“Carlos Gesell, mi padre”, entrevista a la directora Marina Zeising

Estreno en Buenos Aires
En las costas del mar Argentino se encuentra Villa Gesell, una localidad muy frecuentada por los turistas, donde una bonita estatua dorada nos recuerda al fundador de esa pequeña ciudad balneario de playas atlánticas. Lo interesante de Carlos Gesell es que apostó por un lugar a priori inhóspito, una extensión de dunas arenosas, para transformarlo en otra cosa más habitable, aun cuando lo que allí finalmente se construyó dista mucho con respecto a la idea original que el promotor tenía.
“Carlos Gesell, mi padre” es una idea que surge tras la lectura por parte de la directora Marina Zeising de un libro escrito por una de las hijas del que fuera creador de ese espacio multifuncional.
Desde el punto de vista de Rosemarie Gesell (foto), el documental reconstruye su extraordinaria historia atravesada por los avatares del siglo XX.
Los abuelos alemanes de Marina frecuentaron mucho esa zona, hasta que decidieron comprar una casa en el municipio de al lado, Pinamar, que está a tan sólo diez minutos de distancia. La realizadora nació justo a los tres meses de la muerte de Carlos Gesell y, aunque contó con diversos colaboradores, la mayor parte de la investigación sobre el terreno la hizo ella misma, ya que además es una zona en la que ahora está presente la mayor parte del año.
“Les pasé la película a gente grande, en una casa de abuelos de Gesell, -nos comenta Zeising-, para ver qué es lo que ellos nos decían, porque me interesaba mucho su punto de vista ya que yo no viví ese tiempo histórico, y sin embargo todos estaban muy emocionados porque decían que yo había logrado captar el espíritu de esa época, lo cual me alegró oír porque para mí hacer este filme era un desafío”.
“Yo vengo de familia Waldorf, muy antroposófica, más hippie, si se quiere expresar así, de una corriente alemana muy bohemia que era lo más parecido a lo que se vivía en Gesell. Entonces, aunque no haya vivido esa época, para mí es parte del espíritu familiar. Así que no me costó mucho captar esa historia tan paralela a la cultura de mi familia, y que yo he conocido ya en democracia”.
– Hay que subrayar que Rosemarie falleció en diciembre del año 2021 y que la voz en off que narra la película la puso la actriz Cecilia Rossetto.
El talento de Cecilia, como buena actriz que es, fue meterse en ese universo. Yo le mandé muchos videos de Rosemarie para que ella pudiera comprobar cómo hablaba y tratara de captar su esencia. Al final fue fantástico lo que pasó, porque yo no sabía que el papá de Cecilia Rossetto había sido bicampeón mundial de ajedrez. Héctor Rossetto fue un hombre muy conocido y si uno lo googlea aparece en fotos junto a Humphrey Bogart y otras personas muy famosas como el Che Guevara.
A partir de eso, yo me daba cuenta mientras trabajábamos y hacíamos los ensayos en off, de que Rosemarie hablaba siempre de este padre-patriarca tan poderoso, y Cecilia también tuvo un padre de esas características. Entonces fue muy interesante ver cómo ella enseguida la entendió a Rosemarie desde ese punto de vista de hija de alguien que fue una figura tan importante.
– ¿Y por qué se decidieron a narrar esta historia como un cuento explicado de forma cronológica?
Yo ya conocía algo sobre la historia de Carlos Gesell, pero cuando me reencuentro con este tema, el hecho de meterme de nuevo en el museo, volver a revisarla, me pareció cautivante porque es diferente a la formación de otras villas y pueblos de la Argentina; aquí se trató de una tierra privada que él la habilitó a que sea pública, una coyuntura que en la Argentina no suele pasar mucho.
Cuando leí todas las biografías, la que más me gustó fue la de Rosemarie, y ahí fue cuando yo la contacto y le pido si la puedo entrevistar, y a sus 87 años de edad yo le hago una larguísima entrevista, de muchas horas de duración en su casa. A partir de ahí la desgloso y armo el guion.
Ella ya entonces tenía una voz muy cascada porque fumaba mucho, -de hecho pongo algunos planitos en la peli de ella fumando, que son como reflexiones acerca de su historia-, y me contó casi lo mismo que aparece en su libro. Como todo me lo contó de forma cronológica, -ella tenía un recuerdo muy vivo y muy presente-, eso fue como explicar un poco la historia del siglo XX desde Argentina y cómo repercutió acá la acción de las dos guerras mundiales, además de profundizar en la forma en que se fue dividiendo el territorio argentino, que es algo también interesante.
Esto que pasó en Gesell fue un descarte de unos terratenientes que creían que no les servía para nada, y Carlos fue muy hábil en salirse de la empresa familiar e invertir todos sus capitales en comprar esas tierras de descarte. Ahí es donde él forma todo eso. Pero sí, ya desde el vamos me planteé narrar esta historia como algo cronológico.
– “Carlos Gesell, mi padre” también contiene algunas jugosas escenas de cine clásico con Buster Keaton, Chaplin y también creo haber reconocido al “Nosferatu” de Murnau, pero a falta de una Cinemateca que posiblemente no se pondrá en marcha en los próximos cuatro años por razones puramente políticas, está el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken en Buenos Aires que quizá te echó una mano en esos menesteres de seleccionar imágenes que casaran con lo que estabas proponiendo en esta película para, de alguna manera, jugar con ellas. ¿Fue así?
Totalmente, es un juego y te digo que de todas las películas que hice fue la que más me divertí editándola, porque me propuse cómo contar aquella historia del siglo XX cuando no teníamos materiales de archivo suficientes, aunque sí que había un material depositado en el Archivo General de la Nación que me cedieron, pues es un lugar que me encanta y donde yo siempre busco entre sus numerosos registros.
