“La Dama”, de Sebastián Cortés; la lucha diaria de Kiara Rodríguez

Estreno en Buenos Aires
Kiara Rodríguez es una mujer trans peruana que, apasionada por el baile y el teatro, decidió irse a vivir a Buenos Aires para probar suerte. El problema es que su condición de persona con bajos recursos económicos dificultó sobremanera esas aspiraciones suyas, así que “La Dama” es una película dirigida por Sebastián Cortés que se acerca a ella y a todo su entorno, en un viaje íntimo que incluye momentos de humor y contradicciones, así como frustraciones y celebración.
Cortés ha querido dibujar con este relato un mapa borroso de los deseos personales de su protagonista, que contrastan con una realidad que no siempre es complaciente para ella.
Y en ese contexto de limitaciones, el filme pone todo su enfoque en lo que es la resistencia y el compañerismo como medios de supervivencia.
Porque justamente lo que hace “La Dama” es destacar el activismo de esta mujer sin caer en la victimización o el dramatismo excesivo y dotando a la narración de un ritmo que captura su energía, a través de una producción que inicialmente fue autogestiva y de bajo presupuesto, pero a la que posteriormente se unieron Vanesa Pagani y Valentín Javier Diment, acabando así de perfilar una historia sólida y consistente.
Sebastián no buscaba hacer una película sobre una persona con estas características personales y emocionales, pero un día entró en un bar a eso de las cuatro de la tarde y allí se cruzó con Kiara, quien se disponía a colocar unos billetes dentro de una rocola como escenografía de un videoclip, y al parecerle que era una dama dispuesta a ser retratada, quiso saber algo más sobre ella y le maravilló el hecho de que no puso impedimento alguno a que él comenzara a tomar imágenes acerca de su vida cotidiana.
Kiara Rodríguez posee un marcado interés social y no para de hacer reclamos de justicia para los miembros del colectivo trans del Perú, sobre todo porque no quiere que las nuevas, es decir, la gente más joven pase por las dificultades que ella misma atravesó: “Sí, la película es política -afirma Cortés-, o sea, el hecho de mostrar, como decía Buñuel, un mundo que no es el mejor de los mundos posible para vivir, ya la convierte en una película política. Ella es muy activista, siempre lo fue. Y a la vez iba y venía. Y no es que su actividad sea claramente política, sino que por momentos le agarra un impulso fuerte de hacer activismo, y otras veces no”.
“Y respecto a las más jóvenes, ellas tienen una red que se llama ‘Las madres e hijas’, en la que cuando una chica nueva llega a un país, emigrando, las mayores hacen de madres, pues las reciben y les dan la ropa, les dan dinero, les dan la casa,… todo para que justamente no terminen en la calle o en algún lugar peligroso y se puedan desarrollar un poco mejor en ese momento de su llegada. También tienen otras redes donde hacen una colecta de dinero, para que una vez por mes la cantidad recaudada sea sorteada entre varias, aunque todas ponen dinero en un pozo común”.
“Al fin de mes lo sortean y le dan a una para que se compre ropa, se vista, haga todo lo que tenga que hacer para estar mejor. Esas redes que arman entre ellas son muy interesantes y muy desconocidas, y son muy internas. No es algo público, es algo de círculos íntimos y reducidos”.
– Y yo, mientras veía la película, me estaba preguntando, sobre tanto Kiara como Johanna, su pareja en este caso, si ellas hubieran nacido o hubieran vivido en barrios de Lima como San Isidro o Miraflores, que son lugares de gente pudiente, ¿su vida habría cambiado totalmente? ¿Sería de otra forma? Entonces pensé que más bien la intención final tuya es hablar de ese contexto de pobreza de los barrios periféricos de Lima y que quizá sin pretenderlo, la película también habla de eso.
