«Aprox» de Víctor Kesselman; una postura sobre el lenguaje del cuerpo

¿Ficción o documental? ¿Documental o ficción? ¿Uno u otro, o ninguno de los dos? Víctor Kesselman pretende en su más reciente película acercarnos al lenguaje corporal a través de un ensayo cinematográfico cuyo guión ha sido escrito a tres manos. Mucho es lo que se podría contar sobre las distintas expresiones del cuerpo que involuntariamente y con toda naturalidad solemos desplegar en presencia de los demás, sean conocidos o desconocidos. En esta ocasión lo que se ha elegido como base son las pautas de presencia física que estipula un manual del buen vendedor. Cómo vender o venderse a sí mismo; esa es la idea de la que parte este absurdo filme sobre lo absurdo.
¿Es posible fingir el lenguaje del gesto? ¿Qué posturas físicas tenemos que adoptar y cuáles no si lo que se está buscando es mentir bien? ¿Por qué hay personas que se interesan en estudiar lo que los demás están percibiendo al fijarse en nuestra postura corporal?
Tal vez la amplitud de este tema habría dado para tratarlo durante horas en el caso de que realmente el propósito de Kesselman hubiera sido el de llevar a cabo un estudio antropológico, sesudo y concienzudo sobre el asunto. Pero obviamente esto no es así porque en «Aprox» lo que se pretende es poner en evidencia que no todo lo que hay que hacer en cada caso concreto está en los manuales, sino que es la personalidad, el aprendizaje, la experiencia y la visión en perspectiva de las cosas que cada uno tenemos lo que sirve o no sirve. Quizá un manual podría ayudar en algo, pero no todo se tiene que basar en ellos, si tenemos en cuenta que esos libros han sido escritos por personas que, como nosotros, tienen sus virtudes y sus defectos. No todos servimos para hacer cualquier cosa; eso es algo que en esta película queda claro y es por eso por lo que parece que se le ha dado esa tonalidad sarcástica, irónica, burlesca, y rayana con lo patético que es creerse que todo ya está establecido de antemano como un ritual ineludible.
Haciendo un repaso somero a lo que trata «Aprox», encontraremos que el film es una interpretación que unos actores hacen a partir de un esquema de guión derivado de un manual profesional de los años ’80. Kesselman se ha decantado por una estructura de falso documental, con un presentador en pantalla delante de un croma, que además mezcla una historia secreta entre esos protagonistas testimoniales. En la base de todo ello se encuentra una intencionalidad entre estos personajes que están explorando la posibilidad de hacerse con una cuota de poder sobre algunos otros.
La película es obvia en algunos momentos, como cuando se está tratando el tema de las distancias entre dos personas en el tiempo en que conversan entre sí, y reiterativa en otros, como es el caso de unas pocas escenas que se repiten dos veces para que escuchemos la valoración casi académica del presentador, queriendo dar una perspectiva didáctica que a medida que avanzan los minutos por suerte comprobamos que no se consagra, ya que la película se acaba yendo por los derroteros de la fantasía, donde los protagonistas ganan terreno develando un absurdo relato de poder y ocultamiento.
En síntesis, tenemos unas historias que tal vez podrían ser reales pero que son algo patéticas porque tienen que ver con esa típica pretenciosidad humana de sistematizarlo y mecanizar todo y, claro, el hecho de que alguien esté sentado con los brazos cruzados no significa que tenga que ser necesariamente una persona cerrada a los demás como dicen los manuales; quizá es que así se siente cómodo. Por eso es mejor que no califiquemos como infalible todo lo que leemos. Lo que sí que es posible que pensemos al acabar de ver «Aprox» es que cada uno de los tres guionistas de este filme loco y disparatado miraban a los pies de los otros dos mientras escribían el texto de base, y que se hipnotizaron mutuamente moviendo la mano en el aire.
©José Luis García/Cinestel.com