«Se acabó la épica», de Matilde Michanie; viendo a Néstor Sánchez

Estrenada en Buenos Aires el 26 de febrero.
La capacidad que tiene Matilde Michanie para emplear el documental con la finalidad de hacernos llegar una observación más cercana sobre asuntos acerca de cuya realidad nunca habríamos intentado indagar pero que ahí están presentes, es más que notable. Habiendo seguido documentales suyos como «Licencia Número Uno» o «Judíos por elección», se hace obligado acudir a cualquiera de sus siguientes propuestas, como ahora es el caso de «Se acabó la épica», una película en la que se observan y exponen partes importantes de la vida y obra del escritor y traductor argentino Néstor Sánchez, nacido en el barrio de Villa Pueyrredón y fallecido en 2003, uno de los autores considerado como menos expuesto y más extraño de su país.
Muy amigo de Julio Cortázar, Sánchez llevó una vida bastante nómada aunque radicó por largo tiempo en los Estados Unidos de Norteamérica, habiendo pasado también por Roma, París y Barcelona, entre otras ciudades. ‘Nosotros dos’ (1966) fue tal vez su mejor novela y es un buen punto de partida para este filme de Michanie que intenta mostrar algunos datos que nos conducirían a poder comprender su naturaleza literaria experimental, extravagante y rica, de temática casi siempre ligada a su ciudad natal, Buenos Aires. Él fue una persona que se expresaba mucho mejor a través de la palabra escrita, amante del jazz como arquetipo de la libertad, y bastante preocupado por lo corta que es la vida.
Matilde Michanie responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Cuándo supiste que existía la posibilidad de abordar este documental?
Supe que era posible contar de alguna forma, siquiera fragmentaria, el periplo personal y profesional de Néstor Sánchez cuando estaba terminando la investigación preliminar, al encontrar a personas significativas en cada uno de los tramos decisivos de su particular destino. De todas formas era para mí la primera vez que contaba a alguien sin tenerlo como protagonista directo y eso suponía dudas permanentes a pesar de la certeza que el abordaje era posible.
– ¿Era Néstor un hombre excéntrico y contumaz que difuminaba lo personal con lo profesional?
No considero que Sánchez fuera alguien excéntrico, era en todo caso alguien raro pero por lo original, por lo particular, y no por querer serlo intencionalmente sino como una consecuencia lógica de su discriminación acerca de lo que parecía realmente importante y lo que no lo era en absoluto. Sí era rebelde, pero con causa, con la suya propia, que surgía también supongo de esa discriminación. No había separación, como yo lo entiendo, entre su obra y su persona, ambas debían responder a una coherencia superior.
– ¿Crees que le pudo la sensación de que le faltó tiempo en su vida? ¿Se obsesionó pensando que la vida es demasiado corta?
Sí seguramente se obsesionó pensando que la vida era corta, eligió esa obsesión como timón de su pesimismo o de su necesidad de trascendencia, depende como se mire. Aunque ¿realmente no tiene razón?, sobre todo cuando ni siquiera podemos responder a las preguntas básicas de la existencia.
– Entre las ciudades en las que vivió está Barcelona. ¿Fue la que más oportunidades le dio?
Parece que en su vida Sánchez armonizaba con la máxima de tiempo, lugar y gente, es decir estaba siempre en el tiempo correcto, en el lugar indicado, y con la gente adecuada. En el caso de Barcelona tuvo las oportunidades de poder disfrutar de la resonancia del boom pero tal vez para él la oportunidad se trataba de otra cosa.
– ¿Piensas que el documental puede ser también visto como un estímulo o acicate para quienes menos conocen su obra literaria en la actualidad?
El documental está orientado a reposicionar a Sánchez, en el sentido de darle un reconocimiento a su arriesgada apuesta creativa. Todos los textos están dispuestos para generar interés en conocer en profundidad su obra, que sabemos no es sencilla de digerir. Ojalá que así sea.
©José Luis García/Cinestel.com