Academia mexicana e Imcine reflexionan sobre la situación del cine mexicano

La Academia Mexicana de las Artes y las Ciencias Cinematográficas hizo público un manifiesto en el que muestra su preocupación por el porvenir del cine en el país y lo hace ante el reciente cambio del poder ejecutivo del país. Paralelamente el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) publicó tres completos informes y en uno de ellos propone una serie de medidas de mejora.
La Academia pide, entre otras cosas, que se impulse una nueva legislación y que se apliquen con rigor las leyes propuestas durante años así como mantener y aumentar la producción de películas.
Por su parte, el IMCINE pide actualizar el marco regulador y elaborar una nueva ley audiovisual por la que se desvincule a la industria del Tratado de Libre Comercio coincidiendo con el manifiesto de la Academia. También piden reconvertir el IMCINE ya que actualmente «no cuenta con las atribuciones para regular el mercado, ni para vigilar, analizar, contabilizar y sancionar en su caso las actividades de los diferentes sectores de la industria; por lo que resulta muy complicado poder contribuir así a su desarrollo, en un contexto cada vez más complejo».
Si bien el IMCINE se creó para potenciar la producción, lo cierto es que actualmente la cinematografía mexicana atraviesa una serie de dificultades muy diferentes: el problema ya no se centra en la producción sino que tiene que ver con una cuestión integral que afecta a todas las etapas de la cadena productiva, asegura el informe.
El Instituto mexicano también quiere «avanzar en la construcción de una legislación iberoamericana común de acuerdo a las realidades digitales compartidas», apuntando también al desarrollo de nuevas formas de exhibición. Sus representantes sugieren que esta institución sea única y tenga un papel fiscalizador en lo que se refiere a entradas de cine o descargas y visualizaciones, por ejemplo.
El IMCINE reconoce que se necesitan más profesionales artísticos, técnicos y administrativos a través de una capacitación cruzada y pide una descentralización de la educación cinematográfica mediante la cooperación de los tres niveles de gobierno.
Sugiere también la introducción de una asignatura escolar sobre el cine como elemento básico para la formación de públicos, creando cinematecas de aula. Solicita además de los legisladores campañas de reposicionamiento del cine nacional y mantener estable en sus niveles actuales las cifras de producción.
Otras propuestas serían unir los fondos existentes FIDECINE y FOPROCINE en uno solo con convocatorias diferentes, ampliando la base y los mecanismos de financiamiento; analizar mecanismos que incentiven la reducción de costos en la producción de las películas; creación de fondos mixtos de capital público y privado y obligar a las televisoras a comprar los derechos de emisión por anticipado.
En otros apartados de las propuestas se quiere fomentar la formación de clusters de producción especializados en ciertos sectores o formatos, crear fondos de coproducción mayoritaria y minoritaria, establecer un máximo de pantallas que puede ocupar una cinta en la cartelera nacional y la creación de un canal de televisión dedicado a exhibir cine mexicano.
Por último, el manifiesto de la Academia Mexicana de Cine asegura que hasta ahora «se ha privilegiado a los sectores de la distribución y exhibición en detrimento de los productores y de la inversión económica del propio Estado Mexicano.
Las productoras nacionales, encabezadas por cineastas que ganan premios y prestigio para México en el mundo, casi nunca recuperan sus costos y, más grave aún, las obras no regresan a su destinatario principal: el público mexicano.
Necesitamos impulsar una nueva legislación y que se apliquen con rigor las leyes que hemos propuesto durante años para proteger la difusión y la recuperación de las películas mexicanas».
©José Luis García/Cinestel.com