“Kabaddi”; entrevista con el director de la película, Pablo José Meza

Estreno en Argentina
“Kabaddi”, palabra que proviene del nombre de un juego indio desconocido en Argentina que metafóricamente representa los conflictos grupales, es el cuarto largometraje del cineasta Pablo José Meza, cuyo guion sirvió de base para un desarrollo posterior en el que participaron activamente los cinco miembros principales del elenco.
La película, filmada en un invierno argentino para realzar la opresión de los personajes, explora cómo un grupo de amigos de clase media se ve obligado a confrontar sus diferencias ideológicas y sociales cuando una huelga los confina en el medio de una isla dentro del delta de Buenos Aires.
Una vez varados en la isla, el salvaje, turbio y frío escenario hará que asuntos irresueltos emerjan, arrastrando a los amigos a una competencia uno contra el otro en un amargo juego de prejuicios e intolerancia.
Todo ello expondrá los auténticos pensamientos de los jugadores y tal vez, algunos de los espectadores, lo que hace aflorar algunas ideas que tenían reprimidas, generando confrontaciones por la imposibilidad de escucharse mutuamente.
El director entre otras cosas nos cuenta en esta entrevista que practicó un método de creación colectiva en el que los actores fueron también co-guionistas; improvisaron situaciones que se grabaron y desgrabaron para construir el guion final, lo que permitió una dinámica coral de trabajo muy enriquecedora. Meza también contó con técnicos noveles que tuvieron su primera experiencia en un proyecto de esta envergadura y que hicieron un trabajo impecable.
La película revela un proceso que se sumerge primero en lo que es el encuentro de los amigos con el lugar donde las escenas se van a desarrollar, para después caminar por las muchas veces intrincadas sendas de la amistad, apoyándose así en unas actuaciones naturales y eficaces para lo que desde un inicio se quería contar en el guion. Desde el plano técnico también se secunda esa idea mediante una notable diferenciación de la puesta de cámara, pues el inusual tratamiento inicial después se convierte en algo más convencional.
– Al comienzo de la película en casi una toma secuencia, la cámara parece estar representando a la mismísima casa recibiendo esa visita. ¿Era ése tu propósito?
Sí, claro. La casa está tomada como un personaje más; es quien los recibe y quien va a ser testigo de todas las cosas que suceden ahí. De todos los enfrentamientos, de los ratos de amistad que tienen y de los ratos de confrontación. La casa va a ser testigo de todo eso. La casa los va a oprimir. La casa se siente como un lugar de encierro, por más que afuera haya un exterior medio salvaje entre vegetación verde y río. La casa justamente con ese frío que hace, los alberga, pero también los mantiene reunidos y cautivos.
– Y después resulta que este relato contiene algunos giros que hacen que de a poco todo vaya hacia un lado diferente.
Es que en realidad ellos pensaban ir un tiempo y se tienen que quedar más por una huelga de lanchas colectivas, que son pequeñas embarcaciones que los llevan y los traen a la isla, al continente, y ahí es cuando empiezan a aflorar esos pensamientos que a veces muchos tienen, como si estuvieran encerrados y se empiezan a confrontar entre ellos.
En el fondo lo que muestra la película tiene que ver con esa sensación de que todo el mundo quiere tener razón, de que todo el mundo ya no escucha, sino que sólo habla. Y eso refleja que empezamos a tener problemas con las relaciones, porque ahí se empiezan a deteriorar. De hecho, la inspiración del guion inicial me llegó cuando pensé en la cantidad de personas valiosas que he perdido a lo largo de mi vida por distintos pensamientos ideológicos que nos damos cuenta que tenemos. Hay algunas que son irreparables y entonces te dejas de ver, dejas de estar en contacto y después decís, “Había algo de esa persona que igual me convocaba, porque algunas cosas teníamos en común”. Y es que es tan difícil esto de las relaciones humanas…
– ¿Y cómo fue que te fijaste en ese juego asiático para incorporarlo en la película, inclusive en el título?
