“¡Que vivas 100 años!”, la alegría de llegar a ser centenario

Estrenada en Argentina
Hay muchas maneras y estados emocionales a la hora de llegar a ser un longevo casi centenario. Por ley de vida parece que esa ha de ser inevitablemente la última parte de una ya larga existencia. Víctor Cruz entiende el cine como una experiencia vital y transformadora, aparte de ser un apasionado de las personas y sus historias.
En su cuarta película, “¡Que vivas 100 años!”, este director argentino efectúa un viaje por distintas partes del mundo para intentar captar cómo son y cómo piensan aquellas personas que rondan el centenar de años de edad, pero que han llegado hasta esa situación con una buena calidad de vida y equilibrios en la salud y lo emocional.
La selva de Costa Rica, Cerdeña y Okinawa son algunos de los lugares desde los cuales se muestran estas historias vitales sobre la alegría de vivir.
Un policía con todo tipo de funciones de lo más instructivas y divertidas, una banda pop de abuelas japonesas, la apetencia por volar en avioneta de un abuelo jubilado y un jinete centenario, aparecen en esta película de tono desenfadado y con muchas ganas de transmitir vitalidad. Y si piensas que la tristeza también mata, pues así es, has acertado.
Víctor Cruz responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Por qué decidiste hacer este documental entre varios países?
La península de Nicoya en Costa Rica, la isla de Cerdeña en Italia y la isla de Okinawa en Japón son tres de los lugares donde la gente vive mucho más y mejor que en el resto del mundo.
Conocimos a Panchita, la primera de nuestras protagonistas en Nicoya, ella tenía 109 años y una energía increíble. Allí fue donde nos contaron sobre los otros dos lugares, lo que despertó nuestra curiosidad, así que decidimos viajar y fuimos descubriendo una a una estas historias maravillosas.
Se podría decir que no lo decidimos nosotros, sino que el propio documental mientras cobraba vida, nos fue llevando de un continente al otro.
Esto significó un gran desafío desde la dirección, ya que es muy distinto filmar en tu propio país que en otra cultura, con otra lengua, sobre todo se hace más difícil construir el vínculo con los protagonistas, algo que es fundamental en este tipo de documentales. Es por eso que el rodaje nos llevó varios años, porque necesitábamos compartir mucho tiempo con ellos para afianzar la relación y pudimos respetar esos tiempos.
Fue una experiencia vital fascinante, emotiva y transformadora.
– ¿Y tras la experiencia, viste que el documental creativo es tal vez una de las mejores maneras de comunicar?
Creo que el postulado de Grierson sigue muy vigente, el tratamiento creativo de la realidad sigue siendo un imperativo de los documentales cinematográficos. Pienso al documental en primer lugar como una entidad expresiva, e intento construirlo desde esa idea. En realidad no soy muy afecto a hacer grandes distinciones entre documental y ficción, por eso en esta película me gusta hablar de “cuentos documentales”. Estos cuentos están protagonizados por personas reales, que viven sus vidas en esos lugares, que existen fuera del film, antes y después del film pero que se transforman en personajes de esa representación de lo real que es el documental.
A medida que he ido adquiriendo confianza y oficio como cineasta me siento más libre para utilizar las estrategias y los medios expresivos que mejor me ayuden a crear el universo de la película.
En cuanto a la estructuración dramática, articulé el film de acuerdo a las emociones que cada una de las escenas genera. Creo que las emociones y las sensaciones nos ayudan mucho más que la información dura para comunicar una idea, un pensamiento o una visión sobre el mundo.
– Me llamó la atención que salvo una pequeña referencia al mar y a la guerra no hubiera en el filme alusiones explícitas al pasado. ¿Preferiste que tus personajes no miraran hacia atrás? ¿Por qué?
Dicen que a medida que uno va creciendo suele mirar más hacia el pasado que hacia el futuro y que envejecer se trata un poco de eso.
Es una gran observación la tuya, y una de las cosas que más me sorprendió de los protagonistas, ellos viven en el presente, no en el pasado, tienen proyectos, tienen sueños. Tal vez eso les permite vivir con intensidad el aquí y ahora, sin la añoranza de épocas pasadas.

Víctor Cruz, director de “¡Que vivas 100 años”
Una charla con Don Pachito Villegas fue reveladora, una vez que tuve la confianza suficiente le pregunté si pensaba en la muerte. Su respuesta fue contundente (transcripción de la grabación):
– “No, no, no ¿Por qué debería pensar en la muerte? ¿Porque tengo 98 años? Nadie sabe cuando va a morir, usted podría morirse antes que yo. Yo me acuesto todas las noches pensando lo que voy a hacer al otro día”.
Me sentí muy tonto de haberle hecho esa pregunta, me pareció una obviedad que una persona que había llegado hasta los 98 años, lo había hecho pensando en la vida y no en la muerte.
Hay un concepto japonés que define muy bien la forma en que viven su presente: “ikigai” la razón de vivir o la razón por la que te levantás cada mañana. Todos nuestros protagonistas conocen su ikigai, todos tienen motivos para levantarse cada mañana.
– ¿Y en cierta forma, quisiste también asociar la vejez con la tranquilidad de haber tenido una vida plena y realizada?
Todas estas personas mayores que viven mucho lo logran por una combinación de factores: la herencia genética, una alimentación balanceada y haber realizado actividad física moderada y constante a lo largo de toda su vida. Pero hay un factor esencial: los lazos sociales y familiares, si queremos llegar a una vejez saludable debemos entender que el camino no es individual sino colectivo. A Gianni Pes, un científico italiano que desde hace muchos años estudia la longevidad, le gusta decir que nadie llega a centenario por sí solo, sino que para lograrlo se necesita de toda la comunidad. Sólo se puede llegar a centenario en un contexto social favorable.
Luego de la experiencia vivencial que significó realizar esta película he cambiado mi forma de pensar sobre los adultos mayores, si bien la mayoría de nosotros no seremos centenarios, viviremos muchos años siendo personas mayores, podemos hacerlo siendo felices, saludables e independientes, pero el momento para realizar los cambios individuales y sociales que nos permitan pensar en una vejez plena es ahora.
– Italia es un país muy atento a las coproducciones. ¿Resultó esta vez de una gran ayuda para la película su participación?
La participación de Kino Produzioni por Italia fue fundamental para llevar adelante el documental. Nosotros ya contábamos con el apoyo del INCAA, del Instituto Luce Cinecittà y de la Universidad Nacional de Costa Rica, luego de que ellos se sumaran logramos el apoyo de la Sardegna Film Commision, y del Programa Ibermedia.
Pero no se trata solamente de la búsqueda de la financiación, sino del aporte del talento de las cabezas de equipo, sobre todo en fotografía, sonido y producción. Creo que logramos conformar un gran equipo creativo encabezado por productor principal por Argentina, Fito Pochat y el productor italiano Giovanni Pompili.
©José Luis García/Cinestel.com