«Las Furias», de Miguel del Arco; la familia como núcleo problemático

Estreno en España el viernes 11 noviembre
El dramaturgo Miguel del Arco entra con «Las Furias» por la puerta grande del cine. Sin duda se trata de una de las mejores películas del año en el cine español. Estamos ante un drama de tipo coral que nos presenta a una familia como núcleo problemático de una típica reunión en la que confluyen desengaños y frustraciones de diversa naturaleza. Y el entendimiento de lo compleja que es la dirección de actores por parte de su realizador es la llave que facilita el éxito de esta propuesta, que sin duda provocará el surgimiento de numerosos incondicionales, si es que sigue, esperemos que sí, llevando al cine otras historias tan interesantes.
«Las Furias» relata el desarrollo de una reunión familiar en la que la abuela anuncia que tiene la intención de vender la casa donde solían pasar sus veranos, un caserón situado en Cantabria, debido a que tiene el propósito de irse a un largo viaje.
El encuentro se concibe, no tanto como la última oportunidad de disfrutar del lugar, sino más bien como un momento de liquidación y reparto de enseres, muy influenciado por la perplejidad de la mayoría de ellos. Los problemas comienzan cuando se producen las primeras preguntas en torno al porqué de lo que está pasando, aspecto que se mezcla con algunos pocos reproches a cosas del pasado.
Del Arco, profesional múltiple y polifacético, une un guión extraordinario y su buena sintonía con los actores, a una perfecta comprensión de lo que es o debería ser el ritmo cinematográfico. En el elenco hay intérpretes de la talla de Carmen Machi, Emma Suárez, Bárbara Lennie, Alberto San Juan o el notable Pere Arquillué, entre otros, como también la que podría ser una revelación en el cine, Macarena Sanz, muy conocida por alguna serie televisiva.
«Las Furias» es en concreto un título que hace referencia a la mitología griega, con sus tres «demonias» vengadoras que perseguían con vehemencia cualquier delito contra la familia. El relato es muy hábil y posee varios giros inesperados alrededor de unos parientes que parecen no haber cubierto sus expectativas en la vida, echando siempre a los demás todas las culpas de sus males.
Es precisamente la incomunicación entre todos ellos el eje principal de todo lo que va pasando, a veces incluso en tono tragicómico.
Y es también dentro de ese caminar, cuando los personajes no solo no resuelven sus problemas, sino que los crean, el momento preciso para preguntarse acerca de la identidad de la familia. ¿Es aquí un mito o una ilusión? A algunos de ellos no les alcanza con saber qué son, sino que quieren saber «quiénes son» en ese contexto, para reafirmar cuál es su lugar en el grupo familiar, (excepto el abuelo, que padece Alzheimer y que es como si estuviera ausente, porque su memoria ha perecido).
Otra cosa que se podría resaltar de esta familia es su falta de empatía. Ninguno de ellos hace intentos de comenzar a pensar desde otro lugar, ni siquiera el personaje de Machi con ese programa nocturno de consejos emocionales que presenta en la radio y que paradójicamente lo llama «Hablar no es tan difícil», dentro de una sociedad que en general no se escucha entre sus miembros, (este punto radiofónico se puede entender como una velada crítica a la población española). La nieta, por ejemplo, es la única que intenta ser comprensiva, pero sólo con el abuelo «ausente», porque los demás le parecen inalcanzables puesto que practican otras ausencias.
Al fin y al cabo los apellidos de la familia son Ponte Alegre, un dardo irónico que Del Arco hace muy bien en incorporar, porque en realidad casi todos ellos son personajes a la deriva que además piensan que todo se les escapa de las manos y no entienden el porqué. Su mayor conflicto reside precisamente en su casi nulo reconocimiento de la identidad colectiva. Para ellos, la familia es una especie de dogma en el que no es posible mezclar los distintos lenguajes o los cambios y evoluciones a nivel interno de las personas que la componen. Un problema que ya procede de los abuelos, como podrá observar el espectador atento a estos temas a través de sus gestos y miradas.
«Las Furias» dibuja un universo familiar confrontado, dentro de un mundo repleto de dogmas, en el que es como si se les quisiera convencer de que ya están prefijadas las recetas para todo. Pero el mundo es parte de todos ellos y su significado es también el sentido en que cada uno construye las cosas.
Decía el conocido escritor y filósofo, Emmanuel Lévinas, protagonista de un documental que recién vimos en el 18 Festival de Cinema Jueu de Barcelona, que «ser libre no es apropiarse de uno mismo sino escaparse de uno mismo, porque en uno mismo existe la otredad. En uno mismo siempre habita el otro». Interesante reflexión acorde a lo que expone esta película extraordinaria y recomendable, sobre estas personas atrapadas en su propio círculo personal y familiar.
©José Luis García/Cinestel.com