«En la casa» de François Ozon, al límite de lo real y lo ficticio

Tras su estreno en España con 70 copias fue una de las películas más vistas avalada por la Concha de Oro al mejor film que Ozon recibió en San Sebastián. ‘Dans la maison’ (En la casa) propone un entretenido y habilidoso juego de mentiras y verdades entre la literatura, el arte y la vida. Compuesta a base de mezclar comedia, romance y thriller, la película narra la relación entre un profesor de literatura y su alumno más destacado para la escritura quien, alentado por el profesor, penetra en la vida familiar de un compañero de clase.
El profesor, interpretado por Fabrice Luchini, se obsesiona con la personalidad y el trabajo de un alumno de 16 años que se sienta al fondo de la clase, solitario y discreto, cuando le escribe una redacción en la que logra describir los avatares de la familia de uno de sus mejores amigos reflejando hasta los últimos detalles. Hasta tal punto llega la admiración del docente por esa narrativa que seguidamente le alienta a continuar con esos relatos escritos.
Aunque el final de film parece un poco desproporcionado a los ojos de cualquiera, claramente «En la casa» nos envuelve en una trama francamente hábil y hasta cierto punto desconcertante porque, como gran película que es, aquello que nos oculta tiene mucho que ver con las verdaderas motivaciones de sus protagonistas, en especial el chico narrador, Claude, que tiene que enfrentar un deseo amoroso que a priori es bastante difícil que pueda ser correspondido.
La película está basada en una de las obras de teatro del español Juan Mayorga titulada El chico de la última fila. Su punto central está en la obsesión radical y hasta enfermiza del profesor Germaine hacia esta historia que su alumno le va dosificando de forma malévola lo que incluso motiva que el adulto llegue a confundir lo real con lo ficticio. La tradicional relación vertical entre profesores y alumnos queda aquí transformada en un encuentro entre dos generaciones, entre gente que mira cansada y gente aprendiendo a mirar. Todo lo que ocurre en la historia se muestra como absolutamente imprevisible para el espectador porque puede tomar muchas direcciones diferentes.
Ozon enfatizaba en la presentación del filme en San Sebastián que lo que le interesaba era la relación entre el profesor y el alumno: «Yo he vivido siempre en ese ambiente porque mis padres eran profesores y en esta obra reconocía elementos que yo viví con ellos. Ahora sigo considerándome un alumno, así que me identificaba mucho con el personaje de Claude y esta película quizá es un medio de rendir un homenaje a ciertos profesores que he tenido y han sido importantes en la construcción de mi trabajo».
Fabrice Luchini, por su parte, hacía incapié en la necesidad que el espectador muchas veces tiene de leer entre líneas. «Ése es el problema del actor, que nunca interpreta las palabras sino que, como decía un gran poeta francés, las palabras son las cicatrices del poeta y un actor no tiene que decir las palabras mecánicamente, por decirlas, sino que tiene que restituir lo que Jouve llamaba las cicatrices del poeta. Las palabras no son palabras, son estados, colores, luces, alineaciones o adhesiones, sentimientos o estados del alma humana».
El actor también definía el film muy acertadamente cuando decía que «En la casa» es una película lúdica pero con tres niveles: «un nivel de placer orgánico inmediato, un segundo nivel para aquellos que quieran reflexionar y pensar, pero es una película que como François Truffaut decía, su ambición es divertir». Y probablemente la mejor definición sobre su estructura la daba el escritor español cuando decía que «la película de François Ozon de algún modo devuelve al espectador su soberanía, y eso es extraordinario. Frente a un cine convertido que trata al espectador como un mero consumidor y que simplemente alienta determinadas ansiedades e inmediatamente las satisface, el espectador de esta película sale con hambre, atravesado por esa película y completándola de forma que finalmente no solo tenemos «Dans la maison» de François Ozon sino «Dans la maison» de cada espectador».
©Carlos Bermúdez/Cinestel.com