Yo necesitaba encontrar algo que hicieran en la isla que fuera representativo de lo que les pasa a ellos como grupo. Y justamente en el Kabaddi lo que sucede es que son dos grupos rivales. Un miembro de un equipo tiene que entrar al campo contrario y tocar a alguno de ese grupo y salir corriendo para su campo. Si eso sucede, el que tocó queda descalificado, pero si lo toca y el grupo lo logra apresar en el campo contrario, quien se va es esa persona que ha invadido el territorio de los rivales en el juego. Funciona en realidad de manera similar a como somos cuando estamos en un grupo mayoritario discutiendo contra una sola persona.

Pablo José Meza, director de “Kabaddi”
– Durante el relato, los protagonistas sacan a relucir temas muy actuales, reconocibles y que están en plena discusión pública en esta tercera década del Siglo XXI. ¿Quisiste entonces aglutinar en los diálogos algunos de los temas sociales que más preocupan en la actualidad?
Así es, quise centrarme en la juventud que pertenece a la clase media. Esto de qué comemos, si somos veganos, vegetarianos, si somos carnívoros, es el discurso que hoy tienen esos jóvenes. La película es una historia incómoda en ese sentido, porque debate temas muy actuales y se mete absolutamente con muchos asuntos, o sea, desde el qué comemos hasta momentos en los cuales hay personajes que dicen cosas como que los artistas que no logran llegar a tener cierta fama terminan teniendo que dar clases solamente. Y aunque esas conversaciones no forman parte de otras cosas que hemos escuchado todo el tiempo y que están muy claras, lo que pasa es que cuando te las ponen en la pantalla, seguramente te incomoda un poco.
– “Kabaddi” se rodó en el frío invierno. ¿Eso fue porque en el delta hay menos gente circulando en esa época del año?
No, se propuso por justamente el clima hostil del invierno. Eso favorecía la atmósfera de discusiones que iban a vivir ellos. El grupo se va a pasar unos días, un 9 de julio, justo en el momento en que acá es el Día de la Independencia, y es este pleno invierno en Argentina, en un invierno crudo, pero como es un día festivo, se van a pasar ese fin de semana para allá, para la isla del Tigre. A mí me ayudaba mucho más que fuera en invierno por esto de la opresión en la casa, de tener que mantenerse dentro de la casa porque hace frío afuera. Cuando ya no querés estar con esas personas, te tenés que mantener en el interior, porque el frío es mucho más hostil que el calor, por eso lo elegimos así.
– Algunas veces aparece en la película un personaje externo que es un pescador -y no vamos a decir aquí quién lo encarna, porque es una sorpresa-. ¿Qué significado de fondo tiene esta persona en su esporádica y distante relación con el grupo de jóvenes?
Con el pescador quisimos enfatizar la diferencia entre las clases sociales. Esta persona que llega ahí es de clase baja, va a cualquier muelle para poder pescar, para poder sacar peces y comer o venderlos. Y sucede lo que sucede en muchas realidades: cuando la clase media se enoja, en vez de ir contra arriba, va y le pega a la clase humilde; entonces o se mete con la clase humilde o loa a esa misma clase más pobre. Ese sujeto no pertenece al grupo, no entra nunca a la casa, siempre está en los exteriores y tiene que ver con esto, con tener o no tener algo más de clase social.
– Hay una cosa muy interesante que mucha gente que dirige cine no lo hace y que en en el caso tuyo sí, y es que pones que los actores son también coguionistas. ¿Fue porque ellos dieron la aportación definitiva a este proyecto?
