«Carne de Neón» de Paco Cabezas, sobrevivientes en un universo decadente

Las puertas se abren de par en par. Queda al descubierto el puticlub Hiroshima. Juegos, prostitutas, neón. Los ojos de Ricky escudriñan el lugar hasta dar con una chica que se contonea torpemente en la barra americana hasta caerse. Fin de la cámara subjetiva y de la secuencia que Paco Cabezas ha estado repitiendo hasta quedar satisfecho junto a su director de fotografía Daniel Aranyó. Ambos son sumamente detallistas y los únicos españoles del equipo técnico de «Carne de neón», segundo largometraje en la filmografía del realizador, quien justamente comenzó a hacerse un nombre con el corto homónimo del largo que ahora rueda en Buenos Aires.
Como en su ópera prima «Aparecidos», Cabezas vuelve a utilizar escenarios argentinos. Si bien la localización era comprensible en su anterior película por narrar una historia de terror relacionada con el episodio más oscuro de la Historia reciente argentina, en esta no hay una relación directa con el país suramericano, simplemente un entorno que cuaja mejor con lo que el director entiende es el universo «carne de neón».
A caballo entre la comedia y el thriller, «Carne de neón» es una historia de seres marginales centrada en la relación de un hijo y una madre: Ricky y Pura. Ricky es un delincuente de poca monta, que sobrevive como puede. Pero cuando Pura sale de la cárcel, Ricky decide reunir el dinero necesario para abrir un puticlub, con el objetivo de ofrecer a su madre una mejor calidad de vida. Ricky se endeuda para lograr su sueño a pesar de que su madre muestre síntomas de Alzheimer y no sea capaz de recordarlo.
Mario Casas y Angela Molina toman el testigo de los personajes que en el corto interpretaron Oscar Jaenada y Victoria Abril, encabezando un amplio elenco que incluye a los argentinos Darío Grandinetti y Luciano Cáceres.
Convencido de que «la nacionalidad del cine la dictamina el género, no un país», una vez concluido el rodaje en la Argentina, Cabezas viajará a Estocolmo, Suecia, para realizar la posproducción. «Estoy recorriendo el mundo para rodar una película», dice con humor el director en un alto del rodaje, desplomado en uno de los sillones del ficticio Hiroshima. Su cuerpo acusa las seis semanas de trabajo pero el entusiasmo claramente está intacto.
«Carne de neón» es una coproducción internacional entre las españolas Morena Films, Oberón Films y Jaleo Films, la argentina Pensa y Rocca Cine, la sueca Hepp Films y la francesa Mandarin Films.
ENTREVISTA A PACO CABEZAS
-«Carne de neón» es un largo de tu corto previo del mismo nombre, que fue recibido con mucho éxito. ¿Qué faltaba contar en aquella historia que sentiste la necesidad de hacer la película?
El guión del largometraje lo escribí antes que el corto. Fue el primero que escribí y del que me siento más orgulloso. He luchado mucho por sacar adelante este guión porque trata un tema muy controvertido como es la prostitución. A mí me gusta meterme en problemas, es una cosa intrínseca en mí (risas). Me gusta tratar temas oscuros o sobre los cuales la gente prefiere apartar la mirada.
Me gustaba tratar ese tema pero darle un cariz, que es el cariz que creo que tiene la vida, que es que la vida no es un drama ni una comedia ni un thriller, depende del momento que te toque vivir. Entonces darle esa onda de los hermanos Coen, soy muy fan de ellos, que mezclan un poco todo. También había una necesidad de que cuando hice el corto, curiosamente tuvo mucho éxito en España y festivales internacionales, y la gente siempre me decía que tenía ganas de ver más.
– Tanto «Aparecidos» como esta «Carne de neón» están rodadas en Argentina, quiero creer que hay algo más que una cuestión de presupuesto lo que te hace elegir el país como localización…
Claro. Primero que hay un equipo maravilloso. Hay una gente increíble que trabaja en esta industria. Es una industria con muy buena salud. Y Argentina, Buenos Aires en concreto, tiene algo que para mí es bueno, y espero que se me entienda: es decadente en el buen sentido. Es decadente arquitectónicamente hablando. Un sitio como este en el que estamos rodando, que es un edificio abandonado de una institución, ex penitenciaria, es algo que en España derrumban enseguida y construyen urbanizaciones. Eso no es necesariamente bueno porque construyen pisos nuevos que no se venden porque hay una crisis.
Yo siempre veo todo desde el punto de vista de la cámara, entonces para contar una historia como «Carne de neón», que para mí el neón es como el sueño de estos personajes y la carne tiene que ser como decadente, me gusta Buenos Aires por esa especie de decadencia europea que tiene. Tengo un amigo localizador que siempre decía una frase: «En Buenos Aires tiras la cámara al piso y enfoca bien». Hay lugares increíbles. Igualmente, yo no veo a Buenos Aires para esta segunda película como Buenos Aires o Madrid o Sevilla. Ocurre en un universo de carne de neón y vengo a buscar ese universo aquí.
– ¿Y cómo es ese universo?
