AfroLatam y la coproducción de documental África / Latinoamérica
Guía de Isora, la localidad tinerfeña en donde se suele desarrollar el festival de cine documental MiradasDoc, puso en marcha en junio de este año el Primer Mercado de Cine de Realidad AfroLatam, con la idea de favorecer el desarrollo de proyectos y la distribución de cine de realidad en el eje sur-sur.
Distintos productores y compradores de cine y televisión de África y América Latina se reunieron en Tenerife durante varios días para potenciar proyectos de documental que conecten ambos continentes.
Jornadas profesionales, docuteca, pases de películas y venta de películas terminadas y sesiones de venta de proyectos, fueron las actividades que desarrolló este evento que quiere convertir a Canarias en un puente entre continentes para consolidar proyectos de cine documental en materias y opciones que les son comunes.
Para conocer más detalles sobre esta nueva iniciativa, Alejandro Krawietz, poeta y director de AfroLatam, responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Cuál es el valor que creéis que le añade la posibilidad de establecer coproducciones sur-sur?
Establecer relaciones culturales en el marco de un eje sur-sur propicia, en cualquier disciplina, la posibilidad de afloramiento de un lenguaje nuevo, de nuevos modos de contar. Esa amplificación de la experiencia de lenguaje nos parece ya de por sí interesante: el mundo actual ha hipertrofiado los cauces de la información, pero ello no ha traído una expansión del relato. Aunque parezca paradójico, el resultado de la fenomenal inventiva humana a la hora de generar dispositivos para la distribución de los discursos ha provocado una también fenomenal uniformización del presente. Es como si todo el esfuerzo para liberar los tránsitos de la información y la captación de memoria —ninguna ha cultura ha dispuesto, como la actual, de un caudal de memoria tan monstruoso y pantagruélico— hubiera llevado aparejado desde el inicio la forja de nuevos métodos de dominio.
Hoy, cuando las posibilidades expresivas son todas, cuando cuesta imaginar nuevos métodos de circulación de información, la trivialización y la banalización de esa información se ha convertido en el verdadero peligro. La ola fática que preside el sistema de las redes sociales supone en realidad una voluntad aparentemente inconcebible de decir siempre lo mismo, de repetir, para sumarse a la ola del instante, el mismo modo de pensar, la misma intensidad de reconocimiento. Nunca ha sido tan fácil sumarse a la ola del presente, del mismo modo que nunca se habían constituido olas de más bajo perfil en lo que tiene que ver con la diferencia expresiva y la diferencia de pensamiento. Vivimos en el paraíso del lugar común, en el Valhala del tópico, en la aporía de la uniformidad.
Es necesario, por lo tanto, intensificar los sistemas de análisis de ese presente desde otros polos. Por ejemplo, ¿hay alguna relación de causalidad entre esa ausencia de diferencia y el hecho de que en el marco de la llamada «cultura de la imagen» casi todos los que participan de la hoguera del ahora sean, stricto sensu, verdaderos analfabetos funcionales en los mecanismos de producción y de manejo del lenguaje de la imagen? ¿Se puede establecer algún tipo de reciprocidad entre el consumo de lo audiovisual y el desconocimiento absoluto de los mecanismos que rigen la producción de cine? El espectador no sabe cómo se crea una película, no es capaz de emitir mensajes en ese lenguaje y desconoce, incluso, a través de qué mecanismos llega una película o un programa a la parrilla de su televisión. Todo esto otorga al emisor de mensajes audiovisuales un poder de convicción sin parangón en la historia cultural: no cabe duda de que, en la actualidad, el audiovisual construye —y manipula— el mundo.
Estas cuestiones son muy importantes para comprender la fenomenología especial de un eje expresivo sur-sur: los procesos que permiten construir una obra audiovisual son casi siempre muy complejos, y en esos procesos la industria se encarga de que intervengan muchas manos diferentes, de que entren en el juego de la creación voces que unifican y centralizan los discursos.
En la práctica es casi inevitable que la idea primigenia de una película no se transforme en otra cosa a lo largo de ese proceso, y casi siempre el sentido de esa transformación pasa por el aclimatado de la obra a las estructuras mayores de lo que en un momento dado está de moda o forma parte de las líneas mayores del presente. En ese entramado gana casi siempre el lenguaje que mejor se ancla en el poder. Esta influencia es muy clara, por ejemplo, en los poderosos mecanismos de producción que Francia, con toda la buena voluntad republicana, ha entreverado en sus alianzas con África. El resultado es, casi siempre, un cine francés con temas y protagonistas africanos: pero ni en el logos ni en el fanos ni en el melos hay datos que permitan diferenciar la obra de aquella que hubiera emprendido cualquier director o directora franceses. No hay una imagen propia que se desvele, no hay una concepción del mundo que sea capaz, porque el mecanismo lo impide, de fundarse en un lenguaje también propio. Y el lenguaje es siempre el problema principal de cualquier obra.
Un espacio de producción sur-sur supone, como mínimo, un intento de hacer caminos a contracorriente, cambiando el eje norte-sur por otro distinto. Abre, como decía, la posibilidad de nuevos medios expresivos, de otros modos de contar. Es un trabajo arduo y difícil. No sé realmente si hay camino libre ahí. Pero merece la pena intentarlo.
– ¿Y qué pasos debería realizar cualquier productor para presentar un proyecto en AfroLatam?
El Mercado de Cine de Realidad AfroLatam ha sido un ensayo, una tentativa, auspiciados por el vacío que dejó en el calendario el hecho de que la edición XIII de MiradasDoc no pudiera realizarse este año por motivos estrictamente administrativos. Hemos aprovechado ese hueco para indagar en si las posibilidades que intuíamos en un eje de coproducción entre África y Latinoamérica constituían una realidad practicable. Así que, en el futuro, si todo va bien, esta experiencia se incorporará a esa edición de MiradasDoc que finalmente se celebrará en febrero de 2020.
Quienes tengan proyectos audiovisuales que pongan en relación, a través del documental, a África y Latinoamérica, pueden presentarlos a las diferentes convocatorias que comenzarán a abrirse a partir de agosto en el marco de MiradasDoc. Guía de Isora sólo se propone, en ese intercambio, como una plaza, como un lugar de encuentro, entre otros posibles. La plaza es un lugar para venir a testar el suceder y la acción, la protesta y el cambio, un lugar para la escucha y para la visibilidad: el lugar en el que ofrecer el testimonio de lo vivido, de lo visto, de lo anhelado. El escenario de la vida pública. MiradasDoc, y AfroLatam quieren ser esa plaza a la que venir a mirar y a reflexionar, solos o en compañía de otros, acerca de lo contemporáneo, acerca de la esencia de lo que nos ha sido dado ver.
– En ese contexto, ¿sería deseable una buena implicación de canales de televisión e institutos de cine?
Claro. De hecho, el gran esfuerzo en AfroLatam ha sido la creación de una gran alianza de festivales, distribuidoras y televisiones, cada una de las partes en su espacio y en su papel. Ese es el objetivo. Y ahora toca construir y consolidar esa alianza que ha comenzado a andar este junio en Guía de Isora. Festivales y Fondos de Ayuda al Documental como EDoc de Ecuador, DocMX de México, DocSP de Sao Paulo, DocuBox en África del Este, AfricaDoc de Senegal, DocMontevideo e incluso IDFA de Amsterdam están dispuestos a participar. Lo importante es, ahora, implicar a más espacios y que las instituciones de todos los ámbitos apoyen el proyecto. En eso estamos trabajando.
©José Luis García/Cinestel.com