“Amor Bandido”, de Daniel Werner; descubrir el lado oscuro del amor

Estrenada en Argentina
Las relaciones de poder y de dominación siempre estarían en cuestión si llegara a producirse una relación amorosa tan extraña como la que cuenta “Amor Bandido”, el primer trabajo como realizador de largometrajes del ya veterano y conocido productor audiovisual argentino Daniel Werner.
La historia que cuenta esta película es la del típico enamoramiento de un alumno adolescente hacia una de sus profesoras, en un intento de llevarlo hasta sus consecuencias más reales y directas, es decir, con una escapada de ambos hacia una casona de campo que está semi-abandonada.
Joan, de 16 años, se comporta en un inicio como lo haría un ingenuo, mientras que Luciana, de 35, parece encontrarse en una especie de limbo emocional muy difícil de calificar.
Pero esa ingenuidad de este chico, hijo de un prominente juez, va a provocar que acabe cayendo en un giro de tuerca indeseable para él, que inclusive podría tener consecuencias graves. Aquí la situación que aparenta suceder en un principio nada tiene que ver con lo que acaba ocurriendo en un segundo estado de este relato donde la trama inicial se descompone para crear una realidad nueva y difícil a la que hacerle frente.
“Amor Bandido” contiene ingredientes que la hacen más enigmática todavía, como puede ser la pérdida de un objeto algo voluminoso, justo cuando él está a punto de entrar en esa casa por primera vez para dar rienda suelta a su amor, en una parte inicial del film en la cual se manejan ciertas dosis de erotismo a través de sus imágenes.
Daniel Werner, su director, tiene claro que todo está en la mente de uno como espectador y en la idea que nos vamos formando al observar la trama. Su buen ojo con el cine le hizo de inspiración, tratando que el público sienta lo mismo que personajes como Joan, pues la película está contada en su mayor parte desde el punto de vista de él.
“A mí lo que más me gusta del cine es la posibilidad que tiene de poder cambiarle el estado de ánimo al espectador. Además, en mi película el erotismo te hace ver los cuerpos hermosos como danzando, y me inspiré mucho en planos y situaciones que usó Almodóvar en “Carne Trémula”; en ese choque, ese cruce de esos dos cuerpos”.
– ¿Y sentiste también la necesidad de transmitir al espectador cierta incertidumbre? Te lo pregunto por algunas visitas inesperadas que se producen en la casa, de gente que en realidad se acerca al lugar más que ir allí.
Me encanta el cine cuya trama está latente, donde quizás se muestran cosas que después no tienen nada que ver, o personajes que aparecen y después se vinculan de una u otra forma. El que surja algo inesperado siempre me gusta; que sea algo que vos no te creés o que nunca te pensaste que eso podía ser.
Por ejemplo, el inicio de la película no estaba en el guion con toda esa corrida, pero se puso justamente para eso, para darle fuerza a ese comienzo y a ese final, y permitir que la película fluya.

Daniel Werner, director de “Amor Bandido”
– Pero además por lo atípica que parece esa relación de amor improbable, como espectadores quizá nos preguntaríamos que cuánto va a durar esa situación en el tiempo, ¿no es así?
Es un amor no permitido, entonces siempre lo prohibido y lo social es lo que nos hace creer que puede que esa relación no siga. Eso yo un poco lo marco desde el comienzo con los padres de Joan. Y esa pareja que es despareja, con Romina Richi que es una gran actriz que hizo buenísimas películas en los 90s y en los dos mil, se une a la presencia de ese padre que son de otra generación mucho más grande y que todavía tienen ese mandato social de que si te separás, está mal visto. Eso me gustaba; ver cómo surgen las generaciones.
– También hay un elemento clave en la película que es el de intentar saber en qué se fija cada uno de ellos a consecuencia de ese mundo creado.
Efectivamente, cada uno tiene su lugar. Para mí, desde la escritura del guion quienes lo leyeron ya me decían que el personaje más atípico era el de Luciana, la profesora, por la cuestión intrínseca que tiene de que estás todo el tiempo en una duda que no es sólo material, sino que igualmente de amor, de tener que ver ella si realmente se enamoró o no de ese chico de 16 años, menor de edad, en una relación prohibida.
Entonces, el personaje de Romina fuerza esa relación tan linda y pasional que tienen al principio, que puede surgir para bien o para mal. Son relaciones extrañas y muy fuertes a la vez.
