«Alive», película de Park Jung-bum; las conexiones para poder subsistir

Astor de Plata al mejor actor en el Festival de Cine de Mar del Plata.
Situaciones extremas y un clima intensamente frío son la marca de partida de la segunda ficción larga del director surcoreano Park Jung-bum quien, al igual que hizo en su debut de la premiada «The Journals of Musan», vuelve a actuar como actor principal. Aquí interpreta a un trabajador en una empresa de terrones de soja ubicada en una aldea remota situada en una región próxima a la frontera con Corea del Norte. Vive con dos mujeres, su hermana que le tiene miedo a la oscuridad y está algo perturbada, y su sobrina que lo único que quiere es seguir con sus clases de piano.
El relato de «Alive» tiene varias aristas que se perciben desordenadas pero que son necesarias para conformar un todo que se revela caótico porque están mezclados conceptos como la pobreza, la razonable necesidad de satisfacer las ilusiones de los niños, los adultos con sueños a veces irrealizables, y la valoración del camino existencial que se ha recorrido. En ese andar, la película también se detiene con fuerza en el mundo de las relaciones laborales, mostrándolas como requisito imprenscindible pero absurdo para sobrevivir y para evitar hundirse en la carencia y la escasez.
El protagonista Jeon-cheol es un refugiado norcoreano al que una parte de la casa donde vive se le ha venido abajo por el derrumbe de unas rocas, mientras su hermana tiene la ilusión de llegar a ser actriz y amenaza con desplazarse a vivir a Seúl dejándole junto a la niña, que es la hija de ella pero sobre la que desconoce quién es el padre. Tal vez por eso esté con un trastorno que parece irreparable, muy dañada en sus emociones, y manifestando toda la impotencia que siente de diversas formas. Al principio de la película, la vamos a ver flagelándose en una escena fruto del desamparo que advierte en sí misma y que nos va a ser muy útil para comprender lo que sucederá al final del filme, el momento más pausado y reflexivo que tiene esta película de casi tres horas de duración.
Park Jung-bum construye un relato dinámico que es una conexión de diferentes tensiones en mundos aparentemente opuestos pero que se necesitan, como el de la familia del dueño de la fábrica cuya hija está influenciada por fuertes presiones consumistas y de posesión material para señalar su alto estatus. Jeon-cheol, por el contrario, carece de las herramientas adecuadas y tiene que recurrir siempre al esfuerzo físico, teniendo también que evidenciar en otros momentos la tosquedad de la violencia que da o recibe, en un mundo que considera sumamente hostil.
«Alive» también tiene un esforzado diseño de producción de interiores que favorece el acercamiento de los espectadores a la psicología de unos personajes cuyas interconexiones se explican como fundamentales para poder subsistir.
©José Luis García/Cinestel.com