Pinamar: Carlos Jaureguialzo y Marcela Silva presentaron la película «El Prisionero Irlandés»
Estreno en Buenos Aires jueves 25 de junio 2015
Con el aval de haber participado en más de cuarenta películas como asistente de dirección, Pantalla Pinamar 2015 fue el escenario de presentación del tercer largometraje de Carlos Jaureguialzo que en conjunto con su esposa, Marcela Silva, conforman un tándem en el que equilibran la técnica con la consistencia de un guión. «El Prisionero Irlandés» es un drama romántico que está conectado a un momento histórico fundamental para todos los argentinos, el del preludio de la declaración de Independencia a inicios del siglo XIX, un momento que es clave en la Historia de la Nación.
Corría el año 1806 cuando las invasiones inglesas habían fracasado y los prisioneros fueron trasladados al interior de Argentina. Algunos de ellos se quedaron después y eso se nota fijándonos en los apellidos que hay en el país. La película refleja el que pudiera haber sido uno de esos casos: un soldado irlandés prisionero del ejército español que se enamora de una mujer del pueblo. Una relación llena de complicaciones en el medio de elevados conflictos.
Jaureguialzo responde a nuestras preguntas y la primera tiene que ver con qué partes hay de real y de ficción en este filme:
«La historia no se basa en un hecho real, pero el contexto histórico sí que es cierto. En esos años hubieron dos invasiones inglesas. En 1806, cuando se rindieron las tropas británicas, una parte de su armada había quedado fondeada en Montevideo y como en Buenos Aires tenían miedo de que vinieran a rescatar a los soldados prisioneros, los enviaron a provincias del interior, a Mendoza, San Juan, Córdoba, Salta, Tucumán, y a San Luis también, en grupos de unos cien. Esa parte es cierta. Después, por supuesto, la historia de amor y los personajes son de ficción».
– Y en todo ese contexto, ¿cuál era el papel que desempeñaba el oro? ¿Se encontraba oro allí en aquella época, como menciona la película?
Sí, es colateral pero en 1797 en esa zona, en La Carolina, se encontró oro. El gobernador de la provincia mandó hacer un estudio, vinieron expertos de Inglaterra y determinaron que sí, que había oro bastante bueno que se empezó a extraer, y de ahí devino que se formó ese pueblo. También había minas que hoy siguen ahí, además de oro en el río que se puede extraer pero que es muy pobre. Después no sé qué pasó, pero se abandonó hasta que entre 1860 y 1870 lo explotaron los ingleses. Hoy en día hay muy poco, pero es un atractivo turístico en el que le dan un baldecito a los turistas para ir a recoger oro y los llevan de excursión.
– Otro punto que contrasta la película es el religioso. Por ser irlandés, el protagonista comulga el catolicismo y eso puede ser que lo diferencie más de sus acompañantes ingleses.
Claro, exacto. Vos sabés que ésta es una nación básicamente inmigratoria, habitada por gente de diversos lugares que han llegado acá. Muchos de los apellidos ingleses que tenemos devienen de esa época de las invasiones inglesas en la que los prisioneros británicos se podían quedar en el país si tenían un trabajo y si juraban por la religión católica. Bastantes se casaron con criollas y formaron su familia acá, y esas eran las condiciones. El caso de los irlandeses era mucho más fácil porque de origen ya eran católicos.
– Ni que decir tiene que ese periodo histórico fue muy importante para la Argentina y especialmente el papel que tenían las provincias de interior.
Exactamente, y la película trata también sobre eso, sobre cómo se forma la nacionalidad. De hecho, el padre de la armada argentina es Guillermo Brown que era un irlandés, el ayudante de campo de San Martín era igualmente un irlandés, y también han habido italianos, franceses o ingleses. La formación de la nacionalidad deviene de todas esas mezclas, mas los aborígenes de la Argentina. La idea que tenían San Martín, Bolívar y Belgrano era la de poner un Emperador o Rey inca cuando se hizo la Revolución de 1810. Esa mezcolanza es uno de los temas de la película.
– Hay una pequeña pincelada en «El Prisionero Irlandés» sobre una idea tal vez instalada en el imaginario colectivo de que los indios eran como una amenaza. ¿Lo quisisteis expresar así?
