“Electrocardiograma”, de Valentina Camus; un corazón cae del cielo
Valentina Camus es una joven chilena residente en Argentina que desde hace ya algún tiempo está desarrollando una investigación a través de la cual intenta cruzar las artes escénicas con las cinematográficas.
Luego de tres cortometrajes, la realizadora ha estrenado su primer largo cuyo itinerario de exhibición ha alcanzado distintas partes del planeta.
En “Electrocardiograma” un corazón desciende del cielo y cae en manos de Alexis, lo cual la impulsa a iniciar un recorrido por diferentes estaciones de un viaje surrealista, el cual revelará “el estado de enajenación, autodestrucción y deshumanización en el que vivimos”.
La película ofrece una combinación de danza e imágenes tan interesante que las personas que la han rodado afirman que para ellos ha sido una experiencia totalmente transformadora.
La intención inicial de este grupo de aspirantes a jóvenes cineastas profesionales vino marcada por su deseo de producir diferente, tratando al mismo tiempo de superar lógicas machistas de funcionamiento en el mundo del cine. De este modo, decidieron que los roles principales del relato fueran ocupados por mujeres y disidencias, siendo algunas de ellas gente que ha transicionado como personas trans/ no binarias. También hay bailarines en el filme, como es el caso de Lihuen Fiorotto, que igualmente colaboraron en esta búsqueda para cruzar ambos lenguajes artísticos.
En cuanto a las actrices, destacan Inna Faccini y Stella Maris Isoldi. Inna es una bailarina, actriz y docente que también rodó un mediometraje de videodanza. Valentina vio en Faccini el «physique du rôl» que ella necesitaba para su protagonista: un cuerpo medio andrógino, no total, pero anguloso, y con alguna cuestión en el pelo que destacara por algún corte o algún color.
Luego está Stella Maris, quien es una mítica docente de la Técnica de la bailarina y coreógrafa estadounidense Martha Graham, y que aparece en algunos momentos claves de la película. Estudió con Freddy Romero y sus enseñanzas comparten con el filme algunas preferencias relacionadas con el corazón, particularmente en el primer acto.
Y como curiosidad, en contadas ocasiones aparece un trompetista encarnado por Ezequiel Kosiner Blanco, que trabaja para la Big Band y tiene una complexión voluminosa y disruptiva en cuanto a lo que se espera de una película de este tipo, ya que su cuerpo está completamente fuera de lo que se consideraría como hegemónico. Su personaje procede del tarot y es alguien que con las notas musicales que emanan de su instrumento de viento, viene a anunciar una especie de nueva realidad.
“Electrocardiograma” también se propone luchar o contraponer el pesimismo que puedan tener las generaciones más jóvenes que a buen seguro no han vivido otras épocas mejores y, posiblemente, algunos de ellos necesitan algún rayo de esperanza para encauzar una salida hacia el futuro.
En ese sentido, Valentina Camus nos comenta que “la película es experimental y al tiempo es una tesis de cine de la Universidad Pública de acá, además de súper colectiva. A partir de eso fue mutando, por lo cual hay muchas cosas que yo propuse al principio que me las va confirmando el público, en algunos intercambios que tenemos posfunción. Ahí me he dado cuenta que funciona, que se entiende, que el mensaje llega, que la sensación corporal que yo le quería dejar a las personas también sucede, y sí, es una de las cosas más importantes del filme”.
“Yo creo que por eso es que tantas personas se acercaron también, porque hay algo que la película sugiere, que la poesía que la funda, que la temática que trata, que las estéticas que propone,… todo ese collage generó al menos en muchas personas jóvenes y también los personajes no tan jóvenes, como un fueguito al que todos se querían acercar, y nosotros de un principio decíamos que somos una película independiente, no hay sueldos, estamos apenas pudiendo producir y las personas se sostuvieron por mucho tiempo, así que eso fue y sigue siendo muy hermoso”.
