«Los Ángeles» de Damian John Harper; la violencia como vida social

El estadounidense Damian John Harper (Colorado, 1978) alcanzó el premio a la mejor ópera prima en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (México) con esta impactante película que nos habla sobre unas comunidades rurales en México que están atrapadas en sucesivos ciclos violentos sin que a simple vista se vislumbre una solución al respecto. Harper se ha desempeñado largo tiempo como antropólogo y ahora trata de documentar lo que ha contemplado, después de haber cursado estudios de cine en Alemania.
El inicio de la película ya es toda una conmoción porque estamos viendo al protagonista pasando una de las pruebas para ingresar en un grupo pandillero de esos que se formaron dentro de los Estados Unidos para luego desplazarse hacia el sur de sus ancestros. Mateo tiene 17 años y junto a su familia está haciendo los preparativos para un viaje en solitario desde su pequeño pueblo mexicano rumbo a Los Ángeles. Su sueño es trabajar duro en la ciudad californiana para poder apoyar a su madre y su hermano cuando regrese a casa. Sin embargo, Mateo depende más del apoyo de la banda pandillera local que de los ahorros de su familia, porque quiere unirse a ellos pero la condición es que cumpla determinados requisitos que se le exigen.
Es en esa tesitura, que el líder de la banda le pide que cometa un homicidio contra la figura de otro miembro rival si quiere integrarse. La película muestra el apoyo entre los dos hermanos, las dificultades de uno y otro lado a la hora de formar pareja con las chicas del lugar, la confusión de quienes piensan que con la adulación y el falso respeto se vence el riesgo, y el desprecio, encubierto o directo, que los venenosos miembros de la mara tienen por los mayores. La violencia permanente en la que se vive, los hace emplear expresiones malsonantes con frecuencia tanto cuando hablan en español como en zapoteco, el idioma propio de los habitantes de las localidades donde fue rodado el filme, Santa Ana del Valle y Tlacolula de Matamoros (Oaxaca). Harper refleja muy bien en la película cómo se vive acorralado por la turbación, la perplejidad y el desasosiego mientras hay quien pretende dar apariencia de normalidad a ese desbarajuste, donde el recurso al rezo en la iglesia es claramente insuficiente.
El director estadounidense explicaba así por qué se fijó en este caos medio silencioso pero atroz y contundente:
«Mi concepto de familia se destruyó a muy temprana edad cuando mis padres se separaron. Con el tiempo formamos una familia parchada que, desde muy chico, nutrió mi necesidad de aprender sobre otras culturas. No fue una sorpresa que en el año 2000, cuando terminé mi carrera en antropología, dejara mi hogar para irme a vivir a Santa Ana del Valle en el centro de Oaxaca, al sur de México. Ahí trabajé como etnólogo y tuve la oportunidad de hacer grandes amigos y experimentar de primera mano la cultura zapoteca, sus formas recíprocas de organización social, sus fuertes valores familiares y su fiesta anual que me asombró; también experimenté su lucha diaria por sobrevivir. Todo esto me impactó de una forma que cargaré conmigo por siempre».
«Para poder sobrevivir, las familias son separadas porque sus miembros tienen que pasar por el peligroso y atroz viaje de la frontera entre México y Estados Unidos. En Los Ángeles, muchos de ellos trabajan ilegalmente para ser explotados; aún así, su sacrificio colectivo y los dólares que envían a casa, representan la línea vital que mantiene al pueblo».
«A partir de su regreso a casa, los migrantes traen consigo las comodidades del siglo veintiuno y gran parte de la cultura popular americana, incluyendo el estilo de bandas callejeras de Los Ángeles. En los últimos doce años, he visitado a mis queridos amigos en Santa Ana del Valle varias veces y me he sentido obligado a contar su historia».
«‘Los Ángeles’ es mi forma personal de procesar y compartir las experiencias que viví ahí. Siguiendo libremente los pasos del Neorealismo Italiano, diez años de amistad y observaciones varias, concreté una historia que he consolidado y esculpido en forma de guión que fue escrito con la idea de que mis amigos, los habitantes reales del pueblo (no actores) se retrataran a sí mismos en la película. Esta forma de filmar que me ha traído mucha satisfacción en el pasado».
«La historia se presenta firmemente en el pueblo, dando voz a aquellos que se quedan, a aquellos que regresan y a aquellos jóvenes que están a punto de migrar por primera vez. Es la historia de una minoría étnica en un rincón olvidado de Latinoamérica cuya lucha ejemplifica los valores universales de resistencia y amor filial, valores que persisten en todas las culturas a pesar de todas las apuestas». *Damian John Harper
©José Luis García/Cinestel.com