«Conducta» de Ernesto Daranas; ética, honestidad y dignidad

En Málaga, Territorio Latinoamericano.
El director cubano Ernesto Daranas es conocido por la buena impresión que causó su anterior película «Los dioses rotos» (2008) y con «Conducta» se puede asegurar que ha superado esas expectativas porque ofrece un retrato puro y honesto sobre la vida de algunos niños en una escuela cualquiera de La Habana, focalizando toda su atención en dos criaturas que ahí estudian con distintos problemas de índole familiar y en una maestra vocacional muy a gusto con sus tareas docentes que ve acercarse la fecha de su retiro.
Chala es un niño de once años que vive con su madre drogadicta y entrena perros de pelea para sostenerse económicamente. Como su vida está compuesta por dos ejes en conflicto permanente: una familia disfuncional y el mundo violento y brutal de la lucha prohibida de esos animales, entiende las relaciones sociales con sus compañeros como una pugna o enfrentamiento. Carmela, su maestra, consigue apaciguar los problemas que le van surgiendo pero cuando ella enferma, la profesora sustituta es más joven e inexperta y los choques con otros compañeros tienden a incrementarse hasta el punto de que la directora del centro educativo decide trasladarlo a una escuela de conducta, especial para estos casos.
En «Conducta», Daranas ha unificado en una misma historia reflexiones sobre los valores, la ética, la honestidad, la burocracia, la espiritualidad o la dignidad en una de las mejores películas del cine cubano que se recuerdan, porque combina componentes y principios básicos de lo que es una relación basada en los elementos juveniles típicos y tópicos, con otras más comunes y universales que tienen que ver con ese rumbo y el ritmo que hemos tomado en la vida y respecto del que no vamos a poder retroceder a no ser que fuéramos tan jóvenes como los chicos protagonistas.
En el filme nos daremos cuenta de que en muchos casos vocacionales, cuando llega el momento más esplendoroso de la comprensión de los problemas propios y los de los demás, caramba, como que ya toca ir pensando en retirarse, aunque también es cierto que quienes quedan no son menos importantes. En ese sentido, es de agradecer que la mayoría de personajes hagan concesiones a los de su entorno, sean flexibles, y que el filme apenas contenga subrayados de ningún tipo porque no los necesita, si tenemos en cuenta que el relato está orbitando constantemente sobre temas juveniles que de una forma u otra hemos vivido antes los espectadores adultos, como pueden ser la confrontación intergeneracional o esa primera atracción amorosa que nunca se olvida.
La película ahonda también en lo que es esa química invisible que en muchos casos se nos da entre las personas para mantener una sólida amistad, el traspaso que algunos padres hacen de manera indirecta de ciertas responsabilidades que les corresponderían hacia unos maestros que tienen que actuar como sustitutos de ellos en ciertos temas, y la verdadera constatación de que los sentimientos auténticos no se suelen entender con el dinero, como se comprobará en el caso de los perros de pelea. Un buen interrogante sería, ¿se involucra demasiado la profesora con el chico o es la madre quien no ha tomado conciencia de lo que es la maternidad?
«Conducta» es una película sobre la que se pueden extraer tantas reflexiones interesantes que incluso invita a verla varias veces para poder fijarse en tantos matices. Lógicamente, también el filme es una crítica perspicaz e inteligente hacia la rigidez en la que está instalado el régimen cubano que mantiene dogmas y retóricas que impiden una cierta acomodación de ideas y formas de entender la vida y el mundo desde un prisma netamente individual. La parte final de la película pone especial énfasis en ello, aunque igual está presente en otros momentos del relato, como ocurre con el «palestino» (inmigrante ilegal llegado a La Habana desde otras provincias cubanas).
En cuanto al aspecto estético, Daranas ha cuidado mucho lo que son las locaciones de rodaje así como también los automóviles que aparecen, casi todos de mediados del siglo pasado, cuando en la actualidad se pueden ver algunos modelos de autos más recientes en la capital cubana. La puesta en escena y la dirección de actores son formidables y el empleo de la cámara al hombro en casi todo el metraje, refuerza la esencia del relato. Además, si nos fijamos en lo que va apareciendo escrito en la pizarra de la escuela, nos daremos cuenta de la ingeniosidad del guión de esta gran película.
©José Luis García/Cinestel.com