– Pues para mí la danza tiene algo también entre lo simbólico y lo metafórico, y eso se ve en la película, aparte de ello también hay como una especie de llamado, no sé si a la acción, pero sí a la importancia que tiene lo colectivo por sobre de la individualidad principalmente; yo lo veo sobre esa base, y no sé si esa era la idea que vos tenías cuando estuviste escribiendo la película.
Sí, totalmente, de hecho al principio no quería que hubiese una protagonista. Me costó un poquito entender que por ahí la protagonista obviamente facilita el entendimiento de la ficción; que en cierta manera democratiza a la danza. A veces sucede que la danza al ser tan abstracta, tan grupal, un lenguaje como muy potente, pero al mismo tiempo para nada literal, hace que los públicos se alejen un poquito y lo que yo justamente quería era que la gente se acerque a la danza, que haya espectadores que no suelen ver danza que se queden atentos y que vean la película y la disfruten al tiempo que tengan un contacto con este mundo, con este lenguaje.
Para mí la película nace también a partir de la preocupación de una generación, -yo soy de los 90-, en la que ya hay una inquietud climática que se empieza a prever, que se empieza a sentir, y nos pasó algo muy loco y es que la película la proponemos antes del 2020, en el 2019, ya con un manifiesto poético que aparece al final del filme que precisamente llama un poco a esta importancia de lo colectivo, de que nadie se salva solo, la salida es colectiva; esto lo reforzamos trayendo una historia que tiene protagonista, pero también tiene muchos momentos de masa, que era lo que yo finalmente quería que en el fondo se desdibuje un poco esta cosa del personaje individual.
A medida que vamos aumentando el clímax de la película va surgiendo esta idea del fin del mundo, esta sensación de que se quema todo afuera, y coincidentemente proponemos la peli el 2019 y en el 2020 aparece una de las primeras situaciones climáticas que fue la pandemia, ante lo cual tuvimos que parar todo el rodaje y recién pudimos filmar en 2021.
– En la película decís que “el colapso es inevitable, la salida es colectiva” y también veo que hay un interés por tu parte en reflejar lo que es un panorama generacional que también es diverso, pues aquí hay personas más mayores, pero sobre todo están los jóvenes, y hay una preocupación por intentar que la perspectiva de la que hablábamos, comunitaria, se vea reflejada a través de personas diversas.
Sí, totalmente, de hecho es lo que me ha llamado la atención, pues la naturaleza es diversa y por eso se mantiene viva, no hay monocultivo, no hay homogeneidad, y yo también soy parte del colectivo LGTBIQ+; eso también se ve. Son todos los colores juntos y un poco esa es la intención, porque eso también pasa en el mundo de la danza, que se hace de manera colectiva y se ven danzas que son únicas, no hay una danza igual a la otra. Y esa era mi preocupación, la de de mostrar una realidad cada vez más diversa.
– En cierta parte de la película se percibe un estilo musical que podría ser como el que ahora se escucha en boliches y para mí la música también tiene un significado en la película, porque hay algo de preocupación por las emociones también y quizá veo que tal vez “Electrocardiograma” acompaña poco las emociones más profundas. ¿Puede ser que la eligieras viéndolo desde esta perspectiva también?
El proceso de composición musical fue súper diverso y hubo muchos compositores trabajando en el asunto por cada acto del film.
Sobre la música de fiesta, primero debo decir que a mí me gusta ir a fiestas electrónicas y un poco también tengo la impresión de que la música electrónica, al tener tanto bajo, tiene algo como que se te mete un poquito en el pulso, y como la película trata de un corazón que cae del cielo, obviamente ya la imagen simbólica de un corazón trae mucha información, así que ahí tengo la sensación de que la protagonista entra a un mundo que es artificial, un mundo que es de la noche, que es de fantasía también, y que es algo extremista, de drogas y qué sé yo. Esto lo mostramos de una forma que para mí está súper light en la película, pero un poco se pincelea eso.
