Lita Stantic, productora de cine: «Quisiera ser el Querejeta argentino»

Fue nombrada este mes de agosto Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Su amor por el cine de autor la ha llevado a consagrarse como una de las profesionales que más ha mirado por el cine argentino en su conjunto y lo sigue haciendo.
Fue presidenta fundadora de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica (CAIC) y ahora ostenta la vicepresidencia de la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas de la Argentina.
Al margen de que en 1993 dirigiera «Un muro de silencio» para expresar ese sentimiento de culpa que lleva dentro como sobreviviente del daño de la dictadura (se llevaron al padre de su hija y nunca más supo de él), Élida María Stantic, conocida por todos como «Lita», fue y sigue siendo la alentadora de los primeros trabajos de cineastas como Pablo Reyero, Pablo Trapero, Adrián Caetano, Lucrecia Martel, Diego Lerman o Lucía Cedrón, entre otros muchos (la relación de nombres es muy larga; son cuarenta años de dedicación).
Lita Stantic cuenta a Cinestel cómo fue esa jornada de reconocimiento en la Legislatura de Buenos Aires:
«Fue muy lindo porque, a pesar del paro de subtes, se acercaron muchos amigos y fue lindo el reconocimiento sobretodo porque no es tan fácil reconocer a un productor de cine.
Estuvieron entre otros Lucrecia Martel, la diputada Alcira Argumedo y el diputado Julio Raffo y mi asistente en los últimos 32 años, Patricia Barbieri hablando en la mesa, algo que fue bastante conmovedor.
La verdad es que es bueno que a uno lo reconozcan y sentir que hay gente que lo quiere. Por otro lado, toda mi vida he sido productora de cine de autor y, por lo general, no he visto al cine como un negocio sino más bien como la posibilidad de participar para que un director talentoso pueda lograr hacer su película. Por eso he intervenido en muchas óperas primas.
Fundamentalmente se habló de eso en el acto de reconocimiento, que en mi carrera casi me he especializado en óperas primas.
– ¿Encuentra muchas diferencias en cuanto a la realización cinematográfica comparando desde que usted empezó hasta la fecha?
Muchísimas. Yo empecé en el cine en 1968 con una asistencia de dirección y fui durante diez años jefa de producción en épocas en las que naturalmente se filmaba en 35, existía la moviola,… el cine era diferente. Hoy en día, las facilidades técnicas han hecho que se filme absolutamente de otra manera.
Yo realmente comencé a producir en el año 78 cuando con Alejandro Doria hicimos «La Isla» y a continuación «Los Miedos» y después estuve diez años con María Luisa Bemberg, pero toda esa etapa en que yo era productora se filmaba en 35mm, los roles de los técnicos eran muy específicos.
Lo que también ha cambiado mucho es el tema del montaje y, asimismo, la forma de producir, porque se producen también muchísimas películas con gente muy joven que arma cooperativas. En general siempre he trabajado con los sindicatos y he hecho un cine que, aunque apostaba a presentar gente joven, se hizo dentro de las reglas de la industria.
Mucho ha cambiado. Yo lo siento ahora porque estoy en la posproducción de una película, una ópera prima, que es «Habi, la extranjera», un filme de María Florencia Álvarez y a veces en la filmación comparaba lo que era ser jefa de producción hace cuarenta años y hoy en día; todo ha cambiado, con el celular (móvil), los roles dentro de una producción,… También se han diversificado los profesionales y agregado gente a los equipos con algunos roles que antes no existían como puede ser la búsqueda de locaciones que normalmente la hacía el jefe de producción,… no sé, son tantos los cambios,… algunos para bien y otros no sé si para bien, pero todo ha cambiado mucho en el cine.
– Usted hizo una película como directora pero luego no siguió por ese camino. ¿cree que es difícil compaginar los oficios de dirección y producción?
A mí me resultó muy difícil compaginarlo en su momento pero, por otro lado, yo filmé una película cuando tuve la necesidad de contar una historia que tenía que ver en parte conmigo, era autobiográfica pero no totalmente, y que tenía que ver con lo que había pasado en nuestro país pero a través de los que quedamos, de los que sobrevivimos la dictadura porque somos familiares de desaparecidos, más que contar el tema desde el punto de vista de los desaparecidos. Fue una película sobre la memoria, la dificultad y a veces la intención del querer olvidar y de la imposibilidad y de lo perjudicial del olvido.
Yo creo que la única manera de sobrevivir es con memoria. El olvido es una enfermedad. Para mí, el olvido de cosas tan trascendentes lleva a la enfermedad.
– Y con la perspectiva actual en el tema de los derechos humanos del que usted ha sido también defensora, ¿cómo ve la evolución de esta lucha? ¿cree que se han conseguido los objetivos que se proponían?
Yo creo que sí que se han conseguido objetivos muy valiosos como son los juicios pero creo que eso se debe fundamentalmente a la lucha de los organismos de derechos humanos. Hubo apoyo de un gobierno, pero fundamentalmente se debe a que desde el año 77 hubo gente que se jugó la vida reclamando.
Yo pertenezco también al Instituto Espacio para la Memoria, estoy en la comisión directiva, y las organizaciones de derechos humanos que pertenecen al Instituto creen que los organismos no se tienen que politizar, es decir, no tienen que tomar un partidismo político.
Agradezco al gobierno que se haya ocupado de los derechos humanos pero no estoy de acuerdo en que los organismos de derechos humanos tomen partido por ningún gobierno.
– ¿Qué le parece que el Incaa sea el encargado de grabar los juicios de lesa humanidad?
Me parece bárbaro que los alumnos del Incaa hayan grabado los juicios. Es un gran logro.
– Usted conoció en sus inicios a cineastas que ahora ya son consagrados. ¿El hecho de tener de tu lado cuando comienzas a un profesional del cine en cuanto a la producción les ayuda bastante a ellos aunque después se vayan por otros caminos?
Yo creo que sí. Uno lo que puede hacer es apoyarlos y ayudarlos. Fundamentalmente soy productora de cine de autor por lo cual no es mi función hacer la película que yo imagino sino ayudarlos a hacer la película que ellos sueñan.
Creo que sirve de apoyo estar, discutir ciertas cosas y aconsejar. Yo, en ese sentido, tengo una gran admiración por un productor español que todavía vive, pero en un momento fue crucial para España, que es Elías Querejeta. En ese momento hubo muchas óperas primas en España y las mejores películas de Saura las produjo él que sé que tuvo una visión extraordinaria. Lo admiro y quisiera ser el Querejeta argentino.
– En Argentina entró en vigor la ley de medios que tiene mucho que ver con el cine. ¿Qué le parece como productora?
Creo que es buena una ley de medios, pero al mismo tiempo no fue lo suficientemente discutida porque pienso que hay ciertas cosas que propone esa ley que son difíciles de lograr debido a que no es tan fácil tener doscientos, trescientos, cuatrocientos canales en provincias pequeñas que no tienen medios.
Hay cosas buenas y cosas que no lo son. Se necesitaba una ley de medios, pero me hubiese gustado que se debatiera más y que tuviera más que ver con la realidad.
– ¿Cuando a uno le hacen homenajes, ya se siente mayor o no se piensan esas cosas?
Cada vez que me hacen un homenaje y ahí se dice que hace más de cuarenta años que estoy en el cine, un poco pienso en ello. Creo que también a una cierta edad es cuando empiezan los homenajes. Siempre es así. Uno siente que los años pasaron y que por eso llegan los homenajes a la trayectoria, pero se vive con la satisfacción de estar rodeado de muy buenas personas.
©José Luis García/Cinestel.com