– Empleasteis diferentes tipos de música a lo largo de la película y es uno de los componentes principales del film que acompaña lo que es el relato. ¿Este punto fue muy cuidado por vuestra parte?
Mariana Aulicino, que es quien hizo la música, es una amiga mía que tiene un cuarteto de cuerdas y yo soy muy fanático de estos temas, hasta el punto de que Joan toca el chelo y éste es un instrumento que aparece varias veces a lo largo de la película.
Por la cuarentena tuve que cortar la postproducción de sonido cuando la estábamos terminando, así que hubo varios meses en donde no pude ver la película. Eso por un lado me gustó porque lo agarramos con Nahuel Palenque, que es el sonidista, y le sacamos un montón de música, pese a que para mí, ahora es un elemento que sigue teniendo un gran protagonismo, pero aquello era demasiado.
Todo lo que compuso Mariana me parece espectacular, pero lo que a mí más me gustaba y lo que buscaba es que, ella es una mujer de 40 años que escucha a Charly García, ese icono del rock nacional de los 90 y 2000, mientras que él escucha a Wos, estas nuevas ondas del rap que son algo muy moderno entre los adolescentes, un músico que tiene entre seis o siete millones de seguidores en sus redes sociales,… una demencia total; y yo vi que la canción y la letra de lo que dice en Andrómeda funcionaba perfecto para mi historia. Hasta Diego Avalos, el guionista, pensó que la letra la había escrito para la película, y toda esa disparatada de generaciones se combina con lo más clásico del mundo que es Johann Sebastian Bach.
– Otra opción muy favorable a su estreno en salas es el formato panorámico que has elegido para el filme, porque por ahí cuando lo vean los espectadores cinéfilos quizá lo van a agradecer mejor. ¿Fue una condición sine qua non, es decir, no lo habrías filmado de otra forma?
La verdad es que siempre desde el principio de la producción yo decía que lo que quería es tener un sistema panther, que es lo que definiría cómo se mueve la cámara, cuyo efecto es que se puede mover para todos lados y siempre dije que inclusive yo preferiría filmar en VHS, un formato de menor calidad, pero poder tener esos movimientos de cámara que tuve, porque para mí era fundamental.
Yo claramente quería romper un poco con esa tradición cuadrada de la televisión y por eso también trabajé con Manuel Rebella que venía de hacer “Muere monstruo, muere”, a quien conozco de hace muchos años, una película que fotográficamente es increíble, y a él le gustó mucho el guion de ésta. Fue muy lindo porque antes de salir a filmar ya teníamos decididas las puestas de cámara de toda la película, cada escena y cada plano que hicimos, de modo que fue muy ágil y fácil eso para mí. Cuando eso no sucede así me termino aburriendo a veces en los rodajes, como que necesito que todo se maneje con fluidez.
– Vos te has desempeñado como productor largamente durante 20 años, así que conoces muy bien ese terreno, pero a la hora de dirigir, ¿es algo que te ha ayudado o crees que supone algún impedimento?
Claramente la película se logró hacer gracias a que yo tengo veinte años de antecedentes como productor. Es muy difícil -y lo sé por toda la experiencia en la industria del cine argentino-, conseguir un productor para tu primera película y ver quién te acompaña en ese camino de la iniciación.
En ese sentido fue así y obviamente yo era muy consciente de la pulsión, sabíamos muy bien cuántas horas podíamos filmar por día para no pasarnos en el presupuesto por las cuestiones sindicales de los técnicos y de los actores, de no filmar por demás porque cada hora cuesta y, en ese sentido, lo gracioso y lo cómico es que yo pensaba que ésta iba a ser una película fácil, con dos personajes en una casa, pero luego resultó que no era tan sencillo como en su momento al principio pensábamos.
Y no es que se trate de una cámara, dos personajes y listo. Tiene escenas muy complicadas, pero dentro de todo facilitó el estar filmando tres semanas en un mismo lugar. Después siguió la filmación en el colegio, la casa del protagonista, algunas calles cuando va caminando por ese barrio un poco más humilde y le empiezo a sacar de su comodidad,… En ese sentido, producir me ayudó mucho y todo fue muy dado porque ya me conocían. Y eso la verdad es que estuvo muy bueno.
©José Luis García/Cinestel.com