“Lagunas”, de Federico Cardone, la película dedicada a Liliana Bodoc
Estreno en Buenos Aires
Liliana Bodoc fue una escritora y poeta argentina que se especializó en literatura juvenil y adulta. El realizador mendocino Federico Cardone le dedica esta película en la cual ella también aparece.
En “Lagunas”, la escritora busca los restos de la lengua huarpe en una escuela del desierto, al borde de una laguna vacía, en los sueños de un chamán, o en un cine que ya no existe.
“Anoche estuve en el país de los fantasmas”, dijo Tolstoi cuando fue por primera vez al cine. Esta película es un viaje a ese país para que los fantasmas nos cuenten lo que nos quieran contar.
Y la historia que cuenta el film también se conecta con los niños actuales de la escuela y un encuentro con su pasado ancestral. ¿Qué van a recordar ustedes de su infancia? Les espeta Bodoc.
En el norte de Mendoza, limitando con San Juan, se encuentra una zona denominada Lagunas de Guanacache, un área que alguna vez albergó peces y pescadores, pero que hoy en día se encuentra en sequía casi permanente.
Antiguamente, parte del pueblo huarpe habitaba esta zona e incluso la navegaba para trasladarse en ella.
“Lagunas” es una película de cocción lenta. Comenzó a rodarse en el año 2014 y estaba casi terminada cuando ella fallece, en el año 2018. Pero a partir de ahí a Cardone le surgieron serias dudas con respecto al enfoque que le debía dar a esta historia, ya que se hacía preguntas acerca de si habría sido conveniente contar la muerte de la escritora o simplemente incluirla en el film como un hecho fortuito e inesperado. Nada de eso sucedió al final, pues tras una reunión con la familia de la finada se decidió que lo mejor era solamente hacerle alguna mención al grave desenlace, puesto que Liliana aparece en numerosas ocasiones a lo largo del relato.
“La película no trata de ella, no es el final de la historia. De hecho, la muerte de Liliana está casi como en la mitad del filme. Y después la película continúa y el testimonio de ella sigue, porque nos parecía que de alguna manera jugaba con esta idea de los huarpes respecto a su concepto de la muerte. Digamos que la muerte no es un final, sino que es algo intermedio” -nos cuenta Federico-.
– En realidad tu película trata, más que de ella, de la lengua y la cultura huarpe y de otros temas que también le preocupaban, como puede ser las salas de cine que ya no existen. ¿Era eso lo que también querías reflejar?
Sí. Yo trabajo hace muchos años en una sala de cine de la universidad que es como una especie de Cine Arte, y justo en ese momento era el último espacio que quedaba de las salas tradicionales de cine. Hicimos un montón de cosas para resistir en este espacio, pero la verdad es que fue un momento en que tampoco era posible por un montón de problemas que tenían que ver con el edificio, y entonces lo que pasó es que nos pasamos a otra sala. Ahora estamos en un centro cultural muy lindo, que se escucha recontra bien, pero el haber cerrado la última sala tradicional de la provincia es algo que a mí particularmente me afectaba.
Y eso no surgió desde la cuestión melancólica, porque me parece que ahí no tenía muchas ganas de situarme. Pensé que ya no iban a haber más salas, que ya era el final, porque probablemente las cosas se van reconvirtiendo, y quizás esa es la idea central, es algo que deja de suceder o de ser, pero después de alguna manera resurge. Por eso la idea de una laguna vacía y que después se llena.
– En otro momento vi que en la película, por ejemplo, hay alusiones a “El acorazado Potemkin”, y se dice que es algo aburrida, pero me imagino que está enfocado de cara a los niños, precisamente, pues ellos no entienden demasiado todavía lo que ocurre en el film, y es bastante complicado que lo vean sin hacer una contextualización, que es seguramente lo que Liliana podría hacer, porque entre otras cosas, aquí se menciona que los maestros en las zonas rurales duran poco tiempo, y me imagino que ambas cosas tienen algo que ver, o poseen algún tipo de conexión. ¿Lo viste así también?
Sí, es interesante lo que apuntás respecto a lo de “El acorazado Potemkin”, pues ahí era cierto que yo estaba al cuidado de mis chicos siempre, todos los sábados, y era donde pasábamos los ciclos de cine, y pasábamos esa película o “El Ciudadano Kane”, y bueno, ellos lo veían un rato, y después seguíamos. Pero hacía un poco alusión a eso, a la memoria, a qué les quedará de estas películas, porque no era “El Rey León”, eran películas que después vaya a saber en qué lugar de sus recuerdos le quedaban historias de tal impacto.
