«Aballay, el hombre sin miedo» de Fernando Spiner fue aupada al camino de los Oscar

La multipremiada película de Spiner nos propone una casi obligada reflexión en busca de aquellas coincidencias geográficas y sociales entre la vida rural del oeste norteamericano y la pampa sudamericana: grandes extensiones no conquistadas, hombres que viven a caballo y una ley ausente, que deja lugar al culto de las armas y de la pelea.
«Aballay» nos redescubre además al gaucho como personaje, toda su liturgia vinculada a las armas y sus consecuencias más llamativas como son la venganza y el duelo.
Camino de los Oscar de Hollywood, su director Fernando Spiner nos comenta las impresiones que tuvo ante este posible acontecimiento:
«Lo primero fue un gran orgullo porque haber sido elegido por la Academia de Cine argentino, que es la entidad que reúne a directores, productores, actores, músicos y técnicos de nuestro cine, que nos haya avalado y considerado que nuestra película es la que tenía más alto nivel para representarnos nos provocó también una gran alegría porque hizo que la película volviera a estrenarse en las salas comerciales de algunas provincias y de hecho la película sigue ahora en cartel en la sala del Malba, el Museo de Arte Latinoamericano, donde estuvo todo el mes de diciembre y va a estar todo enero.
Y luego está toda la expectativa de acompañar la película. Estuvimos en Los Ángeles en una semana de cine organizada por la Embajada de Argentina y la película ha tenido una recepción muy buena en las exhibiciones que hubo».
– ¿Qué precedentes sobre este género cinematográfico existen en la Argentina?
En los años ’50 hubieron unas películas muy importantes como «Pampa Bárbara» de Hugo Fregolese y Lucas Demare que de alguna manera habían marcado una cierta tradición de tópicos de western de forma gauchesca. Luego en principios de los ’70 Leonardo Favio, uno de los grandes directores argentinos, hizo «Juan Moreira» que es gauchesca y está bastante cercana al western y desde entonces no había una experiencia de este tipo y lo interesante me parece que es que este tipo de propuestas son muy seguidas por los argentinos. Recuerdo «Territorios sin ley», «Hombre a caballo»,… todas esas cosas.
– José Luis Guerín relataba en Buenos Aires que a él este género le ha contado muchas más cosas sobre la historia de Norteamérica que cualquier otra fuente. También usted admira el western por lo que se intuye.
Efectivamente soy un admirador del western en sus diferentes expresiones. Me gustan mucho John Ford, John Huston, Sam Peckimpah,… también el spaghetti, Sergio Leone fundamentalmente, y como yo estudié cine en el centro experimental de Cinecittà en Roma en principios de los ’80 todavía su cine estaba muy vivo y tuve oportunidad de conocerle.
También tengo admiración por Hugo Fregonese, que es el director argentino que hizo la más importante carrera de Hollywood como director donde hizo unos diez westerns con grandes estrellas y en algún sentido también Glauber Rocha, un director del nuevo cine brasilero, con películas que hizo como «Dios y Diablo» o «La tierra del sol» y esa especie de mezcla ha generado esta película que tiene mucho de realismo épico y que es muy nuestra.
– En España tenemos a Álex de la Iglesia que también hizo su conocidísima incursión en el género con «800 balas». ¿Qué le pareció?
Yo soy un admirador de las películas de él y esa concretamente me gustó mucho. Además, estuve hace poco en ese decorado en Almería, en Fort Bravo, donde hubo un festival de cine de westerns allí en España y nuestra película ganó el premio principal compitiendo con películas muy importantes de todo el mundo y el recuerdo de Álex de la Iglesia y «800 balas» en ese lugar es permanente.
– ¿Usted volvería a tratar este género dentro del cine?
Sí, absolutamente. Para mí fue una experiencia y una vivencia fundamental y la película está cargada de una espiritualidad enorme, desde el autor del cuento, Antonio di Benedetto, que escribió el texto estando preso y no le dejaron más escribir durante la dictadura militar pero él escribía con letra microscópica, siempre comenzando con la frase «anoche tuve un sueño» y le iba pasando los textos a una mujer que le visitaba en la cárcel.
Contamos con el espíritu de di Benedetto y también el de la comunidad gaucha que son indios Diaguitas calchaquíes con los que nosotros trabajamos y a través de los cuales hemos tenido una bendición de la pachamama en esta película.
Ellos trabajaron con nosotros, construimos locaciones de la película que luego recrearon como centros culturales, establecimos un vínculo muy profundo y con un objetivo en común que era hacer la película con toda la carga que ellos tienen de espiritualidad,…. osea que volvería a hacer un western y en el mismo lugar, en los valles calchaquíes, en la localidad de Amaicha porque ahí encontramos una verdad que de alguna manera me permitió abordar el género a la gauchesca con cierta originalidad a diferencia de la versión más típica que es más de la Pampa.
©José Luis García/Cinestel.com