La música electrónica para mí es un aspecto generacional, una cuestión de gusto también, pero sobre todo porque hay algo en los bajos que a mi modo de ver, entra, y hay algo en la repetición, en el bombeo del corazón que es similar a la música electrónica y que, si lo pensamos en un contexto, es una repetición constante, un Sísifo que va y viene, y eso también se muestra en la escena de Enamoradas Rabioses, cuando están en la colina y bajan y suben. Ahí son todas pequeñas alusiones a lo humano, a la manera que el humano tiene de amar, de vivir, de morir,… aunque por ahí eso no sé si se llega a interpretar si yo no lo cuento en una entrevista, pero bueno.
– Fijate en una cosa, Valen: el corazón es en realidad como se ve en la película, pero gráficamente se dibuja de otra manera; entonces no sé si te habías visto tentada a poner algo parecido que no fuera tan real. Veo que vos transitas desde la metáfora de la danza hacia el realismo y parece que eso te influyó bastante a la hora de elegir ese corazón con una forma auténtica. ¿No es así?
Sí, bueno, el corazón siempre me obsesionó; yo siempre digo que estudié cine para poder contar esta película, porque me apareció la imagen, no sé si soñando, pero fue cuando estaba en la escuela; yo soy de Chile, de Valparaíso. Empecé a obsesionarme con los corazones y, de hecho, yo militaba en eso cuando era muy chiquita, pues me enojaba que el corazón se dibujara así, porque me parecía muy hermosa la anatomía. De hecho, creo que me acerqué a la danza también por eso, porque siempre tuve mucha curiosidad sobre el cuerpo humano, los dibujos anatómicos, cómo son los músculos, el cuerpo,… y de a poco las cosas te van llevando.
Precisamente, yo empecé a hacer esculturas de corazón, empecé a dibujar corazones hasta el punto de que me obsesioné con ello desde que era chiqui y militaba a favor de que que el corazón se ponga así como es, porque me parecía precioso, y a partir de ahí aparecieron los guiones y las ideas.
– La danza y la expresión corporal son esenciales en este primer largometraje tuyo, pero ¿crees que se podrían hacer más películas de este tipo? Porque yo no recuerdo tantas, así que ¿estás satisfecha con las películas que has visto hasta ahora de danza o crees que es un terreno poco explorado?
Aquí pasan varias cosas: primero hay referencias muy buenas, porque como es un proyecto de investigación, hice muchísimo visionado, hasta el hartazgo vi películas de todo tipo, musicales, películas experimentales y videodanzas de distintos momentos de la historia del cine.
De cuando apareció el video digital hay muchísimos referentes, y hay otras películas más nuevas que para mí algo de esto tienen, por ejemplo “Pina” o “Clímax”, que fueron súper conocidas. “Suspiria” también, u otras como “Anima”, el último corto de Thom Yorke, dirigido por Paul Thomas Anderson, que son películas y cortometrajes que resonaron un montón, porque si menciono a “Clímax” no hay nadie que la haya visto, y creo que ellos se acercaron un poquito al lenguaje que a mí me interesaba.
A nuestra película también le pasa que es muy vanguardista en ese sentido, o sea, hay muchas personas que nos dicen que no habían visto algo así antes. Obviamente quisiera hacer más películas, aunque historias como “Electro” requieren mucho esfuerzo, mucho presupuesto. Esperemos que las puertas estén abiertas para nuevos proyectos, sobre todo en el cine, que siempre necesita financiamiento estatal.
También es cierto que hay poco mercado de distribución. A nosotros nos está pasando que hay mucho festival de videodanza que sólo proyecta filmes de hasta 20 minutos. Entonces no entramos porque hicimos un largo de 74 minutos y para los festivales de ficción somos una película rara, porque somos una videodanza con una ficción, así que los caminos por los cuales nos podemos meter al mundo de la distribución y en el festivaleo están un poquito acotados en ese sentido; entramos más en temáticas LGTBIQ+, cine experimental, medioambiental, de danza,… pero nos cuesta un poco caber en algún lugar, porque el film es un híbrido y entonces, habrá que abrir y seguir defendiendo el género.
©José Luis García/Cinestel.com