Entrevista al cineasta Alberto Lecchi sobre “Caminemos Valentina”
Estreno en Argentina
Alberto Lecchi es un hombre polifacético. Director, guionista y hasta presidente de un equipo de fútbol, este cineasta le ha dado obras muy interesantes al haber del cine argentino, entre las cuales destaca “Nueces para el amor” (2000), aun cuando hubo otras de sus películas como “Operación Fangio” (1999) que tuvieron menos repercusión en los cines, pese a ser una historia muy bien contada y con excelentes interpretaciones.
En 2023, Lecchi estrena en las salas cinematográficas “Caminemos Valentina”, una ficción basada en la historia real de dos ex-monjas, Sandra Migliore y Valentina Rojas, hoy unidas en matrimonio, que fueron abusadas por la madre formadora cuando sólo tenían 16 años y transitaban el aspirantado.
La hipocresía y la perversión forman una parte importante de este relato.
Protagonizada por Paula Sartor, Roxana Naranjo Robles y Gabriela Robledo Azócar, la película cuenta con las participaciones especiales de, entre otros, Ana Celentano y Víctor Laplace.
Entrevistamos a Alberto Lecchi, quien en primer lugar nos comenta algunas cosas interesantes sobre el origen de esta co-producción con Chile:
“Ocurrió que un día me llama Eliseo Subiela y me comenta que fue a verle una chica que fue monja y que había escrito un libro que a él le parecía muy interesante y sobre el cual creía que ahí había una película, aun cuando no era el estilo de películas que Eliseo hacía, pero me dijo: “A vos sé que te gustará”, y me dio ese libro titulado «Raza de Víboras», escrito por Sandra, que es un libro de denuncia”.
“Al principio de leerlo me pareció interesante, pero no le encontraba la vuelta porque, como era de denuncia, yo no quería caer en lo morboso de esta locura que le había pasado a una chica de 16 años. No le encontraba la punta, aun cuando yo siempre que me mandan un libro, me guste o no me guste, contesto. Siempre. Excepcionalmente, como acá me lo había dado Subiela, hablé con él y nada más”.
“Como a los seis meses, suena el teléfono de mi casa y era Sandra que estaba esperando mi contestación, ante lo cual me quedé asombrado y le pedí un tiempito para leerlo de nuevo, porque ya mi lectura anterior no era tan reciente. Hablé con ella y me contó que estaba casada. Ahí fue cuando decidí ir a verla para conocer cómo es eso de alguien que se supera ante una violación y sigue adelante, momento en el cual conozco a Valentina y encuentro una preciosa historia de amor entre Valentina y Sandra, dos mujeres que no se victimizaron y que pelearon para que el amor las uniera y ambas lograran vencer esa locura de las violaciones, porque Valentina también había sufrido los mismos abusos de la misma madre formadora”.
– El personaje de Valentina menciona en la película: “Aprendí a desconfiar de la voluntad de las intermediarias de Dios”. ¿Crees que la Iglesia Católica todavía tiene muchos problemas de este tipo que resolver? Si es que alguna vez resolvió alguno.
Sí, pero primero quisiera aclarar que “Caminemos Valentina” no es una película en contra de la Iglesia, sino que es un relato en contra de la hipocresía de cierto sector de la Iglesia, incluso de personajes, de miembros del catolicismo. Esto me parece que está bueno aclararlo, porque yo imagino que gestionar el Vaticano, que posiblemente sea el “país” (entre comillas) más importante del mundo, debe ser muy complicado y cambiar esa estructura debe ser muy difícil.
De todas formas pasan cosas. Por ejemplo el Padre Francisco ahora nombró en Argentina a un arzobispo, Jorge García Cuerva, que es un cura muy progresista, con una manera de pensar muy distinta a los arzobispos que tuvimos antes. Entonces ahí vos ves una punta y decís: “Acá algo puede pasar”. Y es muy probable que algo así lleve mucho tiempo, porque es una cultura la de la Iglesia que viene desde hace tantos años, que va a ser difícil cambiarla, pero yo creo que estos casos se tienen que saber y que la Iglesia tiene que reaccionar ante ellos, pues estos abusos no pueden estar encubiertos y no se pueden repetir nunca más.
– ¿Pero crees que el Papa Francisco podría hacer algo más de lo que hasta ahora él haya podido hacer?