Sí, por supuesto que sí. La mezcla con el indio es la parte más oscura de la formación de la nacionalidad. El indio fue corrido hasta casi su exterminación y quedaron los que fueron sojuzgados o hechos esclavos porque a los que se alzaban en armas los mataban, y en esa época había como una frontera con el indio. Había una serie de fortines y guarniciones militares que custodiaban la parte urbana civilizada, y después para allá, para el lado de la pampa, estaba el indio y San Luis es una provincia de frontera con el indio. Por eso también está esa referencia.
– También hay algunos diálogos sobre las acciones del ejército del general San Martín, pero no quisiste entrar en absoluto en lo que son escenas bélicas explícitas.
No, porque el tema principal de la película es cómo las mujeres vivieron durante la guerra. Esto es universal en cuanto a que la mujer ejercía su papel en una guerra de estas características concretas quedándose en la casa, ocupándose de las tareas que antes hacía el hombre, quedándose viuda,… y aún así, estando de acuerdo por lo que se pelea. Entonces, la guerra es una cosa que no sucede cerca de donde ella vive, son todos los lugares referencias lejanas a donde tienen que ir los hombres a pelear, yendo y viniendo, y ella siempre está ahí en ese lugar, en una chacra perdida en el medio de la nada.
– Igualmente hay un sentimiento común en los prisioneros de anhelar el mar como una vía de escape a esa situación en la que ellos están.
Sí, sobre todo en el personaje principal, en el irlandés. San Luis es una provincia interior. Estos tipos habrán hecho un largo viaje caminando y notaron que se internaron mucho en las tierras interiores. No saben dónde están. Capaz que esa travesía ha durado diez o quince días, porque éste es un país muy grande y hasta ahí hay cerca de mil kilómetros mas o menos. La referencia más cercana para regresar a su patria son los barcos, es el mar.
– Trabajasteis con mucha diversidad musical. Hay desde acordes típicos irlandeses hasta guitarra española. ¿Lo planeasteis con esa intención tan diversa?
Sí, tratamos de que fuera una fusión donde vos ves la guitarra o inclusive hay bombos, que es en general una modernización de un folclore argentino, de una música que es bastante típica de esa zona de San Luis, osea que es una mixtura inclusive cuando ellos salen a cazar caballos y demás que hasta casi mezcla lo que acá es una chacarera, una tonada típica del folclor argentino, tocada casi con instrumentos gaélicos e irlandeses, con flauta, violín y otros diferentes, en una mezcla que también tiene que ver con la emigración y la variedad de culturas, y con cómo ese irlandés se va argentinizando de alguna manera.
– ¿Cómo fue localizar a los actores y su acento irlandés y británico?
Eso fue bastante bravo, porque nosotros teníamos un actor irlandés que iba a venir, pero casi a último momento no se pudo hacer porque tuvimos hace un par de años algunos conflictos con el cambio de divisas y era muy difícil exportarlas para pagar. Entonces, había en el país un actor galés, Tom Harris, que ahora está viviendo en Argentina pero que pasó su infancia en Gales para más tarde irse a Londres, y que estuvo comunicándose con amigos irlandeses para tratar de adoptar el acento mandándoles frases de la película para que se las dijeran con tonada irlandesa con el fin de que él las pescara. Yo la verdad es que mi inglés no es muy bueno y no sé qué tal terminó siendo, pero Harris hizo un gran esfuerzo.
– En San Luis Cine creo que no llevan ni diez años y han tenido una buena progresión. ¿Cómo lo ves ahora?
Sí, ya lleva diez u once años, mas o menos, y ha mantenido la continuidad. Creo que ahora tiene un poquito menos de presupuesto de lo que tuvo en alguna otra época, pero se va manteniendo. Muchos técnicos de la película son puntanos, son de San Luis, porque se han ido formando nuevas camadas de especialistas de cámara, arte, fotografía,… y hoy en día hay unos cuantos técnicos de allá que a veces vienen a colaborar en películas que se hacen acá en Buenos Aires y, obviamente, trabajan en todas las producciones que se hacen allá. Inclusive salen directores, con lo que se está formando un buen grupo de personas que hacen películas propias y eso está muy bueno.
©José Luis García/Cinestel.com