Sí, habla porque era el entorno. Cuando fuimos a Lima, yo me encontré con ese lugar y fui a vivir esos diez días de rodaje allá en su casa familiar. Y fue fuerte también estar ahí. La verdad es que si ellas hubieran nacido en Miraflores, sí que hubiera sido completamente diferente. En el barrio donde nacieron, terminan trabajando en la periferia, donde sufren la mayor violencia. De hecho, en la película hay una ruta en la cual rodamos, donde están todas las compañeras que ella tenía antes, y se ve que hay un fuego a la noche. Una de ellas que está grabada, Angie, termina pocos meses después asesinada, y nosotros nos enteramos de eso por Facebook. O sea, sí tiene que ver porque el lugar de donde viene es completamente peligroso. Y además Perú es diferente a Argentina, pues allí la violencia machista es mucho más fuerte con ellas.
– Yo también veo que Kiara es muy amorosa y transmite ese amor también a quienes están alrededor, bien sean personas allegadas o bien sean animales, porque las mascotas también salen y son una parte importante de la película. ¿Esto vos te lo encontraste cuando fuiste para allá o en Buenos Aires también?
Sí, los animales eran los hijos de ella, pues Kiara los nombraba todo el tiempo como sus hijos, que eran más o menos unos doce o quince, que están en todas todas las casas, porque en la película hay varios lugares distintos donde ella está. Estuvimos muchos años grabando y se fue mudando varias veces. Todas son en Buenos Aires. Y pasa eso, que con las personas en general, para ella parece más difícil tener cierto afecto o cierto amor con el común del mundo, con el entorno cotidiano. Por eso en los animales encontraba algo que no estaba en ningún lado, solo con Johanna o con las personas más allegadas y algún familiar. Y realmente tenía un amor increíble por los animales.

Sebastián Cortés, director de “La Dama”
Llegó a tener pájaros en un momento. No aparece en el documental, pero tenía unos pájaros. De hecho hay unas fotos de cuando están en Perú, que me muestra el padre, donde a ella se la ve con un loro en el hombro, cuando era muy chica, que está en una playa, así como un cristo. O sea, siempre fue una loca de los animales, pero está bien eso que vos viste, porque ahí es donde realmente ella puede explorar y largar ese amor que es tan difícil en otras zonas, sobre todo con personas.
– Y hay otra cosa que también me llamó la atención de la película, que es que no se menciona explícitamente lo que ella ha hecho profesionalmente, por ejemplo, o a qué se ha tenido que dedicar. Pero sin embargo, si sigues lo que Kiara cuenta, es posible deducir cosas en relación a lo que le ha pasado, pero en este punto no quisiste caer en el dramatismo o en la lágrima, por ejemplo, aunque escuchándole a ella sí que se podría llegar a entender cómo pudo haber sido su trayectoria. ¿Eso fue porque no quisiste ser tan explícito?
No, eso ya fue en la parte de la edición del montaje, donde sí se podría haber puesto mucho en ese sentido, puesto que hay momentos en los que ella lo decía explícitamente, pero está en algunas imágenes, porque también era la vida, era su vida cotidiana. Yo podía haber decidido no mostrarlo, pero en absoluto esconderlo, para generar otra empatía. Entonces en algunas imágenes se ve. De hecho ellas hacen unos chistes en un momento al principio preguntando que qué hacía en la calle, a lo que Kiara responde que ella da autógrafos, y me parece muy lindo como ellas lo llevan. Pero la idea no era hacer una especie de porno miseria, sino que fuera lo más sutil posible.
En realidad, ahí estaba puesto el foco y Kiara hacía otras cosas, yo que sé. Yo la he visto drogándose, haciendo de todo y aunque lo tengo grabado, no está en la película porque eso me parecía demasiado, aunque hay momentos en los que ella lo decía explícitamente y eso está en algunas imágenes, porque como decía antes, también nos abrimos a su vida cotidiana.
