Carmen Maura incursiona en el cine colombiano con «Sofía y el terco»
Estrenada en Colombia el 3 de agosto.
Nunca antes la actriz española había trabajado en una producción colombiana. Uno de los principales motivos que la animaron a aceptar este reto fue que, aunque interpreta a una mujer colombiana, su personaje apenas habla en toda la película.
Andrés Burgos es el guionista y director, un colombiano todoterreno que estudió cine exitosamente en San Antonio de los Baños y que ganó por dos veces consecutivas con este proyecto el concurso de guión del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico de su país.
«Sofía y el terco» logró una mención especial del jurado de Colombia al 100% en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias.
Maura representa a una anciana colombiana de 75 años que nunca ha conocido el mar y que vive en un pueblito frío y tranquilo en la cordillera andina, sin salir más allá de lo necesario de éste.
Por muchos años, su esposo (Gustavo Angarita) le ha prometido ir al Caribe pero nunca ha cumplido esa promesa hasta que un día, ante la insistencia de una amiga (Constanza Duque), emprende un viaje en solitario dejando a su marido involucrado en la actividad doméstica.
La película está contada de una manera original y muy simple, trata de unos hechos sin especial trascendencia y el conflicto no es otro que el interés intenso de la protagonista en alcanzar uno de sus deseos más soñados: llegar al mar.
Por el camino encontrará todo tipo de situaciones singulares. La actitud de Sofía es en todo momento la de una niña mayor que se acerca a un juego frente a su obsesión por conocer la costa.
El director y guionista piensa que el espectador puede decantarse por opinar que está viendo una comedia sobre la convivencia extrema, una road movie gerontológica o un desfile de personajes entrañables.
Sobre el origen de esta historia, Burgos explicó que «después de muchos años sin hacer ni escribir cine, estaba trabajando en una telenovela y un día tenía que escribir una escena en la que nuestro personaje protagonista conocía el mar.
Para muchos colombianos que viven en las montañas, tan separadas y distantes que están del mar, conocer el mar es como un bautismo o un ritual y todo el mundo cuenta anécdotas sobre cómo conoció ese lugar.
Cuando salió al aire el capítulo de esa telenovela en la que el protagonista conocía la costa, me llamó la abuela de mi esposa para contarme la historia de que ella había conocido el mar siendo ya mayor y que se le había escapado al marido para poderlo conocer.
Esta situación no tenía nada que ver con la historia que narra «Sofía y el terco», pero fue para mí como un click que me hizo plantearme el contar esta historia simple, sencilla, de alguien que después de muchos años quiere conocer el mar.
Y ahí partió esa idea que con el tiempo fue evolucionando y se volvió, más que la historia de un viaje al mar, la historia de la relación entre un par de personas que han pasado la vida juntos, cómo se soportan y cómo la ida al mar se vuelve simplemente un pretexto para introducir un pequeño cambio en una rutina que para ellos es feliz pero que le hace falta ese ingrediente».
Respecto a la participación de Carmen Maura en esta ópera prima, el realizador reconoció que «encontrarme con una persona tan intuitiva me animó a mí también un poco a soltarme, a correr riesgos, a jugármela a veces a los pálpitos y a confiarme en lo que ella pudiera dar como actriz. Los resultados de eso están en la pantalla para que el público los juzgue, pero a mí personalmente, lo que eso significó, más que cualquier otra cosa, fue divertirme haciendo lo que estaba haciendo».
En referencia a la personalidad y profesionalidad de la actriz española, Burgos dijo que «Carmen Maura es una mezcla extraña, incluso paradójica diría yo, de trabajo, porque es una mujer que maneja un rigor muy extremo, a veces un poco alemán incluso.
Ella se estudia el guión, tiene muy conocido su personaje, sabe exactamente dónde está ubicada una escena y a ella nunca hay que recordarle en qué momento estamos en el guión, lo tiene clarísimo porque tiene muy estudiado cuál es su momento en la película, pero a la vez, y aquí es donde entra lo paradójico, es una actriz absolutamente intuitiva, que no tiene que teorizar mucho para entrar en el personaje y que se va acercando a punta de tanteamientos.
Como ella misma dice, es un poco como acercarse a un juego».
La actriz ha declarado tener debilidad por los realizadores que construyen su primera película, como es el caso. «Es de las películas en las que menos me he cansado -aseguró-, porque la protagonista es tranquila y lo de no hablar ha sido a veces muy frustrante pero, por otra parte, ha sido como un ejercicio de humildad y de decir ¡te parece que dices muy bien los textos, pues chúpate esa que no vas a decir ni mu! porque para mí, los tonos y la manera de decir las cosas son fundamentales cuando preparo un papel y me divierte muchísimo ese tema pero, en este caso, me da un poco de susto ya que creo que es un papel que puede funcionar o no porque ya veremos a ver cómo se lo toma la gente. De todas formas ya no voy a decir más lo de que no hablo en la película porque a lo mejor no se dan cuenta».
Andrés Burgos emplea en «Sofía y el terco» una fotografía simple, naturalista, que marca los cambios de escenario de una manera muy sutil porque en la película todo se insinúa a partir de detalles y lo mismo sucede con la luz que va variando desde la fría montaña hasta el exceso de colores un poco abigarrado, heterogéneo, de la costa del Caribe.
Con respecto al sonido, Burgos contó que «la película tiene un reto particular porque hay una apuesta a que los silencios y los ambientes narren, que sean parte de la historia y que tengan una importancia similar y a veces incluso mayor, a los detalles visuales».
El realizador es una persona manifiestamente tranquila que extrañamente aceptaría hacer una película de carácter violento, tan común, por otro lado, en el cine colombiano de las últimas décadas. Burgos subraya que «básicamente esta película la asumí desde mi posición como que me la iba a gozar, que era una fiesta pequeña, íntima, de invitados exclusivos, donde nos íbamos a divertir y que si nosotros nos divertíamos, eso se iba a ver reflejado en la pantalla. Y ahora sigue siendo mi posición. Espero que se refleje así cuando el público lo vea».
©José Luis García/Cinestel.com