BAFICI 2012: Elisa Eliash y el realismo con ribetes clásicos de «Aquí estoy aquí no»
«Aquí estoy aquí no» tiene su inspiración más fuerte para la creación del personaje protagónico en la vida del periodista chileno Guillermo Hidalgo. El título del film es ya de por sí toda una referencia a la subjetividad periodística, en especial sobre dónde ponemos el foco los periodistas a la hora de elaborar las noticias.
La película también tiene partes que se asemejan al tratamiento de la historia que cuenta la novela «La conjura de los necios» de John Kennedy Toole con aquella mixtura de procedencias culturales en la que confluyen personajes por alguna razón marginados que sobreviven hábilmente revolcándose en el desdén de la hipócrita clase dominante.
Juan Pablo Correa encarna a un periodista de 35 años soltero y con evidente sobrepeso quien tras sufrir un accidente automovilístico recibe el encargo de escribir la biografía de una leyenda del rock chileno encarnada por la actriz María José Siebald.
Con el tiempo descubre que ella está tan derrotada como él y comienzan una intensa amistad que es cortada abruptamente. El protagonista padece visiones y delirios y eso hace que le adjudiquen el apodo de psicópata.
La directora intencionadamente nos hace recordar en esos momentos la película «Vértigo» de Alfred Hitchcock que entra como referencia estructural. En conversación para Cinestel nos explica el porqué:
«Lo que yo hice fue utilizar este esqueleto de historia clásica, increíble además, y que me gusta muchísimo que es «Vértigo» para tener una especie de guía estructural a la hora de escribir el guión y como una especie de renovación de la estructura de esa película clásica. En realidad utilizo un arco dramático clásico para dinamitarlo y contarlo de manera novedosa actual. Esa era la tesis».
– La obsesión que tiene el protagonista a quien todas las mujeres que ve le parecen la rockera, también tiene algo que ver con «Vértigo».
Sí, también tiene que ver con la película de Hichcock. Es un personaje bastante carente y en realidad lo lindo que tiene «Vértigo» es que es un filme que más que hablar de amor habla de necrofilias porque tiene una visión del amor bastante fatalista, hichcockiana, y de alguna manera coincidimos con eso, en esta idea del amor más que como compromiso, como posesión.
Fue uno de los motores que me hizo querer trabajar con esta obra, la idea de reconstruir el otro, la figura de un fantasma o de un ex. Esa idea siniestra de decir «te pareces y quiero que seas este muerto que traigo encima».
Esa idea era potentísima y de alguna manera la sentí también en mí y me parece que era entretenido descubrirla. Finalmente la película termina siendo mucho más que eso. Al final la parte de la reconstrucción misma en «Aquí estoy…» fue muy breve, pero fue uno de los motores del trabajo.
– También es muy significativo que hayas asociado la fobia a la velocidad con el sobrepeso.
Sí, yo creo que también uno de los conceptos fuertes de la película que me interesan en realidad asociados al cine a un nivel profundo, y yo traté de estudiar cine también basado en esos estudios, es la idea de lo móvil versus lo estático. El cine, el cinematógrafo, sería la máquina del movimiento por definición y me parecía interesante porque era un concepto que me permitía hablar de cine dentro de la película.
La idea era mostrar a este personaje estático, pesado, y enfrentado, aliviado un poco con la velocidad del cine y la de nuestros días y en este sentido la rockera que él tiene que perseguir representaría la velocidad a la cual él no puede tolerar; le gusta pero le asusta porque sufre de fobia.
La diferencia con «Vértigo» es que aquel personaje sufría tacofobia, que sería la aversión a subirse a autos en movimiento o a otros vehículos como parques de diversiones y otras cosas y me pareció interesante poder enfrentar también al espectador a esa sensación porque intentamos provocar que el espectador se maree un poquitito cuando está viendo la película.
Ojalá que de alguna manera experimente algo de esa aversión, de esos mareos a través de imágenes de flashback y de un estudio también del sonido que tiene que ver con cómo uno escucha cuando está mareado o está a punto de desmayarse y algunos otros ejercicios.
El personaje es por otro lado el narrador de la película y eso hace que el espectador se meta un poco en la percepción de Ramiro mareado.
– Lo que sí buscaste también es que el actor que hizo ese personaje se desenvuelva de una manera honesta y coherente con lo que es en realidad su vida privada y eso se nota en el resultado final.
Es que yo creo que eso es algo fundamental en el trabajo de cine. Creo que es muy difícil mentirle a la cámara y esa es una idea clave a la hora de hacer casting; hay muchos actores que actúan y eso es algo que yo trato de evitar.
El personaje protagónico de la película no es actor. Él es un tipo que estudió un par de años filosofía, que sufre de ciertos males psicológicos como trastorno bipolar y algunos otros y actualmente trabaja en un call center para España todas las madrugadas y también lo hacía durante el rodaje de la película.
Toda la madrugada él recibe llamados telefónicos de puteados españoles que le reclaman porque la cuenta del teléfono está mala y entonces había algo en él que iba más allá de lo que me pudiera entregar en una perfomance de actuación que yo quería que estuviera en la película, por supuesto que bajo otro contexto y con otros diálogos, pero vi algo de él que era interesante, de su humanidad, y así también con el resto de personajes que son actores profesionales pero que me interesaba también que aportaran desde el cinismo porque realmente interpretar un personaje desde otro lado en cine yo lo creo muy difícil, creo que hay que ser uno frente a la cámara más que representar.
– Has estrenado en el Bafici después de pasar por dos Cine en Construcción. ¿Qué te parece este festival?
Es una coproducción argentina y teníamos muchas ganas de mostrarla a las personas argentinas que participaron pero además el Bafici es un festival al que yo le tengo mucho cariño, mucha estima y mucha admiración porque tiene una programación interesante y realmente independiente y creo que es un espacio inédito en Latinoamérica en donde uno puede ver un planteamiento audaz y enterarse de qué es lo que está pasando con el cine que está moviendo los límites y siento que hay muchos festivales latinoamericanos que están mediando sus programaciones mediante la mirada de los europeos, lo que van a programar ellos, lo que estuvo en circuitos de cine en construcción allá,… y Bafici no hace eso porque tiene una mirada fiel y a veces incluso hasta caprichosa pero siempre interesante de un cine con cierta línea más bien atrevida.
Me gustaba Bafici desde muy chica como espectadora, estuve con mi primera película ahí y fue una experiencia también increíble con el público, además supercinéfilo e interesado que llena las salas y ahora fue también así con un cariño espectacular por la película.
Yo realmente no me esperaba esa conexión de la gente con el personaje y el interés que causó la propuesta. Estuvimos muy contentos.
El rodaje de «Aquí estoy aquí no» se prolongó durante nueve meses con pausas intermedias por la cuestión presupuestaria. En su siguiente proyecto Elisa Eliash se atreverá con un tema de actualidad: la explosiones sociales que están ocurriendo en Chile y el conocido ‘caso bombas’, unas personas comunes sin afiliación ideológica que estuvieron poniendo bombas en distintos puntos de Santiago.
©Cristian Sáez/José Luis García/Cinestel.com