«Robar a Rodin», de Cristóbal Valenzuela; ¿El hurto perfecto?

DocsBarcelona 2018
Todavía habrá hoy gente que no se explica cómo pudo suceder lo que pasó en junio de 2005 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile cuando, un día después de la inauguración de una exposición sobre la obra del escultor francés Auguste Rodin, se percataron de que faltaba la famosa escultura original llamada «El torso de Adèle», que es una sensual reproducción de un cuerpo femenino.
Inmediatamente cundió la alarma, pero al día siguiente, un inseguro estudiante de la Facultad lo entregó íntegro a la policía diciendo que se la había encontrado tirada en un parque. Nadie le creyó y todas las sospechas recayeron sobre él, que acabó confesando este hurto que más bien puede considerarse como una chiquillada, pues el chico no tenía en realidad motivos económicos para hacerlo.
«Robar a Rodin» es un documental del director Cristóbal Valenzuela Berríos, que persigue hallar respuestas en torno a esa extraña actitud.
Aquélla fue la exposición más vista de la Historia de Chile, tras una trama que más bien parece una comedia policial, siendo además el primer caso judicial en el cual se aplicó la reforma procesal que transformaba las vistas en las que se daba lectura a los testimonios, por otras de tipo oral donde, por cierto, la defensa y el chico comunicaron unos argumentos de lo más rocambolescos a los jueces.
Igualmente, la posibilidad de que hubiese sido un robo de carácter internacional inquietó sobremanera a las autoridades del país, así como haber dejado una imagen exterior de ser un lugar no seguro, cosa que no sería cierta, pues lo que pasó fue que los sensores electrónicos de la época no sabían detectar esta obra totalmente curvada, sino que únicamente reconocían superficies más planas.
El realizador Cristóbal Valenzuela Berríos (CVB) y la productora María Paz González (MPG), orgullosos por haber logrado con el film el Premio Latitud del DocsBarcelona, responden las preguntas de Cinestel:
– ¿Ese controvertido hecho sirvió para cambiar las reglas de seguridad en el Museo?

Cristóbal Valenzuela Berríos
(CVB): Después del robo, lo que hicieron fue incrementar la cantidad de guardias, pero a nivel histórico yo no creo que se generase un gran cambio en Chile. De hecho han habido otros robos muy fáciles de ejecutar en el Museo de Bellas Artes y en otros museos chilenos. No hubo un gran cambio.
(MPG): Y no sólo no hubo un gran cambio, sino que finalmente se cortó por lo más sano. Lo más fácil fue despedir a algunos guardias o sanciones administrativas, pero grandes responsabilidades no hubo, más allá de cambiar las condiciones de esa instalación. También hay que destacar que nunca ha vuelto a haber una exposición de ese nivel de relevancia en el Museo de Bellas Artes, y entonces queda la duda de que algo tiene que ver con eso.
En El Mercurio, que es el diario más importante de Chile, apareció un reportaje sobre este mismo Museo y hacían alusión a que desde Rodin no viene ninguna exposición atractiva al lugar.
– En el documental se ve una reproducción de El Torso de Adèle en Santiago. ¿Tuvieron que hacerla ustedes para la película?
(CVB): Tuvimos la suerte de que cuando fuimos a rodar a París, encontramos en una tienda de recuerdos una réplica exacta de El Torso de Adèle del Museo Rodin, en porte real.
(MPG): Si no hubiese sido así, tendríamos que haber hecho una reproducción, y eso era mucho más caro.
(CVB): En la tienda de recuerdos había también esculturas chiquititas, pero ésta era de tamaño real. Por eso la compramos.
– «Robar a Rodin» contiene tanto reflexiones sobre la psicología del personaje, como filosóficas también.
(CVB): A mí como documentalista me interesaba abordar este trabajo desde todos los puntos de vista posibles y que sea el propio espectador el que vaya sacando sus conclusiones. Uno de esos puntos de vista era una interpretación más psicoanalítica, que es la idea de que él está influenciado por la muerte de su padre, según nos comentó su madre, porque el ladrón cometió el robo un mes después del fallecimiento de su progenitor. El padre le había abandonado y su madre estaba obsesionada con esa ausencia. No es una teoría concluyente, pero es una de las posibilidades.
(MPG): Eso tiene que ver con complejizar un poco la idea de la ausencia. Y esa es la teoría central de la película, que es que las cosas están más presentes cuando no están; hasta qué punto la ausencia se vuelve un tema significativo para todos los personajes de la historia, que en algún minuto le dan un valor a eso en sus propias vidas. Llega un momento donde, de una forma emotiva, uno empatiza del alguna forma con el ladrón, con independencia de la acción delictual que se cometió.
– Hay quien exagera un poco y dice en el filme que a los chilenos les gusta lo ajeno. Se trata de una exageración, ¿verdad?
(CVB): No sé si es un mito urbano o es real, pero en Chile dicen que en Europa o en Inglaterra hay carteles que advierten que hay que tener cuidado con los chilenos porque se roban las billeteras. No sé si será real.
– ¿Eso lo dicen chilenos de ellos mismos?
(CVB): Sí. En Chile hay una cultura del robo. Todo se roba. A mí cuando mostré la película en Japón me llegó un mensaje desde Chile sobre que me habían entrado a robar a la casa. Entonces, era muy paradójico que mostrando en Asia una película llamada «Robar a Rodin», mi casa la robaron entera. La cultura del robo está metida en nosotros y habría que compararlo con otras culturas.
(MPG): Me parece que eso es una sensación. Yo creo además que todos los países de alguna forma piensan que tienen eso de especial ellos, pero finalmente en todos lados pasan cosas parecidas.
– La parte final de su película también contrapone el vandalismo con el concepto del arte. ¿Cuál fue su intención al respecto?

María Paz González
(CVB): Casualmente yo estudié en la misma Universidad que el ladrón, y allí estábamos acostumbrados a estas situaciones de vandalismo pero político, de acción política, por eso esto de la película me llamó la atención porque era una especie de «vandalismo cultural», como de «terrorismo artístico». Me interesaban estas cosas que se cruzan con el azar.
(MPG): La exposición de la silla de playa era el único antecedente más concreto donde el robo se mezclaba con lo artístico y aparece con un mensaje. Y resultó ser que hubo un grupo que venía de una despedida de soltero y que protagonizó una cadena de cosas que no salen en la película y que dan cada vez más para el absurdo.
(CVB): Pusimos la silla de playa porque fue otro gran robo que había habido en el Museo de Bellas Artes, y esa escultura se devolvió al lado del Río Mapocho, así que hay un paralelismo interesante.
– ¿Como conclusión, la ausencia sería el gran tema del filme?
(CVB): La primera parte de la película se concibió como más rápida, más policial, mientras que la segunda es un intento de entrar en la cabeza del artista. Y efectivamente, la ausencia es lo que domina y le da más sentido a la obra.
(MPG): Y es la que une finalmente todas las aristas de la película.
(CVB): E incluso en el caso de que hubiera sido mentira, que todo lo que hizo él fuera falso, esta idea de la atracción de la ausencia funcionó y el público fue a ver en masa el nicho vacío de la escultura robada. Es interesante, porque aunque no hubiese obra, la obra funcionó.
©José Luis García/Cinestel.com