«600 millas» de Gabriel Ripstein; violento contrabando de armas

Premio Mejor Ópera Prima de la 65 Berlinale
Tim Roth y Krystian Ferrer protagonizan en «600 millas» un duelo interpretativo en este thriller de tensión moderada, subyacente la mayor parte del tiempo pero casi constante, suponiendo la primera incursión en la dirección del mexicano Gabriel Ripstein, y que cuenta con un plantel espléndido a nivel técnico y de producción, que junto al guión y las actuaciones ofrecen una panorámica sobre lo endeble y frágil que es meterse en esos líos, en este caso con el contrabando de armas en la frontera entre México y los Estados Unidos de por medio. Ferrer interpreta a un joven mexicano que trabaja junto a un gringo (Harrison Thomas) de más o menos su edad, para pasar armamento por la frontera entre Arizona y México con destino a uno de los carteles de la droga.
Al principio de la película veremos a su compañero estadounidense acudir a una tienda de armas de fuego. Para un espectador foráneo es asombrosa la facilidad con la que un chico que recién ha alcanzado la mayoría de edad, puede adquirir cualquier tipo de armas, ya sea un revólver o un rifle automático, pero así sucede en la realidad y de la misma forma lo ha reflejado Ripstein (hijo del cineasta y nieto del productor) en su ópera prima.
Arnulfo Rubio (Ferrer) es el chico que aguardará al volante de un vehículo todoterreno para transportar la mercancía e introducirla camuflada por un paso fronterizo que accede al estado de Sonora sin que los guardias mexicanos se entretengan demasiado buscando segundos o terceros fondos usados como escondite. Lo que Arnulfo no sabe es que durante algún tiempo ha formado parte de las pesquisas del agente Hank Harris (Tim Roth) de la AFT, una agencia conocida por sus métodos dudosos cuando se trata de combatir estas bandas de contrabandistas.
Por un suceso que ocurre durante el filme, la acción traspasa la frontera y se adentra en el sur donde lo que comenzó siendo un docu-drama se transforma en un thriller con algunos giros y diferentes estados o capas de intriga y suspenso. Arnulfo es un chico joven e inexperto que en momentos de pánico rompe a llorar pero que también es capaz de tomar decisiones rápidas, imprescindibles en todo este entorno donde cualquier pequeño error puede desembocar en una súbita violencia. Harris, por su parte, es un agente de la ley que por su experiencia posee una alta capacidad analítica y resolutiva frente a situaciones a priori complejas.
Gabriel Ripstein evita el sensacionalismo típico de algunos filmes estadounidenses y apuesta por un realismo brumoso que consigue engañar al espectador para sorprenderlo, presentando a unos personajes que son impredecibles y ambivalentes en sus actos. Igualmente, el realizador pone el dedo en la llaga acerca de un tema sobre el que muy poco se habla o se escribe: que todas las armas que emplea el narcotráfico en México proceden o están fabricadas en los Estados Unidos. El final de la película desata una espiral de violencia en la que interviene el tío de Arnulfo, interpretado por Noé Hernández, y que guarda relación directa con lo emocional e irracional.
En «600 millas» la composición de los planos está netamente al servicio del guión e incluye algunas escenas con cámara en mano que siguen de cerca a los protagonistas, siendo Alain Marcoen el director de fotografía, camarógrafo habitual de los hermanos Dardenne.
©José Luis García/Cinestel.com