Yo creo que puede y también sé y me imagino que va a tener a mucha gente atrás tratando de que estos temas pasen desapercibidos.
– En la co-producción de la película figura la chilena Andrea Films, del conocido y estimado por muchos cinéfilos, Silvio Caiozzi. ¿Lograste su apoyo desde el principio en este proyecto?
Ni bien leyó el libro la productora dijo que sí y un tiempito después Silvio me llama y me dice que a él le encantaría editar la película ya que nunca lo había hecho para otro director. Me pidió permiso y yo le dije que estaba encantado por esta propuesta. Imagínate, un director con la experiencia que él tiene y reconocido. Esa fue una experiencia muy grata porque Silvio tiene una manera de contar en sus películas bastante distinta a la mía, con un clima más pausado, menos vertiginoso del que yo estoy acostumbrado.
Y así la edición se iba haciendo en Chile y cada dos días me iban mandando el material que Caiozzi iba haciendo. A veces yo le decía: “Ves esta pausa; yo la hubiese cortado”. Y él la dejaba, pero yo le permití que así lo hiciera hasta el día que me junté con él en Chile para empezar a trabajar juntos y me empezó a gustar ese punto de vista. Así que creo que para los dos fue una experiencia muy rica. Él me decía que nos pasaron cosas muy “telepáticas” (entre comillas), porque cuando yo viajé para allá lo hice con todas las cosas que a mí me interesaba modificar y que no se las había dicho a él, pero Silvio de golpe sacó un papel y el 80% de las cosas que yo había marcado, él también las tenía marcadas para hablarlas conmigo, así que fue un trabajo muy agradable y una experiencia nueva muy rica para mí.
– También figura en el equipo de la película su hija, Valentina Caiozzi, a quien yo había escuchado una vez decir que una película no es lo mismo si la acción se produce en silencio o si contiene música. Entonces te pregunto, ¿qué tan importante es en “Caminemos Valentina” las partes que contienen un fondo musical? ¿Son esenciales para entender la historia?
No para entenderla sino para apoyar momentos del relato. Obviamente, una película sin música es una cosa y otra película con música es otra. Yo soy muy lelo con la música, pero cuando Valentina me preguntó que en qué estaba pensando para acompañar el film, yo le dije que en piano y algo de viento, nada más. Además teníamos un piano que juega en la peli un poquito. Ella me empieza a mandar ideas y a partir de ahí yo voy diciendo qué es lo que me interesa y qué no.
La música es un tema difícil porque, como todo en una película, es una elección. Entonces por ahí vos querés resaltar algo, le ponés música y resulta que la música le gana a la imagen y podría perder fuerza. O al revés. Son elecciones que tienen que ver con la imagen y me ha pasado alguna vez que te manda la música el músico, la escuchás y decís ¡Qué buena que está!, pero luego la ponés en la imagen y decís ¡Uy no, viste! Pero en resumen yo diría que creo que ayuda.
– Y en cuanto a las locaciones que aparecen en la película, ¿intentaste pedir la entrada en algún lugar religioso para rodar allá?
Se intentó pero fue denegado. Cuando mostrábamos el libro, directamente nos decían que no, así que todo lo que se ve en la película como espacios de la Iglesia fue un trabajo que tuvo que hacer la Dirección de Arte para recrearlo todo en estudio.
– Optaste por poner unas declaraciones de las víctimas reales de estos abusos, tanto al principio como al final del filme. ¿Creíste conveniente de esta forma contextualizar esta historia de ficción que ocupa la práctica totalidad de la película?
Exactamente. Mi idea siempre ha sido que no es un documental, porque para mí hubiese sido muy difícil hacerlo, así que yo me preguntaba cómo era hacer una ficción donde la gente crea que realmente esto es realidad y no que alguien inventó cosas en esta historia. Entonces, ante eso me pareció fundamental que la Sandra y Valentina auténticas aparecieran en algún breve momento de la película.
– Pero obviamente, como en toda adaptación, siempre hay cosas que se trasladan al lenguaje cinematográfico. De hecho, al final de los créditos se lee: “Algunos hechos y personajes de la película son ficticios. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia”.
Así es. Hay nombres que vos no podés poner porque te podrían hacer un juicio y por eso se incluye esa declaración final, que es casi una cosa legal, una defensa legal de la película.
©José Luis García/Cinestel.com