Catalina Sandino protagoniza «Medeas» de Andrea Pallaoro

Andrea Pallaoro es un director italiano que vive y trabaja en Los Ángeles y que tras un corto dramático debuta en el largometraje con «Medeas», otro drama en el que los sentimientos, las emociones y la vida íntima e interior de una familia rural están expresados sólo con sus actos y no con las palabras. Si en un principio nos puede parecer un poco extraña y misteriosa la forma en la que estamos viendo el desarrollo de esta historia hogareña y doméstica, a medida que avanza la película nos vamos a dar cuenta de que tal vez en nuestras vidas a veces el lenguaje hablado no es el más sincero y que expresamos mejor con lo que hacemos.
La película contiene diálogos escasos y breves pero muchos puntos de referencia en los que fijarnos pues estamos observando la vida corriente y habitual de una familia granjera con cinco hijos de diferentes edades. Ennis, el padre y esposo, tiene un carácter muy severo y trabaja en la ganadería esforzándose por mantener el control de su familia y el medio ambiente circundante, mientras que su esposa Christina, interpretada por la colombiana Catalina Sandino, se refugia en sí misma tratando de desconectar progresivamente de él y de sus cinco hijos.
Si la relación familiar simula estar bastante tranquila al principio del film, con una dirección actoral de los niños muy buena, después vamos a ir descubriendo ingredientes que son claramente de tensión y de moderado enfrentamiento. Mientras esas tensiones aumentan, cada personaje debe enfrentarse a sus propios anhelos y ansiedades y ese cóctel parece que puede acabar en un peligroso conflicto que opone a quien lucha por el control contra quienes desean respiro y libertad. Veremos una lucha entre la necesidad intrínseca de madurar una intimidad propia y quienes priorizan la alienación de los demás a su pretendida autoridad.
El film de Pallaoro es un claro exponente sobre lo impredecible que puede llegar a ser la conducta humana considerando el exacerbado narcisismo por una parte y los estados de desesperación de las demás cuando muchas veces las personas se ven obligadas a claudicar por amor o simplemente por instinto de conservación. «Medeas» es todo un hallazgo en ese sentido para el espectador porque lo que hace es separarnos dos facetas que los seres humanos solemos tener bastantes veces en disputa: la diferencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Para evitar esa dicotomía, el guión reduce los diálogos a su mínima expresión y ahí es cuando, fruto de la observación del espectador, se pueden ver con mayor claridad y sinceridad los verdaderos sueños e intenciones de cada uno de los personajes.
«Medeas» nos introduce en ese estudio observacional sobre una familia numerosa y lo que les rodea alejándonos de la manipulación que nos podría presentar una narrativa convencional apoyada en los diálogos porque casi siempre nuestros actos, a no ser que sean errores puntuales que corregir, nos proporcionan mucha más información veraz.
Andrea Pallaoro lo explicaba así en referencia a esta historia que fue exhibida en Venecia, en la Viennale austriaca, y que obtuvo el premio al mejor director en el festival de Marrakech (Marruecos): «Yo lucho por un cine minimalista riguroso en el que la narrativa es el resultado de la observación de sus caracteres y no una imposición artificial sobre ellos. El enfoque subyacente a la creación de «Medeas» está motivado en gran medida por impulsos estéticos, sensoriales y emocionales».
«Esta película trata de entender los mecanismos que hay detrás de la desesperación humana, explorando sus desencadenantes y consecuencias. El arco narrativo se deriva en parte de hechos reales extraídos de los periódicos y los procesos judiciales que han sido ficcionados a través de una investigación en profundidad sobre la psicología humana combinada con los relatos personales, recuerdos e imágenes intrínsecas».
©José Luis García/Cinestel.com