Todo eso en conjunto tiene que ver con el exceso de show que ella tenía, por otro lado, por la parte más glamorosa, que tampoco está todo el tiempo en la película. Ahí yo busqué un equilibrio entre todas las cosas que Kiara hacía, mostrando ni tanto de una cosa ni tanto de la otra, sino eso, una línea intermedia.
– Pero si hay algo que destaca de “La Dama”, sobre todo es el ritmo. La regularidad de la narración me parece importantísima porque no te entretuviste en escenas que fueran lentas y todo eso, sino que la película marca un tempo que es importante destacar porque no te cansas de verla y quieres saber más sobre Kiara. El trabajo del montajista es impresionante en este sentido. ¿Te entendiste con él o tuviste que estar mucho tiempo para ver cómo sería la película final?
Sí, con Demián Góngora nos entendimos perfectamente. Lo que nos costó fue encontrar ese tono. Igual ya Kiara era un personaje que tenía esa cadencia interna de alguna manera. Ahora con el tiempo yo lo veo así. No tenía un ritmo pausado. Ella ya de por sí era una persona absolutamente eléctrica, todo el tiempo cambiaba, tanto hoy te decía que por un momento tenía activismo y después la calle, y más tarde hacía un show en un lado. Entonces tenía ese ritmo. Así que el montaje un poco refleja el personaje mismo de ella, el retrato de ella.
Y esto tiene también correlación con lo que te estoy contando: de todas las actividades que ella tenía, ese collage que es el que forma el montaje, era necesario, no nos podíamos detener porque recién en el principio, cuando está en su casa, siendo una parte cotidiana, hay un ritmo pausado que fue un poco más buscado. Lo fuimos a grabar así, un poco más específico.
– Y otra cosa que me llamó la atención también fue que en la producción está Javier Diment junto con Vanesa Pagani. Yo a Javier Diment lo conocí a través de sus bizarras películas, que recuerdo haberlas visto en el Bafici, algunas de ellas. “El sentido del miedo”, por ejemplo, que era una recopilación. “La memoria del muerto” también la recuerdo. Pero no sabía que él también hacía tareas producción; ¿Ha empezado ahora a producir o ya lo hacía anteriormente? Supongo que él ya se producía sus propias películas.
Sí, era productor de sus películas y tiene varias producciones que él no dirige, que yo sepa. Tiene un largometraje de terror que es “El cadáver insepulto”. Después tiene un par de documentales también, varios, por lo menos unos cuatro. Y sí, él es productor y escritor. Nosotros escribimos dos películas juntos. Una es “El eslabón podrido”, que estuvo en el festival de Sitges adonde fuimos y obtuvo un premio de público en el 2015 de mejor película. Eso estuvo buenísimo. Y otra que es un guion inédito, todavía no se filmó, que también está muy bueno.
Vanesa también es una muy buena productora, trabaja muchísimo, es incansable. Y Javier dijo que me prestaría algunos equipos, sobre todo cuando fui a Perú, que me ayudó con sonido y lentes. Luego, cuando llegamos más o menos a un corte con Demián que nos gustaba, él agarró, hizo una versión y entre las dos versiones formamos el corte final, que estuvo bueno.
– ¿Y hablando de finales, ese final tan tierno y emotivo de “La Dama”, te lo encontraste o fue buscado de alguna manera?
En sí lo buscamos para el montaje. La escena no fue previamente preparada, sino que me la encontré, o sea, me invitaron a ir a ese acto privado suyo, así como también hay un velorio en un momento. Para mí fueron escenas muy fuertes y yo tuve el privilegio de que me invitaran con la cámara a ir en un círculo súper íntimo, donde no había nadie externo, el único tipo foráneo era yo. Y además me parecía que la película en un momento dado se estaba poniendo muy oscura y este final era un poco más luminoso, esperanzador y amoroso, y que para poder finalizar la historia con esa ternura estaba bien, evitando así terminar con una sensación tan pesada.
©José Luis García/Cinestel.com