Y en cuanto a los maestros, algunos duraban muy poco tiempo, y otros duraban un montón. Y los que duraban muy poco tiempo a los 2-3 días se iban, porque verdaderamente aquello era encontrarse frente a algo muy distinto a lo que uno se imaginaba. Eso pasaba, y es muy interesante, porque algunos se iban a los dos días, y otros iban a los diez años. Depende de cada uno, y depende de un montón de cosas. Pero el desierto tiene eso que quizás en otros lugares es distinto; el desierto tiene algo que te atrae o te expulsa rápidamente.
– Y claro, “Lagunas”, que es el nombre de la película, resulta que tiene un significado físico, como se ve al final del filme igualmente, pero también un significado metafórico, en el sentido de qué vamos a recordar de nuestra infancia y si van a haber lagunas también. ¿Quisiste jugar con ambos sentidos para decidir el título de la película?
Sí, me gustaba en principio esta idea de que el lugar se llame Lagunas del Rosario y ponerle el nombre para ir al grado cero del documental, digamos. Ése es el título más directo que se podía llegar a encontrar. Pero asimismo me gustaba mucho jugar con esta idea del recuerdo y las lagunas de la memoria, y sobre todo pensar en esta laguna vacía qué es lo que va a pasar. Y también, como te contaba al comienzo, esta cuestión un poco imprevisible de qué va a ser el recuerdo y qué va a ser la memoria, porque uno no recuerda todo, uno recuerda alguna parte y se formará otra. Entonces me parece que tiene que ver con eso, con la idea de un recuerdo construido y que uno hace mucho para eso. Hay otras cosas que no, obviamente, que están, que vuelven a aparecer.
– “Lagunas” es también un relato visto como un viaje a ese país, para que los fantasmas nos cuenten lo que nos quieren contar. Y también en la película se menciona que mientras tanto, la gente del pueblo sana sus penas contando cuentos. Es un poco hacer una visión cosmológica de cuál es el universo en el cual se mueven las personas que viven en ese lugar. ¿Era precisamente tu intención retratarlo así en el documental?
Sí, totalmente. A mí, en los viajes previos que yo había hecho a Lagunas, sabía toda esta cuestión de la cantidad de historias que hay alrededor de las lagunas vacías del desierto, de las cosas que eran de una lengua que ya no está. Entonces me dio la sensación de que Liliana Bodoc, al tener ese ejercicio tan claro y una idea tan perspicaz de reconocer, ver y ordenar una historia, me gustaba la idea de poder hacer este viaje y esa captación de historias a través de su mirada. Me parecía más, sobre todo, porque ella conocía este universo.
Ella conoce el universo de las leyendas, de los mitos y todo eso. No particularmente de los huarpes, porque la verdad es que no lo conocía mucho, pero sí de otros lugares de Latinoamérica. Entonces me parecía que Liliana iba a captar esta esencia para decir: “Lo que nos termina salvando o protegiendo siempre son las historias”.
– Y ya que en la película se habla de cosas que están enterradas en las lagunas, quizá nos tendríamos que cuestionar si ciertos elementos pueden estar enterrados en lagunas o no, porque de hecho, tal vez tendríamos que hacer una valoración de lo que es valioso para la población y lo que la gente va a recibir como algo que realmente necesita.
Sí, esa fue la última parte que filmamos, la parte de la entrada al desierto y en esto descubrir qué está enterrado, me daba la sensación que para terminar de hablar de una cultura, en este caso de la cultura Huarpe, hay que ver cuáles son sus secretos, cuáles son las cosas que no es tan fácil que nos digan y que nos lleguen, sino que hay algo que no es una información, que es una vivencia, que es entrar a un desierto con la persona indicada y que él de alguna manera te dé esa autorización para entrar y conocer una cultura que tiene cosas que son propias, que poseen sus propios secretos, que no todo está a la luz, y que a esos secretos hay que ver cómo se llega, pues no se llega tan fácil.
– Yo creo que el cine en sí mismo es algo que es como un patrimonio, es algo patrimonial de la gente, que va a quedar para la gente y tendría que ser considerado como tal. Los filmes como éste reflejan puntos de vista y actitudes sobre cosas históricas que han pasado. Y creo que “Lagunas” tiene mucho de eso también, del pasado y de lo que los chicos y chicas pueden saber o se preguntan a sí mismos acerca de qué pudo haber ocurrido. Y ése supongo que era uno de tus propósitos también, que las nuevas generaciones entiendan la conexión que hay entre diferentes cosas que ocurrieron en la antigüedad, ya que no hemos llegado aquí por arte de magia, sino por algo que ocurrió anteriormente.
Sí, totalmente de acuerdo con eso, que es muy distinto de esto de llorar el pasado y no de reconocerlo. Son cosas completamente distintas, porque cuando uno las reconoce, las puede incorporar. En cambio, cuando uno las padece o las siente como algo que se perdió y que nunca más va a volver a tener, y bueno, es ahí donde se rompe esta rueda más vital.
©José Luis García/Cinestel.com