Es que en realidad son coguionistas porque trabajé de otra forma. Yo trabajo siempre los guiones en soledad, los escribo en soledad, los escribo veinte veces antes de los ensayos, y esta vez abrí el juego. Me pareció interesante poder probar algo con ellos porque los conozco de mucho tiempo. Entonces, lo que hicimos fue que antes de salir a filmar la película, nos juntábamos todos los sábados en un lugar. Yo el primer sábado les di sus perfiles de personaje, a quiénes iban a interpretar, se los expliqué físicamente, psicológicamente, el carácter, todo. Y ellos pudieron ponerse en esa piel. Y de ahí en más yo llevaba la cámara y les decía, «Bueno, ahora tienen que improvisar tal situación.»
Yo los grababa a ellos improvisando una situación determinada. Volvía a mi casa y desgrababa un montón de diálogos que me servían. Esos diálogos me disparaban. Si bien yo tenía una estructura enfocada para adelante, me disparaban por ahí caminos distintos. Volvía al otro sábado otra vez, les volvía a decir, «Bueno, ahora van a practicar, a probar esta otra situación.» Y así lo hacían y así fueron improvisando un montón de situaciones que yo les iba diciendo claramente estratégicamente cuáles eran. Y yo venía a casa y desgrababa todo eso.
Entonces, finalmente escribí un guion donde hay muchísimas líneas de diálogo que ellos lo dijeron en las improvisaciones y, de hecho, muchas situaciones se dispararon también por esas improvisaciones. Una vez que tuve todo eso desgrabado y que le pude dar forma, ahí sí construí ese un guion en el cual ya cuando llegamos a rodaje no había forma de improvisar, tenían que decir las líneas que decían en el diálogo. Pero muchas de esas líneas las habían dicho ellos antes. Entonces, claramente para mí son coguionistas, fue una manera de trabajar muy coral, muy gratificante, muy hermosa, muy vinculada, que a mí me hizo crecer muchísimo como director.
– La película la llevaste adelante sin el apoyo del INCAA, a fecha de hoy un Instituto fantasma debido a los avatares de la política. ¿Eso te puso más palos a las ruedas?
Sí, tenemos un problema gigante ahí con el INCAA. Lo cual claramente nos trajo complicaciones para poder hacerla, para poder terminarla. Se demoró mucho tiempo, sobre todo en la postproducción. Son en estos momentos de crisis institucionales en los cuales los que queremos seguir haciendo arte tenemos que ponernos creativos y buscar soluciones, posibilidades para seguir haciendo.
En cualquier caso, tiene el apoyo del Mecenazgo, que es un premio que da la ciudad de Buenos Aires. Eso sí lo tuvo, porque lo ganó. Y a través de la Fundación Itaú se nos dio un premio para poder terminar la postproducción de la película. Además, es una coproducción financiera con Brasil porque como con mis otras películas yo coproduje con Brasil, tengo un socio allí a quien le dije si quería participar en ésta y me dijo que sí. Entonces, en lo que tiene que ver con la postproducción, muchas partes de montaje del color se hicieron en Brasil, y eso también ayuda.
– Y es que el hecho de que un organismo público del cine ataque a sus propias películas no tiene parangón con ningún otro país.
Lo triste de eso es que se empieza a desarmar una industria para volver a convertirse solamente en algo donde los trabajadores sean tercerizados en series que pueden llegar a producir plataformas. Porque terminamos siendo como empleados para una producción de terceros. Parece que los técnicos de cine tienen bastante trabajo, pero eso tiene que ver siempre con producciones con capital sumamente extranjero. Por más de que sea filmado en Argentina, y con actores argentinos, el dinero viene de una plataforma a otro lugar y tenés que tener ciertas reglas para poder entregar el material y dirigirlo estando condicionado por la estrategia de fondo todo el tiempo.
Entonces, hay como ciertas cosas que que la verdad lastiman mucho al cine nacional argentino, y todos estamos esperando que eso cambie, que de alguna manera se recapacite y que entiendan que la parte artística es algo representativo de un país, y que si había algo que no funcionaba del todo bien, en realidad debería funcionar mejor, no dejar de funcionar.
©José Luis García/Cinestel.com