Es un universo un poco decadente pero a la vez muy atractivo. Está plagado de gente que sobrevive. En cine no soporto las películas de gente que simplemente vive, las películas tipo del ciudadano medio. Me gusta mucho más la gente que tiene que alzar la cabeza para sobrevivir y que está todo el día al límite porque me parecen historias mucho más humanas y mucho más intensas. Me pareció un mundo al límite pero un mundo al que no podemos cerrar los ojos.
Para esta película, por ejemplo, nos dieron una ayuda europea de la que estoy súper orgulloso porque pensé que no nos la darían porque estamos dando una visión del mundo negra. Sin embargo, por suerte, parece que las instituciones no quieren cerrar los ojos a eso tampoco.
– Contame sobre el elenco, en el que destacan Angela Molina y Darío Grandinetti…
Muchos de ellos ya trabajaron antes en el corto, menos Angela y Darío. Y en concreto a ellos yo no esperaba conseguirles en absoluto. Pero fue tan sencillo como que leyeron el guión y les gustó. Darío leyó el guión, le encantó, me llamó por teléfono, yo le mandé un mail para contarle lo que quería hacer con la película, y cuando quedamos para cenar me encantó lo que me dijo, que fue algo así: «Yo por el dinero no lo hago porque me pagan cuatro mangos. No lo hago por la fama porque en España ya me conocen y acá también. Lo hago porque me gusta el guión, me gusta el personaje y me caes bien». Pensé: ‘¡Qué buenas razones para hacer una película!’. Con Angela pasó más o menos lo mismo. Aquí a nadie se le está pagando un dineral, no tenemos un gran presupuesto. Simplemente tenemos ganas de hacer algo y a actores que disfrutan con su trabajo. Entonces yo veo a Darío y Angela, y veo que cada día están disfrutando con su trabajo y lo toman como un reto personal. Y eso es bonito: que no sea una película más porque para mí esto es lo más importante que está ocurriendo ahora mismo para mí, y me gusta que la gente que está alrededor lo sienta como algo suyo. Eso te da fuerzas para levantarte a las cinco de la mañana.
– «Aparecidos», la película previa que rodaste en Argentina, se va a estrenar en el país finalmente en noviembre. ¿Cuáles son tus expectativas, pensando que su historia trata sobre los desaparecidos argentinos y está narrada como una película de terror, que es algo que acá no se ha hecho?
Estoy muy contento porque creo que la película no cumple un ciclo, no termina de nacer, hasta que se estrene aquí. Es una película que ocurre en Argentina, que tiene que ver con la historia de Argentina. Sinceramente no sé qué va a pasar. Me van a prohibir la entrada a Buenos Aires a partir de que se estrene (risas). Es un tema obviamente complicado pero yo creo que está hecho con mucho respecto. También el mezclar el terror con el drama político me parece un punto de vista muy interesante, y a la vez es una manera de atraer nuevas generaciones al cine y de atraerles hacia un tema que de primeras quizá no les hubiese atraído. Hay mucha gente joven, no sólo de España sino de Latinoamérica, que no conoce a lo mejor la Historia de hace 20, 30 años, y no iría al cine a ver a Costa Gavras, pero sin embargo, a través del género de terror, puede descubrir algo y abrir un libro.
– ¿Qué puntos en común tienen «Aparecidos» y «Carne de neón»?
Lo que tienen es común es básicamente la mezcla de géneros. Me encanta eso de mezclar géneros, me encanta coger una comedia y dar la vuelta para que se vuelva un thriller durísimo, o coger una película de terror y convertirla en una película con tintes políticos o sociales. Me gusta sorprender al espectador. No me gusta vender gato por liebre: si va a ver un drama, que vaya a llorar; si va a ver una película de terror, que se asuste; si va a ver una comedia, que se ría, pero aparte si les regalas algo más, es interesante. No decepcionarle pero darle algo más. Si sigo haciendo películas, no me considero ni director ni guionista, sino una persona que dejó de trabajar en un videoclub y ahora intenta escribir guiones y hacer películas, entonces si consigo por lo menos que la gente vaya al cine y salga satisfecha, ya es una misión súper cumplida.
– ¿Te parece que en España están faltando este tipo de películas que puedan llevar gente al cine?
Es triste que en países como España y Argentina solamente cinco de cada 100 películas que se estrenan vayan bien en taquilla. Eso no puede ser. No puede ser que le demos tanta cancha a los americanos siempre. Lo triste es que los americanos nos venden siempre el mismo McDonald’s, la misma hamburguesa vuelta a reciclar. No solo nos dan una hamburguesa repugnante, sino que encima la reciclan y nos la vuelve a vender otra vez podrida. Nosotros, sin embargo, somos mucho más duros con lo nuestro que lo ajeno. Es absurdo. Yo creo que se puede llegar a hacer un cine divertido, comercial, que guste pero a la vez que emocione y sea interesante. No creo que una cosa tenga que estar en competición con la otra. No solamente hay cine independiente iraní y Spiderman 4. Hay un término medio.
©Cynthia García Calvo/Cinestel.com Buenos Aires – Argentina