«Solos» de Joanna Lombardi; amistades apasionadas por el cine

La directora peruana Joanna Lombardi experimenta un cambio significativo respecto a «Casadentro», su primera película, y en «Solos» abandona la rigidez que muchas veces se impone para los actores al momento de seguir un guión y apuesta por la naturalidad e improvisación. El filme, que fue presentado en el Festival de Rotterdam, es la combinación de una historia de amistad con otra que simboliza un profundo amor por el cine y esa necesidad que todo artista tiene de que sus obras sean vistas y valoradas por el público. Cuatro jóvenes viajan en una furgoneta por algunos pueblos perdidos de la selva del Perú llevando una pantalla inflable, además de todo el equipamiento necesario para proyectar películas en lugares lejanos de Lima.
Básicamente los tres actores que encarnan a los personajes de un filme no comprenden el fracaso comercial que tuvo su obra en los cines de la capital cuando tuvo que retirarse al cabo de una semana de su estreno, y emprenden una aventura por las rutas de la selva para mostrar su película gratuitamente al aire libre y ver la reacción de los potenciales espectadores en zonas que no deberían de estar influenciadas por los tanques de Hollywood. Para esa experiencia contratan a Beto, un argentino que conoce el sistema de proyecciones itinerantes de cine porque ya trabajó en ello en su país.
Los inicios de esta travesía se abordan con entusiasmo por parte del grupo, pero a medida que avance el tiempo se van a ir dando cuenta de que posiblemente lo que se han propuesto no es tan sencillo de conseguir como ellos se pensaban. Es cierto que cuando alguien hace o participa en una película, piensa que está ante algo que a la gente le puede interesar y por eso le dedica horas, meses e inclusive años en la mayoría de los casos para perfilar el proyecto. Por esta razón, cuando a nivel de público no ha funcionado harías cualquier cosa a tu alcance para que se viera.
Lombardi le ha dotado a la película de mucho realismo con una construcción narrativa cercana al género documental, hasta el punto de que si esa aparente verdad no existiera casi que estaríamos viendo una obra sarcástica con motivo de la baja atracción que por lo general ejercen muchas historias de autor en beneficio del cine de la estrella, del mito. La pregunta sería, ¿por qué el público prefiere estar identificado con los personajes y muchas veces rechaza por sistema el tener que visionar historias o conflictos cercanos y comunes? Pudiera tratarse de un problema de formación de gustos, pero quién sabe.
De todas formas, la sorpresa es que «Solos» no se aproxima al tema principal en exclusiva desde la tristeza sino que ese viaje que constituye una auténtica ‘road movie’ juega también con un factor que muchos espectadores tendremos imborrable en nuestra memoria, el de momentos de amistad y compañerismo que todos hemos vivido y que en algunos momentos se asemejan a los que interpretan en el filme este grupo de locos por el cine. Puede ser que cambie el lugar, los temas de conversación u otras cosas, pero ese clima amistoso está muy bien conseguido y pese al lógico artificio de las películas, se revela como reconocible y verdadero.
En el plano técnico, predomina una cámara estática que nos hace más libres a la hora de calcular nuestra observación de algunas escenas, pero también están muy logradas las tomas con los protagonistas dentro del vehículo todoterreno en movimiento. El director de fotografía es el profesional chileno Inti Briones mientras que en todas las secuencias el sonido es real, cualquiera que sea el espacio donde se rodó.
«Solos» es una película sobre el cine, la amistad, la diversión y las decepciones. Interesante para ver, así que si tienen oportunidad de hacerlo, véanla porque bien merece un visionado en el cine. En Rotterdam fue seleccionada sin ni siquiera haber optado al fondo de financiación Hubert Bals. Por algo será.
©José Luis García/Cinestel.com