«Wonderful losers, a different world»; ¿Seres solidarios o competitivos?
DocsBarcelona 2018
El ciclismo es un deporte de lo más curioso y singular, pues no todos los que pedalean en esa competición tienen la posibilidad de llegar los primeros a la meta. Los corredores no pueden participar a título individual, sino que lo tienen que hacer como miembros de un equipo que tendrá que desarrollar una estrategia de grupo para intentar ganar las sucesivas etapas. Bajo esa estructura, se establece una jerarquía sobre la que ya está decidido de antemano quiénes son los respectivos líderes que tendrán que procurar ir siempre a la cabeza de los pelotones en la carrera.
«Wonderful losers, a different world» es un documental valiente y arriesgado del director lituano Arünas Matelis. Está rodado a lo largo de varios años en el transcurso de los Giros de Italia que se iban celebrando, y su finalidad es la de retratar a los gregarios, que son los corredores de apoyo.
Desde el año 1973 en que el danés Jørgen Leth rodara un documental en aquel Giro de Italia, nadie más había osado desafiar las leyes del movimiento físico para filmar o rodar imágenes de tal acontecimiento deportivo, a no ser que fuera la propia radio televisión estatal italiana, que es quien ostenta los derechos de transmisión y grabación del evento para emitirlos.
Este filme que proyectó el DocsBarcelona, trata de indagar en el comportamiento de estos participantes profesionales para intentar comprender qué es lo que les motiva para no estar ansiosos ante el hecho de que lo más probable sea que nunca vayan a alcanzar el podio de la victoria. Obviamente, ellos ayudan a conseguir el triunfo de su líder, ¿pero cómo los calificaríamos? ¿Son solidarios, competitivos o las dos cosas?
«Para mí el ciclismo va sobre ellos, los gregarios, los que se sacrifican», nos cuenta Arünas Matelis antes de comenzar a responder las preguntas de Cinestel:
– ¿Considera usted que hay gregarios en estos grupos que podrían optar a más y no lo hacen, no lo pueden conseguir?
Yo creo que un gregario es igual de fuerte que un campeón. Muchas veces no podemos decir que uno sea el campeón y el otro un perdedor. Tal vez sí para el gran público, pero yo creo que son igual de fuertes. En la película mostramos cómo un gregario tiene que incluso superar muchos más obstáculos que un campeón que va a tener que ganar la etapa. De hecho, la frontera que existe entre un gregario y un campeón es muy fina, y yo diría que incluso es algo mental, porque la diferencia es mínima.
Si nos fijamos, muchos gregarios, antes de ser profesionales, siendo ellos juniors, ganan campeonatos nacionales o internacionales, pero es luego cuando la cosa cambia al momento de otorgarles ese papel, que incluso está recogido en sus contratos, donde textualmente dice que no van a poder ganar una etapa. Pero, a mi modo de ver, son igual de fuertes unos que otros.
Y es que, de hecho, para mí es como una paradoja lo del ciclismo, porque entiendo el deporte como el querer ganar siempre, y en cambio hablamos de personas que pese a tener el mismo talento, se sacrifican para que gane otro. Y ellos tienen que estar contentos y satisfechos, además de entender que nunca ganarán una carrera. Eso me parece interesante y paradójico en nuestra sociedad.
– Usted ha trabajado con equipos especiales de cámaras para rodar, e inclusive dice que en algún momento tuvo problemas para grabar algunas las imágenes. ¿Cómo pudo superar esas dificultades técnicas?
Yo siempre estaba molestando allí. De entrada, tuvimos que esperar cinco años para lograr el permiso. Al final lo conseguimos tres semanas antes de que empezara el Giro y nos dijeron que tendríamos que estar ubicados al final de la carrera, lo cual nos pareció bien porque lo que queríamos era grabar a los gregarios y que, por ejemplo, se viera cómo recogen el agua.
Nos advirtieron de que sólo nos permitían cometer dos errores por etapa como máximo. Y tras el primer día de carrera nos llamó el director del Giro y nos dijo que ese día ya habíamos cometido más de dos fallos. Nos disculpamos y le dijimos que tenía que entender que habíamos invertido todo nuestro dinero en reservar hoteles y comprar el equipo. Queríamos sobrevivir, así que le pedimos que nos dijera todas las normas que había que seguir para que nos las aprendiéramos. Pero la respuesta que obtuvimos fue que no había normas escritas, sino que lo único que teníamos que tener en cuenta era que no podíamos entorpecer la carrera.
– ¿Y cuáles fueron los errores que cometieron?
Pues que pasamos de la izquierda a la derecha, quedándonos unos 20 centímetros dentro de un espacio no permitido, y luego que el cámara sacaba los codos cuando sostenía la cámara. Cuando supimos que esos eran los fallos, pensamos que lo teníamos complicado para seguir rodando. Todos los días era como volver a empezar para salvar todos esos obstáculos. Al final, créame que no sé cómo lo logramos, pero conseguimos seguir rodando varios años seguidos. Y en ese tiempo se nos estropearon tres motos. Para mí es un milagro haberlo acabado.
– ¿Así pues, llegó a temer que en algún momento les dijeran ¡Váyanse!, sobre todo al principio?
¡Cada día, cada día me ocurría eso! Todos los días rezábamos para poder seguir rodando. Como he dicho, habíamos estado cinco años negociando y claro, los italianos son muy educados y no dicen ni sí ni no. Pero con algunos contactos logramos el permiso y luego ya todos los días era como un tsunami. Creo que todo cambió cuando en una etapa, nuestra moto cayó justamente para proteger a un ciclista y vieron nuestra disposición a colaborar, así como nuestro sacrificio bajo el sol o la lluvia. Logramos ser un poco como amigos y nos fueron dando paso a paso su confianza para hacer cosas que no son habituales en una carrera.
©José Luis García/Cinestel.com