«Bella y Perdida», de Pietro Marcello; la máscara de los sueños

Estreno en España
Leopardi describió Italia como una mujer que lloraba con la cabeza en sus manos a causa del peso de su historia y un mal ancestral por su belleza. «Bella y Perdida» resignifica esa exposición a través de una película que es profundamente metafórica y que está narrada por un búfalo que transita su camino vital de forma singular. El filme es existencialista pero también imaginativo, a través de la farsa absurda en la que se mueve que nos convoca a una honda revisión de la vida misma.
En su origen llamada «Bella e perduta», la película nos zambulle en la historia del cuidador del Palacio de Carditello, perteneciente a los Borbones, que ha sido desvalijado durante largo tiempo, para reducirlo a un basurero manejado por la Camorra.
El susodicho muere y ahí es donde comienza la fábula, con Pulcinella llevando a un búfalo llamado Sarchiapone a entregarlo a otro campesino para que se encargue de él a su manera.
Esta obra de Pietro Marcello a veces mezcla la imaginación con el documental, siempre a través de la narración del búfalo y de las acciones y palabras del enmascarado y patético Pulcinella, que viene a representar ese mundo de los sueños que la mayoría de las veces no se cumple.
Con el palacio recuperado por el estado italiano y algunas manifestaciones que se ven al respecto, Marcello ha querido encontrar la alegoría perfecta para la situación que hoy en día vive su país, Italia.
Aunque tenga partes algo presuntuosas, el filme revela la audacia que tiene su director de reflejar la realidad de su país a través de esta mirada tan poética, sobre todo en lo que tiene que ver con la cada vez menor conexión que el ser humano tiene con la naturaleza. Aquí Pulcinella es un semidiós que tiene capacidad de conectar con animales y con el más allá para llevar su mensaje al resto de los mortales.
Sin duda, lo mejor de la película es su parte final, una bella, certera y descriptiva reflexión sobre la libertad del individuo y del colectivo, con y sin máscaras. «Bella y perdida» es por encima de todo una película paradójica, pero digna.
©José Luis García/Cinestel.com