en mostrar los sentimientos humanos, con esos primeros planos inolvidables. Pensamos que el rock psicodélico tiene las mismas características; es puro, experimental y sale de lo más profundo de las tripas, como los gritos desesperados de la población de Odessa.
Por otra parte, es cierto que nuestra intención también es la de innovar. Amamos el cine mudo, pero creemos que no funciona en la pantalla del hogar con la música enlatada. El cine mudo fue concebido para ser visto en una sala con música en directo, como un evento social compartido y una experiencia única. Nuestra forma de hacer llegar al público esta pasión, era presentarlo a las salas para que pudieran verlo con nuestros ojos y escucharlo con nuestros oídos.
– ¿Entonces, este proyecto tiene que ver con dar oportunidades a nuevos creadores musicales?
No sabemos si fue antes el huevo o la gallina. En Café Kino siempre apostamos por ese carácter experiencial y de evento social que es el cine. Nuestro primer paso fue revisitar el cine mudo pero nunca nos atrajo demasiado el piano. Somos de guitarras y baterías. Nos encanta la música y el cine, y es nuestro corazón el que hace la conexión.
Conocimos a Raisa en un concierto que dieron en Madrid, y al escucharles tocar, nos vinieron imágenes de Potemkin a la cabeza. Les pedimos que nos musicaran un par de escenas, y lo que nos enseñaron con la colaboración de Xisco Rojo nos cautivó por completo. Es impresionante lo bien que funciona la banda sonora que han compuesto con la película y cómo, sesión tras sesión, se superan a sí mismos dejando que la música sea flexible y crezca en madurez y calidad. Son unos auténticos genios.
Seguimos este mismo criterio con otras películas. Creo que fue Tarantino que dijo una vez que primero pensaba en la música y después en las escenas; a nosotros nos pasa un poco lo mismo.
– ¿Y cómo sincronizan los músicos su trabajo con las imágenes del filme? ¿Son necesarios muchos ensayos antes de la proyección-actuación definitiva?
Cada banda sigue su propio criterio. Nosotros solamente ponemos dos condiciones: la banda sonora ha de ser original y el protagonista es la película. Esto quiere decir que la banda sonora acompaña y magnifica la película pero no puede en ningún momento sacarnos de ella.
A partir de aquí, confiamos 100% en la profesionalidad de los músicos y permitimos total libertad artística. Sabemos a ciencia cierta que son muchas horas de trabajo en la composición y en los ensayos, además del momento del directo en el que hay mucha tensión porque nada puede fallar.
– Hay además un interés por parte de ustedes en llevar estas experiencias también a las escuelas. ¿Sería en un contexto distinto y con estilos musicales diferentes?
Ya lo hemos hecho en varias ocasiones y la experiencia ha sido maravillosa. El curriculum educativo ha relegado la música y el arte a su más mínima expresión. Si no conocemos el cine del que venimos, no podemos entender dónde estamos. Queremos que las nuevas generaciones lo experimenten porque si no lo conocen, nunca podrán amarlo y si no lo aman, no sabrán apreciar su grandísimo valor.
Lo que más nos ha llamado la atención en esas sesiones, es cómo los peores alumnos, aquellos que normalmente se portan mal en clase y suspenden todo, son los que más absortos se quedan con las películas. ¿Será porque el currículum no satisface sus necesidades artísticas? A todos nos sorprende el éxito que tienen estas sesiones para unas generaciones audiovisualmente tan diferentes.
– Igualmente creo que están buscando locales en otros lugares para que puedan albergar salas de cine provisionales. ¿Su intención es transformar sitios como naves industriales abandonadas en salas de cine?
Nosotros empezamos como cafetería- cine en el barrio madrileño de Lavapiés. Al perder nuestra ubicación física, nos convertimos en proyecto itinerante, es decir, básicamente okupamos lugares que se prestan a una proyección, desde bares a cine al aire libre.
Hay tantos sitios preciosos abandonados que podrían recuperarse para actividades artísticas. En Madrid se me ocurren unos cuantos e imagino que sucederá lo mismo en otros lugares de España. Tenemos que llegar antes que las tiendas de ropa.
©José Luis García/Cinestel.com