Pantalla Pinamar, después de lo previsto (1); el cine español

Como consecuencia del apoyo constante de la Embajada de España en Buenos Aires, el cine español tiene una presencia destacada en los eventos que desarrolla Pantalla Pinamar cada año. La edición de 2016 contó además con la visita de algunos profesionales ibéricos como Gracia Querejeta, quien recibió un reconocimiento del certamen durante su inauguración y presentó «Felices 140» junto a la actriz Paula Cancio. También estuvo el actor y director Daniel Guzmán con una animada y divertida rueda de prensa; la directora catalana Anna Bofarrull para presentar ante el público argentino la película «Sonata para Violonchelo»; la actriz andaluza Natalia de Molina, protagonista del filme «Techo y comida»; y el director del documental «Tras Nazarín», dedicado al gran maestro Luis Buñuel. Con la probable última ocasión del consejero de cultura y el embajador en el evento, la legación española ofreció su tradicional recepción en Pinamar.
Javier Espada dirige el Centro Buñuel Calanda desde su creación en el año 2000 y ha rodado un filme que ofrece al espectador diferentes hallazgos en torno a la filmación en el Estado mexicano de Morelos de la película «Nazarín». Cineastas, artistas y amigos conocedores de la obra del maestro español dan aquí su testimonio y reconocen la influencia que en ellos ha tenido. Los encuadres fotográficos a cargo de Gabriel Figueroa ya estaban perfectamente definidos por Buñuel, tal y como detalla la película.
«Nazarín» fue un filme que deriva del relato del Madrid de Azorín del siglo XIX trasladado al México de Porfirio Díaz. ¿Por qué eligió Javier Espada este título para su documental? Lo explicaba así el director: «Nazarín» fue una película muy importante para Buñuel porque fue la puerta de, por ejemplo, «Viridiana», que es la única Palma de Oro de un largometraje en español en el Festival de Cannes. Los franceses nos quieren mucho, pero de lejos -risas-, me temo».
«Con cada película, Buñuel se la jugaba -sigue-. Se la jugó con «Los Olvidados», con la que casi lo expulsan de México al hablar de la pobreza e inventar un nuevo tipo de cine, un cine que no quiere solamente contar una historia, sino que quiere de alguna forma también denunciar una injusticia. Y eso Buñuel lo supo hacer muy bien, y no olvidar sus raíces».
«Yo nací en Calanda -añade-, escuchando en Semana Santa el sonido de los tambores igual que Buñuel, y una vez, investigando para una exposición que hice, descubrí en el Legado Buñuel de Filmoteca Española una caja de zapatos que tenía como unas mil fotografías, y en algunas fotos vi que estaba Juan Luis Buñuel, el hijo del realizador, así que le pregunté y me dijo que eran fotos que hacía su padre con la Leica (cámara) para localizar los exteriores de las películas que después rodaría en México, de todas, desde «Los Olvidados» a «Simón del Desierto» que fue la última». El gran cineasta se encargaba de hacer esas fotos previas al rodaje para especificar el encuadre exacto que quería en la dirección de fotografía de sus obras.
La crítica argentina presente en Pinamar acogió muy bien los filmes españoles presentados. Estuvo Gracia Querejeta, hija del mejor productor de cine español de todos los tiempos, el ya desaparecido Elías Querejeta, junto a la actriz Paula Cancio, quien al parecer ahora desarrolla vida personal y profesional en Argentina, para presentar la película «Felices 140». Lo mismo ocurrió con «Sonata para Violonchelo». Por su parte, la actriz Natalia de Molina hizo lo propio con el film que protagoniza, «Techo y Comida», debut de Juan Manuel del Castillo en la dirección, y que le valió los premios a Mejor Actriz en Málaga y en los Goya.
Daniel Guzmán expresó su deseo de que «A cambio de nada» llegue a verse en los cines, con la esperanza de que su exhibición en Pantalla Pinamar sirva a su vez de promoción de la película de cara a algún distribuidor local. Muy simpático en la conferencia de prensa, Guzmán habló del cine como «un lenguaje universal, una herramienta social y educacional; de hecho cuanto más localista es la película, más conecta con los públicos de otras culturas y de otros países, incluso de otras lenguas». Aseguró asimismo que «la realidad supera a la ficción», -el guión del film fue escrito en base a vivencias propias-, y que solamente pudo contar en la película hasta donde podía contar, «por respeto a mi familia y a mis amigos, y porque hay delitos que todavía no están prescritos» -bromeó-.
La preparación de «A cambio de nada» le llevó 10 años. «Necesitaba transmitir algo que yo había vivido para hablar de la adolescencia, y entendí que en una primera película uno debe de hablar de lo que conoce y le conmueve para intentar conectar con el espectador». Respecto a su entrañable abuela, Guzmán aseguró haber sentido temor de que no hubiera llegado a tiempo a la realización del proyecto, dada su avanzada edad -tiene ahora 91 años-.
©José Luis García/Cinestel.com
©fotos Giovanni Sachetto/Pantalla Pinamar