«La consagración de la nada» de Mariana Grasso y Emiliano Spampinato; una cuantiosa ficción

La ficción tiene mucho de invención y en este caso que nos ocupa de los argentinos Grasso y Spampinato todavía más, pues en su filme «La consagración de la nada» nos ofrecen unas actuaciones alegóricas por completo con personajes como Marcos, que cansado de afrontar la realidad, decide evadirla. Estamos ante una película compleja de seguir porque aquí el trasfondo y sus siguientes consecuencias deben ser buscados e igualmente encontrados por el espectador.
El filme es un retrato en abstracto y una representación sobre el significado del poder, el paso del tiempo, la mirada del otro, la solidaridad y el uso del miedo, con algunas fórmulas parecidas a aquellas que tan bien le funcionan a Matías Piñeiro con actrices, pero en este caso con actores y con guiones desprovistos de rima poética pero con una notable profundidad que tanto podrás agradecer como odiar en otros momentos. La película tiene su fuerza en la plasticidad de los cuerpos, cuyos movimientos dan mucho realce a las ideas o imágenes que se forman en la mente del público por ser concisos y estar ligados a las expresiones orales.
Marcos escapa de su realidad cotidiana sumergiéndose en un lugar indeterminado donde se encuentra con cuatro jóvenes que como él están alejados de la existencia común y corriente. Los nombres de todos ellos comienzan por la letra M, aunque ninguno coincide con otro del grupo. A partir de ahí, establecen sus propias reglas que están muy alejadas de lo que es habitual, sin dejar espacio para dudas o cuestionamientos porque, según uno de ellos, «el que duda, sufre».
«La consagración de la nada» es asimismo una reflexión sobre presente y pasado con sus contradicciones, sus rivalidades, sus traiciones y sus miedos. A partir de todas las situaciones vividas en ese espacio, se plantea un relato que busca reconocerse como ficción para profundizar en sus límites desde lo formal, buscando generar en el espectador la reflexión sobre los cánones establecidos en la ficción para poder así polemizar sobre los cánones establecidos en lo real.
Conscientes de que aún queda mucho por inventar en el cine, Mariana Grasso y Emiliano Spampinato han querido apostar por formas de hacer poco o nada empleadas hasta el momento, asumiendo el riesgo que eso implica para intentar aspirar a nuevas sensaciones y lecturas entre mentes despiertas e inconformistas. Su declaración de principios es rompedora ya que han procurado configurar un film que no se parezca en nada a la realidad y que por eso nos va a parecer un tanto raro y extraño ya que está en todo momento intentando escaparse de lo que en general se cree que debe ser un relato clásico y convencional, aprovechando las posibilidades metafóricas de la imagen-tiempo.
Ellos dos lo explican de esta forma: «Esta inquietud y gusto por salirnos de lo convencional y aceptado por la mayoría, y hacerlo con un aire de superación un tanto absurdo y un tanto adolescente, es que ambos directores nos criamos y formamos desde las miradas de padres de clase media con cultura del ‘deber ser’, del compromiso por el compromiso, del continuar a pesar de no tener ganas, o no continuar si el beneficio no es inmediato y concreto, de miradas sobrecargadas de exigencias impuestas, de infancias pobres, adolescencias de mentiras y juventud de revelación».
Y añaden: «Amamos lo que hacemos, defendemos los errores, apreciamos los aciertos y creemos en la posibilidad de seguir re-significando el pacto entre el espectador y la obra.
Estas son nuestras mayores motivaciones y el riesgo que asumimos para realizarla».
©José Luis García/Cinestel.com