Ken Loach visitó Barcelona: «El peor enemigo es el fatalismo»

«El peor enemigo es el fatalismo. Cuando la gente empieza a decir que esto es lo que hay», -dijo en la sede de Barcelona de la Filmoteca de Catalunya el notable director de cine británico, Ken Loach-.
El realizador de «Agenda oculta» (1990), «Lloviendo piedras» (1993), «Tierra y Libertad» (1995), «Felices dieciséis» (2002), y otras tantas películas y series de televisión, contó en la rueda de prensa de la Filmo, donde se le dedica una retrospectiva con dieciséis de sus filmes, que «por cuestiones de edad», no pensaba desvelar el contenido de su siguiente film.
Cineasta eminentemente político, Loach tuvo que responder a una batería de preguntas en torno a los avatares sociales y económicos sucedidos en la Europa de estas primeras dos décadas del siglo XXI, al haber sido un realizador que siempre ha querido estar pendiente de los intereses de la clase obrera, para ver si son defendidos o están directamente atacados por los mecanismos del poder.
Cuando todo el mundo pensaba que ya estaba retirado, Ken Loach resurgió dos años después de su «Jimmy’s Hall» (2014), con «Yo, Daniel Blake» (2016), la película que le dio acceso a su segunda Palma de Oro en Cannes, justo diez años más tarde de haberla conseguido con «El viento que agita la cebada» (2006).
«Yo, Daniel Blake» es claramente un reflejo de su alta categoría combativa por los derechos de las clases obreras y populares. El filme es un alegato en favor de la dignidad y en contra de los trabajos basura y las normativas laborales absurdas que, según dijo, le parecen otro castigo más, dirigido contra los sectores más pobres de la población. La película también fue presentada por él en la Filmoteca, y a su término hubo un coloquio con el público presente.
Pero fue durante su comparecencia previa ante los medios catalanes, cuando Ken Loach quiso expresar su preocupación genérica ante la constatación de que «las cosas han empeorado y las tensiones en nuestra sociedad son tan intensas como nunca antes». Asegura que eso fue lo que le llevó a incumplir su decisión de retirarse, mientras que en algunas ocasiones tímidamente enarbola el eslogan «¡Hacia la izquierda, camaradas!».
El cineasta británico sitúa en el año 1979 el origen de todos los males que acechan a la sociedad, con la llegada al poder de la primera ministra Margaret Thatcher: «La idea de servicio público, a la gente le agradaba, (…) y entonces, la base de la sociedad ya era capitalista, (…) la visión de quien iba a sustituir el bien público empezó con Thatcher» -expresó el director en Barcelona-.
Los guionistas de sus filmes
Loach ha trabajado con distintos guionistas, tanto en cine como en televisión a lo largo de su carrera en el cine. Entre ellos, destaca tres: Barry Hines, Jim Allen (Tierra y libertad) y Paul Laverty. Con este último ha trabajado casi en exclusiva durante cerca de un cuarto de siglo hasta ahora. «Los tres tienen cosas en común, -señalaba en la Filmoteca de Catalunya-, pero el talento de cada uno de ellos es muy especial. Barry Hanes captaba perfectamente bien el lenguaje de la zona sur del Reino Unido, de Yorkshire, y ponía especial énfasis en la compasión, la calidez y la humanidad de su manera de narrar, que es muy propia y muy especial suya. Básicamente fue un novelista. Por desgracia, cuando era ‘muy joven’, con 60 años, sufrió una enfermedad y perdió toda su capacidad de escribir».
«En cada película -continúa Loach-, hay como muchas asociaciones o partenariados, y uno de los esenciales es entre guionista y director. Son alianzas y, por tanto, con cada nuevo escritor la relación cambia. Sería un error que no fuese así».
La tecnología y el progreso
Uno de los retos más difíciles que tiene que enfrentar Daniel Blake, el protagonista de su filme más reciente, es el de las nuevas tecnologías, un mundo a priori algo desconocido o alejado para los más mayores. El cineasta británico opinó en Barcelona al respecto del tema, que «no es tan sencillo; el problema no es la tecnología, sino quién controla la tecnología y con qué objetivo».
«Yo cuando era niño -sigue-, después de la Segunda Guerra Mundial viví una expectación general porque la gente pensaba que si bien la guerra se construía con un esfuerzo colectivo, también la paz se tenía que conseguir con ese mismo método. Creo que era el espíritu de aquella época, en la que había una generosidad en el aire. La gente quería que así fuera y éramos buenos vecinos, (…) aunque tampoco fue un gran momento porque cada época tiene sus propios problemas. La idea de servicio público era además una cuestión popular que a la gente le agradaba. (…) La ambición (más tarde) sustituyó al bien público y eso es lo que pasó con Thatcher».
La elección de los actores
Ken Loach es plenamente consciente de que, acompañando el guion, la elección de los actores que encarnarán a los personajes de la película es un punto fundamental. «En primer lugar, se necesita encontrar gente que sea creíble, -explicaba en Barcelona-. Les tiene que agradar el lugar donde van a estar o ser de ahí, poder meterse en su piel, y han de saber hablar de la misma manera que lo hacen sus habitantes. La burguesía no puede interpretar al trabajador, y seguramente al revés también es cierto. Y la faena del director claramente consiste en mostrar eso en el transcurso de la película. Es decir, que la película de alguna manera se transforma en un documental sobre las personas que las transitan».
«Si la historia y el guion son correctos -añade-, por muy sencillo que sea el relato, o cualquier conflicto pequeño o familiar, los personajes tienen que reflejar todas las características de ese conflicto. Se trata de que el guion refleje la esencia misma del problema que estás planteando, y que ese problema permita ver un panorama mucho más amplio que lo que son dos o tres personajes y la interacción que se produce entre ellos, facilitando el entender el contexto o la coyuntura de la sociedad que hay detrás».
©José Luis García/Cinestel.com