También toqué la puerta del Museo Pablo Ducrós Hicken, donde me atendieron muy bien, pidiendo el material de la primera película que se filmó en Gesell en su momento de mayor auge, cuando estaba súper de moda, y que se llamaba “Los Inconstantes”, que en realidad a Carlos Gesell no le había gustado porque aparecen mujeres desnudas y se insinúa cierto libertinaje, y la hija del director me cedió la posibilidad de incluirlo, pero las latas estaban en el Museo. No estaba completa la película y por esas cosas que tiene la Argentina, se habían dado cuenta de que faltaba una lata, pero hicimos un telecine, que de hecho lo tengo grabado porque es toda una experiencia fantástica y a los que nos gusta el cine es como meterse en un mundo realmente encantador, e hicimos un transfer a digital

Marina Zeising, directora de “Carlos Gesell, mi padre”
En el montaje preferí dejar la banda de sonido tal cual estaba, raspada, porque para mí es un homenaje al cine de blanco y negro, el cine mudo y el cine que nos precedió. Y como el material no estaba bien, tampoco quise disimular, forzarlo y tratar de que se vea bien, sino mostrarlo tal cual está en la realidad. Así que la película también es un homenaje a Chaplin y a Buster Keaton, que para mí eran unos grandes maestros del cine que ya de entrada entendieron su esencia e inclusive supieron pronosticar lo que se venía del capitalismo. Fue un placer absoluto trabajar con esos materiales y aparte me enteré de que estaban liberados los derechos y por eso me animé a incluirlos.
Y es que, en definitiva, ni la familia tiene tantas fotos de la época del principio del siglo XX, cuando Carlos era adolescente, así que cuando veía estas otras películas siempre tuve en cuenta que fueron rodadas durante aquellas primeras décadas. Y ahí se puede observar cómo era aquel momento, con esos autos, cuando Gesell viajó a Estados Unidos y a Europa, porque él tenía esas posibilidades de viajar.
A Carlos lo forzaban mucho a profesionalizarse en algo, pero él era un inventor y un tipo fuera de serie, y su padre también lo era, Silvio Gesell, un hombre muy conocido sobre quien ahora están recuperando sus memorias, sobre todo en Alemania, donde tienen hasta una Fundación, pues era un economista que estudiaba las teorías económicas.
– En la película se ve un cine que parece ser que es el Oasis de Pinamar, donde vi gran cantidad de películas gracias a Carlos Morelli y toda su magnífica organización de un Festival que llenaba casi todas las funciones en esas salas. Pero, ¿es que en Gesell no quedan cines actualmente?
Ese fue el problema. Cuando quise filmar, justo había cerrado el Atlántic. De hecho me quedó desactualizado el texto porque en él decía “lo que hoy es el Cine Atlántic” y al mes de que lo grabé y filmé, cerró el cine. Entonces tuvimos que ir al cine de Pinamar, donde nos cedieron el espacio, porque quería imaginar qué pasaría si Carlos Gesell recorriera el Gesell actual: si quería ver películas se tendría que ir a unas salas que están en Pinamar.
También hay todo un fragmento nocturno donde filmo todo lo relacionado con el desarrollo urbanístico de corte capitalista que hubo, con las cosas y las ventas chinas, los copos para los niños, el McDonald’s,… y llegó toda esa riña que cuenta la película, donde el pueblo le pedía a él que deje el asfalto y que empiece a desarrollar más, él tenía resistencia y ya estaba grande y le ganó el desarrollismo, así que empezó a ceder en un montón de cosas y ahí es donde cambia mucho Villa Gesell y por eso todos dicen que ya no es lo mismo que era antes.
En todo caso, te puedo decir que viviendo allá en esa zona, en Gesell está el espíritu de él porque es una ciudad muy cultural, a diferencia de las demás que están más atrás en esos términos, en el sentido de que hay un montón de ferias anuales y la gente del municipio invierte mucho en cultura, en armar fiestas populares, encuentros de debate,… y esos valores siguen estando presentes, pues para la gente de la cultura es un lugar de referencia.
– Y en esta película hay también una historia emocional, la que parte de Rosemarie en la voz de Cecilia, y el relato sobre una familia que confió en ese lugar.
Sí, a mí me interesaba mucho la mirada de ella, que no es una mujer que por su generación se auto-percibía como feminista, -nunca hablamos de eso-, pero sí era una mujer bastante moderna para su edad. Hasta se posicionó a favor de la legalización del aborto en su momento en que eso generó un revuelo. Y en sí, es una familia progresista sobre la que ella me contaba un montón de anécdotas que no las incluyo en la película.
De hecho, ella tenía una parte del territorio que había heredado del padre, al igual que les ocurrió a los otros hermanos, y ella quería abrir su propiedad para que la gente pase al mar, pero el municipio no le dejaba. También era muy campechana y respondía afirmativamente cuando un grupo musical le decía que quería tocar en su zona. Además era una mujer muy abierta, con un estilo más bien hippie.
Eso es lo que me gustaba de ella y también cómo contás un padre de esas características; porque por un lado él era muy generoso con su comunidad, pero por el otro, un patriarca: a él le gustaba ser el león, el jefe. Carlos era un padre muy poderoso y sobre eso tengo muchos amigos que tienen padres muy fuertes, conocidos, y siempre es un tema el que resurge: cómo lidiás con esas figuras que te hacen sombra.
Rosemarie trabajó con su padre en parte y eso entonces tenía doble sentido: por un lado su trabajo y por el otro, su rol de hija al mismo tiempo. Eso es lo que me gustó de ella.
©José Luis García/Cinestel.com