Beto Brant y el cine brasileño de resistencia

Erotismo, pasión y tragedia son los tres pilares básicos sobre los que se asientan los trabajos cinematográficos del brasilero Beto Brant. Lo que sucede es que estas tres premisas nunca son proporcionales pues a veces la pasión queda diluida como en «Perro sin dueño» (2007), la avaricia económica arrasa con todo el relato («O Invasor» 2001) o las relaciones amorosas cruzadas conforman la naturaleza misma del film como sucede en «Crimen Delicado» (2005) y en la más reciente cuyo título desafía al sistema métrico decimal, «Yo recibiría las peores noticias de sus lindos labios» (2011).
Brant dijo recientemente en Lima que si algo no debe faltar en los personajes de sus películas eso es comer y hacer el amor. A partir de ahí el cineasta siempre desarrolla tramas ciertamente provocativas y esencialmente brasileras pues la figura del hombre es predominante.
Su mayor interés radica en dejar estupefacto al público. Por eso sus filmes siempre comienzan y terminan con reticencias. Los pequeños conflictos que se generan mantienen en vilo al espectador porque nunca se llega a intuir qué rumbo llevarán esas historias y el final de sus películas es en sí también sorprendente ya que deja la sensación de no saber hasta qué punto las cosas han llegado con la idea de que los problemas de fondo continúan, siendo esto probablemente un reflejo de lo que el director considera que sucede en su país.
«A veces los cineastas estamos muy apoyados en la palabra, en los diálogos; una herencia para nosotros en Brasil de las telenovelas.
Pienso que sí se puede revelar sobre el carácter del personaje la manera como el actor se entrega a la gestualidad. El erotismo de mis películas tiene que ver con la belleza y a través de ahí lograr acrecentar una idea sobre una base anterior» -explicó.
En «Yo recibiría…», filme rodado junto a Renato Ciasca aparece de fondo el planteamiento original del libro en el que se basa la película que no es otro que la lucha reivindicativa de los habitantes de Sao Pedro, en los márgenes del río Arapiuns de los Estados de Pará y de Río do Janeiro.
En los años ’50 y ’60 del siglo pasado pastores evangélicos ejercieron labores proselitistas en la zona y, según el libro, mediante regalos de todo tipo y prebendas se les intentó comprar a los residentes para que posteriormente las compañías mineras realizaran su trabajo sin problemas.
Pero el film en realidad narra la llegada de un fotógrafo que básicamente desarrolla su trabajo disparando su cámara a figuras femeninas a un territorio que le resulta hostil aunque a él no le interesa la violencia. A partir de ahí se genera un triángulo amoroso entre él, una ex-prostituta (Camila Pitanga) y su marido pastor evangélico al que se suma un periodista homosexual que está enamorado del fotógrafo. Brant y Ciasca sopesaron la posibilidad de titular la película «Santa es la carne que peca», que es una de las frases que pronuncia el protagonista, pero al final se decantaron por el del libro para no provocar polémicas que nada tienen que ver con la historia.
Beto Brant presentará en la próxima Mostra Internacional de Cinema de Sao Paulo un corto que estará integrado en una cinta coral de realizadores brasileños bajo el epígrafe de «Un mundo invisible» auspiciada por el propio certamen cinematográfico.
Para la grabación convocó a la actriz Sonia Braga y al actor José Wilker que interpretan una historia totalmente onírica. El film narra el delirio de una persona que hace el tratamiento de quimioterapia y que deja de pensar en la vida porque ya no le ofrece posibilidades y tampoco cree en una salida mística o religiosa relacionada con otra vida.
El realizador dijo en Lima que está trabajando en la producción de un nuevo filme del director Lirio Ferreira (Baile Perfumado, Árido Movie) y habló sobre las dificultades de estrenar cine brasileño en Brasil porque las majors copan las salas. «Estamos haciendo cine de resistencia» -sentenció. (cba/rbc)