«Salsipuedes» de Mariano Luque, violencia escondida y disimulada

En la ciudad de Córdoba, en el interior de la Argentina, está floreciendo una nueva generación de realizadores de cine aupados por las facilidades de las nuevas tecnologías.
En el 14 BAFICI era esperado con gran interés el film «Salsipuedes» cuyas proyecciones estuvieron repletas de público al igual que la mayoría de películas argentinas.
La historia está centrada en un matrimonio que inicia un viaje en auto un día soleado. Los pájaros cantan con dulzura y, por suerte, es temporada baja y no hay turistas en el camping serrano. Sin embargo Carmen y sus esposo Rafa no pueden disfrutar de sus vacaciones.
El director Mariano Luque relata a Cinestel la génesis de este proyecto:
«El guión lo empecé a hacer en 2008 muy basado en historias personales o percepciones del grupo de gente que tengo más cercano y cotidiano. Este tipo de violencia lo veo mucho en la sociedad y quise dar una mirada sobre eso.
En principio la película iba a ser un corto; filmamos en marzo de 2010, luego se editó durante casi un año en un trabajo muy colectivo de mi equipo ya que como director no soy la autoridad suprema sino que trabajo mucho con el equipo en conjunto.
A medida que avanzábamos vimos que necesitábamos que los personajes tuvieran más ambigüedad porque parecía que iban todos por el mismo lado ya que su linea dramática era siempre unidireccional. Por eso quisimos filmar más escenas y luego de casi un año lo terminamos en un largo y entre medio fue muy extraño porque es mi primera película que además es un trabajo de tesis enmarcado en la universidad en donde yo estudio y fuimos a la Cine Foundation en Cannes representando a la Universidad Nacional de Córdoba. Ahí tuvo bastante visibilidad el trabajo y luego se terminó el montaje en formato de largometraje».
– Tratas el tema de la agresión en pareja pero en su forma más sutil, de tipo verbal. ¿El guión es producto de vuestra observación o conversaste con personas afectadas?
Básicamente no porque lo que yo quería plasmar era percepciones no sobre un tipo de violencia explícita sino más bien como algo que está escondido sin apelar a la violencia más gráfica. De hecho el único rasgo visible es el moretón que tiene la protagonista, la mujer, pero la idea es tratar de rondar eso a través de unos diálogos que supuestamente son de humor o comentarios que hacen las personas de la familia pero que tienen una gran carga de violencia.
No he hecho investigación teórica concreta pero sí me he basado en experiencias que he conocido personalmente y en mi sentido común.
Quisimos enfocarlo hacia la violencia contra la mujer pero la idea fue que no quise hacer un abordaje universal sino hablar sobre unos personajes en particular y yo creo que cuando uno construye personajes ficcionales lo hace en base a un montón de gente que conoce e incluso basándose también inconscientemente en uno mismo y en familiares, amigos, conocidos,… entonces no es que quise premeditadamente hablar sobre este tema sino que todo fue saliendo de forma natural, imaginando las escenas o intentando recrear algunas situaciones que me parecían conmovedoras o que necesitaba filmarlas; luego salió el tema y ahí si que tuve que tratar de abordarlo un poco más siguiendo esa línea.
– ¿La pareja protagonista tuvo algún tipo de preparación previa para establecer los esquemas sobre los que desarrollar su actuación?
Los dos se conocían de antes porque eran compañeros de la universidad pero le hemos hecho mucho trabajo de ensayos, principalmente con la protagonista que es Mara Santucho con quien trabajamos varios meses y nos reuníamos una vez por semana para ensayar las escenas.
Luego se incorporaron los otros, como el actor principal, e íbamos haciendo ejercicios y trabajando mucho el tema de los diálogos para amoldarlos a los actores ya que también es una película que tiene mucha jerga porque el modo de hablar trata de ser fiel a como se habla en Córdoba, donde yo vivo. Entonces había muchos términos que fueron discutidos, trabajados y pulidos.
– Se habla ahora con insistencia de un nuevo cine cordobés. ¿Realmente eso existe?
Sí porque se está empezando a filmar más en la provincia que es algo muy favorable ya que, por lo general, el gran porcentaje de películas argentinas se hacen desde la capital federal, no solo por la cantidad de habitantes que hay, sino porque también disponen de servicios técnicos que son muy difíciles de encontrar en otros lugares, aunque yo creo que con los avances tecnológicos y también con la voluntad de muchos jóvenes cordobeses se ha empezado a trabajar en cine.
Esto de nuevo cine cordobés yo creo que es una etiqueta que ha empezado a poner la crítica y la prensa para darle visibilidad, si bien no estoy de acuerdo en etiquetar a un grupo de películas sobre este cine cordobés o nuevo cine argentino aunque, repito, me parece muy favorable porque le está dando visibilidad. Son películas muy diversas, no son tantas porque esto ha comenzado hace unos cinco años y por suerte están empezando a surgir muchos nuevos realizadores que apuestan por filmar desde Córdoba y eso es algo muy valioso porque hasta ahora era como si existiera la obligación de irse a Buenos Aires debido a que era muy difícil localmente, habían muchos impedimentos.
Yo creo que también hay un panorama favorable porque son más accesibles las cámaras o los reglamentos técnicos con los que uno tiene que contar para hacer una película y además están el trabajo y las ganas de contar historias o abordar estéticas desde donde uno vive que también es muy importante, plasmando miradas según la identidad de cada uno.
– Vos también hiciste algo de animación. ¿Lo ves más complicado continuar por ese camino?
Nunca se sabe. A mí me gusta mucho dibujar. Yo lo hago desde muy chico y la verdad es que me interesa. Entré a estudiar cine en la universidad, me interesaba hacer dibujos animados porque siempre dibujaba historietas y he hecho muchos dibujos, pero por ahí pienso que en algún momento volveré ya que me gusta mucho. Por ahora estoy haciendo ficción.
©José Luis García/Cristian Sáez/Cinestel.com