Sabrina Moreno sobre “Azul el Mar”: “Los matrimonios siempre tienen una relación económica”

Estreno en Argentina
¿Por qué ya no somos como éramos antes? ¿Qué es lo que cambia para que unas relaciones de pareja se deterioren? ¿Y cómo ven nuestros hijos esos cambios y los suyos propios? La directora cordobesa Sabrina Moreno trata en “Azul el Mar” un tema que concierne a ese desgaste que ocurre en cualquier pareja, en este caso acentuado por un silencioso comportamiento machista por parte de Ricardo, esposo de Lola, mujer sobre quien recae el enfoque de esta película que también habla sobre cómo perciben sutilmente esos cuatro hijos que ellos tienen, la amenaza de una ruptura sentimental por parte de sus progenitores.
¿Me querés todavía?, le pregunta Ricardo a Lola en un momento determinado de este drama.
El filme confronta la fragilidad del mar con la inestabilidad de la pareja protagonista, así como el caos que generan las olas cuando llegan a la orilla con la imperfección de un largo vínculo amoroso y de convivencia mutua.
La mirada de la realizadora está posada sobre su protagonista femenina y la incapacidad que ella tiene para poder desarrollarse plenamente como persona, siendo ésta una historia que no se circunscribe a la Argentina, sino que posee ese amplio y diverso ámbito universal que tienen las relaciones humanas.
En “Azul el Mar” encontraremos que este grupo familiar que acude de vacaciones a la ciudad de Mar del Plata apenas se relaciona con otra gente que habita su entorno de veraneo, mientras que los peligros y miedos que pueden sufrir o imaginar son casi constantes.
Sabrina Moreno responde las preguntas de Cinestel:
– Tener hijos es un gozo, pero también suele ser un obstáculo a la hora de tomar decisiones trascendentales de pareja. ¿No es así?
Tener hijos es una decisión compleja porque implica un pacto de por vida si uno lo toma con responsabilidad. Pero no sería tan dramático si pudiéramos asumir, sobre todo para la mujer, una maternidad más libre, más consensuada.

Sabrina Moreno, directora de “Azul el Mar”
– ¿Y quisiste relacionar el movimiento caótico de las olas del mar con la posibilidad de una ruptura en esa pareja?
El mar en cierta forma establece un diálogo con los sentimientos de Lola, que no tiene que ver solo con lo que implica replantearse la idea de pareja o de familia, sino también comprender la contradicción de los deseos y los temores que conviven en uno.
El mar es tan cambiante como lo somos nosotros; aunque intentamos mantener cierta estabilidad, todos llevamos olas que nos mueven por dentro.
– ¿Igualmente ves en esa unión machista una especie de condicionamiento económico por parte de quién ingresa el dinero en la familia y quién no, o no tanto?
Los matrimonios siempre tienen una relación económica, vivimos en una sociedad en donde quien tiene dinero tiene poder, y eso llega hasta nuestros hogares. No es casual que a las mujeres les haya costado tanto poder salir a trabajar, hay toda una cultura patriarcal que teme por la independencia económica de las mujeres. En nuestro país, a partir de la ley de divorcio y del acceso al trabajo, muchas mujeres se separaron. Si bien hoy en día creo que muchas parejas establecen nuevos acuerdos y renuevan pactos para separar esa noción, no sucede en todas.
– ¿Planificaron minuciosamente ese buen trabajo de cámara que hizo Sebastián Ferrero? ¿Y qué tan complejo fue el montaje posterior?
El trabajo de fotografía y cámara fue bastante complejo e intenso, porque se fue modificando en todo el proceso. Creo que lo que nos permitió lograr ese resultado, fue el buen diálogo que tuvimos con Seba. Antes de filmar tuvimos varios intercambios para diseñar una determinada estética, y luego en el rodaje eso lo fuimos resolviendo de un modo más intuitivo, pero basándonos en eso que queríamos lograr. Seba es muy compañero y muy meticuloso con su trabajo, así que en cada puesta íbamos encontrando esa mirada o ese plano que nos hacía falta; fue muy lindo trabajar con él.
Luego en la sala de color, junto con Gonzalo Greco, logramos una tríada que nos potenció, porque continuamos desarrollando ese trabajo meticuloso anterior. Teníamos varias capas conceptuales para definir la esencia de las secuencias, y a partir de eso fuimos logrando un trabajo preciso de luz y color que permitió sacar lo mejor de cada imagen.
Con respecto al montaje, también fue algo complejo pero muy enriquecedor. Trabajamos en conjunto con Martín Sappia desde el primer momento. En la post, como no está toda esa adrenalina de lo inmediato que requiere el rodaje, puedo estar más tranquila y observar con mayor precisión. Yo estoy muy presente en cada etapa de trabajo, me gusta conectarme completamente con el material y con todo el proceso. Entonces al comienzo trabajamos sobre el corte de guión, y con esa base comenzamos a dialogar con las posibilidades que nos brindaba el material y que no estábamos explorando del todo, así que nos metimos de lleno a jugar y allí la película creció, logró su propia identidad. Estoy muy contenta con el resultado.
– ¿Y cómo es que Córdoba ya comenzó a apoyar más decididamente las óperas primas de sus directores de cine?
Hace un par de años que se pudo implementar la ley de cine provincial y eso fue muy importante para nuestro cine y para lograr continuidad en el trabajo y en las producciones que se realizan. A partir del plan de fomento, nosotras con “Azul el Mar”, ganamos el primer concurso de ópera prima que se lanzó, en 2017. Y luego cada año ese concurso se renueva y permite que nuevos directores puedan surgir.
©José Luis García/Cinestel.com