“Línea 137”, de Lucía Vassallo; con las víctimas de violencia de género
Estreno en Argentina
En las últimas dos décadas se ha visibilizado mucho más un conflicto que ya existía en la sociedad y que es un escándalo de gran magnitud. Se trata de la violencia de género, un problema social mucho más grave de lo que desde la distancia del tema pueda parecer, y que incluye disfunciones extremas entre parejas y comportamientos xenófobos contra cualquier persona, no sólo por su género sino que también en base a su orientación o identidad sexual.
Con la colaboración de la escritora e investigadora Marta Dillon, la realizadora argentina Lucía Vassallo ha efectuado un minucioso seguimiento de uno de los servicios estatales que existen en la Nación para tratar de ayudar a las víctimas de estas agresiones.
“Línea 137” es un documental que recibe su nombre del número telefónico que las agredidas pueden marcar para recibir ayuda, información, consejos o actuaciones directas.
La directora ha querido buscar un modo alternativo de hacer foco sobre la violencia machista, tan alarmante como endémica en todo el mundo. El programa Las Víctimas contra Las Violencias es un servicio que mediante la línea gratuita 137 interviene directamente en conflictos de violencia machista, sexual e intrafamiliar en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, Chaco (Resistencia), y Misiones (Posadas, Garupá, El dorado y Oberá).
Aquí la cámara sigue a un grupo de asistentes sociales y psicólogas/os que protegen, socorren y acompañan a distintas mujeres que sufren violencia de género, en un país en el cual, en promedio, una mujer, una niña o una travesti es asesinada cada 23 horas. E igualmente, algunas veces cuando las trabajadoras sociales acuden a un domicilio particular se encuentran con el agresor, que en muchos de los casos está armado, motivo por el cual, siempre van acompañadas de un coche policial sin distintivo con agentes que visten de paisano.
Con demasiada frecuencia hay víctimas que tardan en identificar la violencia que emana de su pareja, pues “solo la reconocen cuando reciben golpes o ven desfigurada su cara en el espejo, pero nunca cuando la violencia es económica, cuando no se permite a una mujer manejar su dinero, cuando se la controla, o cuando se le dice que no vale para nada o que sin él no va a poder salir adelante”, comenta Lucía Vassallo a Cinestel.
– Seguiste al equipo de asistencia social durante casi un año. ¿Encontraste víctimas que por miedo no quieren denunciar?
Sí claro, por miedo a las represalias. Me acuerdo de haber filmado el caso de una señora mayor, de unos ochenta y pico de años, en un barrio bastante pijo de la capital porteña, a quien su hijo de más de 50 años, adicto al alcohol y a la cocaína, le pegaba bastantes veces, la trataba mal. Pero ella, cuando se escapa de la casa, va a la comisaría y los agentes llaman a la 137. Muchas veces las víctimas no conocen ni la 137 ni la 144, y por eso el llamado lo hacen o los médicos, o los policías, gente que están en las instituciones y que sí que conocen este servicio.
Cuando ya estábamos en la comisaría, esta mujer empieza a decir que prefiere hacer una denuncia civil que no penal, es decir, que empieza a entender las diferencias que implica las consecuencias de una y otra denuncia. Y después en el Chaco nos pasó al revés, pues allá las asistentes estaban ayudando a declarar a una mujer en la comisaría junto a un policía, -nosotros filmando la situación-, y en el medio de la declaración la mujer se arrepintió de hacer todo tipo de denuncias. Hacía 30 años que era golpeada por el marido y la que había llamado por teléfono era la hija de 15 años, que ya no soportaba más la situación familiar y estaba con nosotros en la comisaría, pero era difícil que ella tomara cargo de la denuncia porque se trataba de una menor.
Entonces la Línea 137 la llevó de nuevo a su casa, y hay una cosa que es muy importante, ellos son un servicio público y lo primero que enseñan es que la voz y la decisión, el deseo de la víctima, sea cual fuere, es prioritario en sus actuaciones, porque son personas cuya voluntad nunca antes se tuvo en cuenta. Pero cuando la subimos en un auto y la llevamos a su casa, en ese momento justamente su marido estaba llegando con una moto, y pese a que le pedimos que no se bajara, porque estaba volviendo al mismo lugar con el agresor, ella dijo que quería volver y volvió.
Realmente es muy difícil cortar con una dinámica de violencia. Yo creo que las trabajadoras sociales operan en situaciones muy graves y son como la punta del iceberg, porque cuando logran que se ponga la denuncia y salvar a la víctima en determinadas situaciones, recién ahí empieza el tratamiento de la perjudicada y esa persona necesita asistencia psicológica por mucho tiempo para conseguir cortar ese circuito.
– Optaste por ocultar el rostro de todas las mujeres víctimas que salen en la película. ¿Fue esa una decisión que ya tenías tomada desde el principio del proyecto?
Sí, el guion y la investigación es de la periodista Marta Dillon, y ya ella vino con esta propuesta, la cual yo ni lo dudé en ningún momento, primero porque quise que los protagonistas del documental fueran las personas que trabajan en la Línea 137 y, a través de ellos, entender estos casos y estas situaciones. Y por otro lado, a estas personas, en el momento en el que empiezan a pedir ayuda y comienzan a abordar causas judiciales, hay que preservarles la identidad y no se las puede identificar. Además, el hecho de que yo las haya filmado no rompe el círculo de la violencia y es muy peligroso que el agresor identifique que ellas están denunciando y están siendo parte de una película. Yo jamás pensé en que se las podía mostrar.
– ¿Consideras que es importante que esta película la pueda ver el máximo número de gente para que tengan conocimiento de lo que ocurre en estos casos, tanto si conocen a alguien que lo ha padecido como si no?
