Artesanos de la luz

*por Daniela Espejo desde México D.F.
Después de varios meses de lanzado en las librerías del país, se realizó en la Ciudad de México la semana pasada la esperada presentación del libro «Luces, Cámara, Acción: cinefotógrafos del cine mexicano» de Hugo Lara Chávez y Elisa Lozano, editado por la Cineteca Nacional, el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) y el Festival Internacional de Cine de Amiens, Francia. Los periodistas e investigadores, que reunieron en este volumen 22 entrevistas con los directores de fotografía más representativos del cine azteca, estuvieron por supuesto presentes en el evento, acompañados por dos cinefotógrafos de larga trayectoria e importante personalidad como lo son Toni Khun y Serguei Saldívar Tanaka.
Estos nombres quizás no sean los más famosos del cine mexicano porque, como sabemos, los directores y actores suelen ser los que se llevan la mayor parte de los aplausos y del reconocimiento del público. Y sin embargo, como bien lo quiere demostrar este libro, existen artistas por detrás de las cámaras que pocos conocen y valoran como tal. Tan es así que hasta el propio Toni Khun, veterano fotógrafo suizo residente en México desde mediados de los años 60, consideró en su presentación: «No somos autores. Somos gentes que enmarcan las cosas y les dan una cierta estética. Pero no estamos haciendo un trabajo creativo propio».
Sin embargo, su participación en más de 100 películas mexicanas, de la mano de los directores Ariel Zúñiga, Jaime Humberto Hermosillo, Juan Mora Catlett o Paul Leduc, por nombrar solo un puñado, le valió no solamente la adquisición de importantes premios principalmente el Ariel a Mejor Fotografía, sino también y especialmente el modelado de un estilo particular y propio, es decir de su poética como artista.
Estilos propios, experimentación, libertad creativa, trayectoria son algunas de las premisas que sirvieron para la elección de los entrevistados. Estos reportajes conforman poco menos de la mitad del libro que se completa con una investigación histórica de la cinefotografía en México de 1931 a 2011 y de una cantidad de fotos que ilustran impecablemente cada una de las etapas. De las relaciones que se establecen entre la fotografía cinematográfica y la dirección surge en gran medida el concepto de puesta en escena, y no cabe duda que esa idea estaba muy presente en el cine de la época de oro.
De este período se destacan Alex Philips, que acompañó los primeros pasos del cine sonoro en México; Gabriel Figueroa, cuya mirada marcó la obra de Emilio «El Indio» Fernández y que le otorgó al cine mexicano una de sus más fuertes improntas visuales; Paul Strand, quien fuera el responsable de la imagen de «Redes» de Fred Zinnemann y Emilio Gómez Muriel en 1934; y también Eduard Tissé quien fuera el fotógrafo de Serguei Eisenstein en el inacabado proyecto de «Qué viva México» de 1930. Este film sin lugar a dudas sería un importante pilar que indicaría el camino a seguir para muchos artistas, no solamente en términos temáticos, por su representación característica de la identidad nacional que se continuaría a través del tiempo, sino también por la impronta visual que sería heredada en mayor o menor medida por los colegas de Tissé.
El cine de Luis Buñuel, la introducción de la fotografía a color, las disrupciones de los 60 y 70 irán conformando los distintos capítulos de este recorrido histórico que se va acercando hasta nuestros días. La cinefotografía mexicana actual incluye nombres como Emmanuel Lubezki, recientemente nominado al Oscar por su trabajo en «El árbol de la vida» de Terrence Malik o Rodrigo Prieto, valorado fotógrafo de las películas de Alejandro González Iñárritu. Pero no son los únicos ya que Damián García, quien fotografiara «El infierno» de Luis Estrada, o Alexis Zabé, responsable de la imagen de «Alamar», no tienen la misma fama pero la calidad de su oficio se destaca por igual. El trabajo en Hollywood ha hecho en muchos casos que ciertos cinefotógrafos cobraran más relevancia a nivel internacional.
Otro de los destacados en el libro, Serguei Saldívar Tanaka, estuvo presente en la presentación del volumen y recordó su primer largometraje, «Libre de culpas» de Marcel Sisniega, donde experimentó con el proceso químico de la retención de plata en el negativo, riesgo que tomó para lograr que la imagen se viera de una manera no convencional. Esta técnica fue la que más tarde adoptó Rodrigo Prieto para trabajar la imagen de «Amores Perros», pero con su estilo personal. Saldívar recordó: «Alguna vez me dijeron que en Estados Unidos jamás lo hubieran permitido porque es muy peligroso. Esas son las oportunidades que podemos tener aquí en México. Experimentando, cometiendo errores, se logran cosas muy interesantes. Hoy en día no me atrevería jamás a hacer algo así. Por suerte la película quedó muy bien, pero con el tiempo fui aprendiendo a ser un poco más cuidadoso y más conservador.» La técnica le otorga principalmente un contraste muy fuerte a los colores, y fue más tarde adoptado por cineastas de todo el mundo y sobre todo inundó el mundo de la publicidad.
Estas anécdotas y muchas otras son las que le dan color a este libro, que más allá de la teoría, la periodización y la investigación histórica, busca acercar al público el trabajo cotidiano de los cinefotógrafos, replegados detrás de sus cámaras pero cuyas miradas explotan en las pantallas grandes. Pocos países le dieron un lugar de importancia a sus directores de fotografía. No queda más que celebrar este encuentro con ellos a través de las páginas de este voluminoso libro.(fotografías cortesía de Marco Martínez)




