Sí, primero queríamos visibilizar el trabajo de la Línea, que es incluso bastante desconocido en Argentina, además de si llega a lugares políticos para que empecemos a ver porqué no podemos destinar más dinero del Estado para que estos dispositivos se repliquen en todo el país.
Igualmente darle la voz a estas personas que se empiezan a animar a hablar, y es muy importante para que otras personas también lo puedan hacer. Esos fueron justamente los objetivos de la película.
– “Línea 137” también aborda un caso de violencia intrafamiliar en el que un hijo maltrata a sus padres ancianos habiendo recibido poderes para cobrar él la pensión de ambos. ¿La vejez sería otra vertiente del problema?
Lamentablemente la violencia no discrimina edad y ni siquiera clase social. Hemos asistido tanto a casos de gente de mucho dinero como de familias muy pobres, de todas las edades, con hijos, sin hijos,… estamos viviendo en una época y en un mundo muy peligroso y muy violento en el cual la violencia de género quizás es lo que más se replica, pero eso no significa que la agresión sea siempre nada más que hacia las mujeres o hacia las chicas jóvenes.
– ¿Y no crees que debería de haber un mayor énfasis en la educación de todos para que no se llegara a estos extremos?
Sí, yo creo que en muchos sentidos hay que barajar y dar de nuevo, aprender a ser respetuoso y no solo eso, sino a valorarse uno también. A mí me parece que un agresor que maltrata de esa manera, -y no soy psicóloga-, pienso que él no se debe de valorar mucho a sí mismo, porque sino cómo va a maltratar tanto a otro ser humano.
En cuanto a la violencia de género en particular, veo que hay cosas muy chicas como para ir trabajando desde los hogares. Por ejemplo, el reparto de las tareas domésticas debería de ser equitativo entre las personas que vivan en las casas. Ya ni siquiera digo entre hombres y mujeres, porque también puede haber familias de dos varones o de dos mujeres y familias con adolescentes a quienes se les debería de enseñar que nos tenemos que repartir entre todos las tareas del hogar. Es decir, empezar a cortar con ciertos mandatos donde ciertas personas de las sociedades eran las destinadas a tareas de cuidado hacia los niños, los ancianos… lo que se denomina la carga mental que se le destinaba generalmente a las mujeres para la organización de la casa.
– Y volviendo a las agresiones de carácter sexual, Argentina tiene pendiente a fecha de hoy, la aprobación de una ley del aborto. ¿Crees que su vigencia supondría un apoyo para las víctimas que quedan embarazadas?
Muchísima, piensa que en violencia sexual, cuando la víctima además de ser violada queda embarazada, teniendo en cuenta que en nuestro país el índice más alto de violaciones es intrafamiliar (tíos, padres, abuelos,…), si se despenaliza el aborto, esa mujer por lo menos va a tener el acceso a decidir si además de ser violada, ya sea por una persona que no conoce en la calle o por alguien de su familia, continúa o no con ese embarazo, con esa vida y con ese hijo. Me parece perfecto y yo estoy a favor de que se despenalice el aborto.
Es lo que siempre se le dice a la gente que no está a favor; no estamos obligando a la gente a abortar, estamos dándole el derecho a que lo decida, que no es lo mismo. Después cada uno verá qué es lo que pueda hacer, pero además de que pasaste por el horror de una violación, estar obligada a criar a tu hijo toda tu vida, me parece que es como una doble condena.
– “Línea 137” se estrena en un momento especial, nunca visto, de confinamiento, y esto se ha dicho que puede agravar estas situaciones de agresión. ¿Lo consideras tú también así?
Todavía no hay datos oficiales, pero ya se agravó ya que recién estaba hablando con los protagonistas del documental y me comentaban que algunos habían estado todo el día en el call center recibiendo las llamadas; eran las dos de la mañana y no se podían dormir porque me decían que no tenían suficientes patrulleros para enviar y para asistir a las personas; y se duplicó la cantidad de los llamados debido a que las personas están encerradas con sus propios agresores.
Reconociendo que no es normal que estemos encerrados en casa con nuestros seres queridos durante las 24 horas, imagínate si alguna de esas personas es violenta dentro de la casa. Igual tienes que convivir con ella 24 horas. Entonces se han agravado tanto esos problemas hasta el punto de que nuestro presidente de Argentina tuvo que sacar un permiso especial de circulación para mujeres en situación de violencia doméstica y para todo el colectivo LGTBI. Entonces ahora, durante el confinamiento, se pueden descargar el permiso y salir a la calle a pedir ayuda a la comisaría más cercana.
En este momento, el servicio está completamente sobrepasado. Y aparte porque en los últimos cuatro años del presidente anterior se estranguló mucho el programa, aun cuando es bastante caro para el Estado, son 24×7, teléfonos, autos y personas en comisarías haciendo guardias, asistiendo a personas. Pero como dice nuestro presidente actual, “más cara es la vida de la gente”. Esta es directamente una política de Estado.
Antes tenían más asistentes trabajando en La Línea y su organización estaba dividida entre lo que es la violencia familiar y la violencia sexual. Había unas personas que solamente atendían al teléfono y otras personas que solamente salían a terreno, porque no todos están capacitados para lo mismo y psicológicamente tampoco se animan a lo mismo.
Durante la época del gobierno anterior empezaron a hacer que todos hagan todo: atender el teléfono y salir a terreno. Muchas personas renunciaron porque de verdad hay que estar muy preparado para salir a la calle a trabajar. Cuando las personas renunciaron, como son puestos del Estado, no se renovaron y se quedaron menos operadores de la Línea 137 trabajando en la misma cantidad de casos. Entonces ahora están cada vez más cansados, además de que este trabajo ya de por sí es muy duro.
©José Luis García/Cinestel.com