«La Corporación» de Fabián Forte; mundo estético versus la realidad
Grata sorpresa la de encontrar en las salas de cine esta original propuesta en la que convergen géneros como el suspenso (thriller, se diría en otros lares), el cine fantástico y la comedia dramática. Fabián Forte debuta en largometraje con esta película que nos sumerge en una hipótesis sobre lo que podrían ser las relaciones sociales caso de continuarse cultivando esa vorágine estética de las apariencias dentro de una dinámica consumista, y nos invita a reflexionar sobre la importancia de nuestras vidas y los valores.
Forte afronta esta primera experiencia de un largo en solitario entre una notable calidad técnica y un guión bien estructurado que han sabido trasladar a las imágenes actores tan conocidos en la Argentina como Osmar Núñez, Moro Anghileri, Sergio Boris o Juan Palomino. La historia de «La Corporación» lleva implícita también una crítica a cómo se comporta a veces la mega industria globalizada, queriéndonos hacer creer que poseemos la libertad de controlar las cosas. Aquí se expone a las claras lo mediocres que somos muchas veces mientras tratamos de darle un sentido a nuestras vidas, al tiempo que se está intentando comprar una felicidad que no existe en la realidad.
Felipe Mentor (Núñez) es un empresario de éxito que pretende disfrutar de la convivencia con su esposa Luz (Anghileri), a quien ha contratado para esos menesteres a través de una corporación con estrictas normas. Forte introduce sabiamente algunos giros que evitan cualquier malentendido en el espectador con respecto a la defensa de ciertas convicciones por fortuna cada vez mejor enraizadas. El director nos proporciona más pormenores en diálogo con Cinestel.
– ¿Sobre la base de la concepción de esta historia se encuentra narrar una situación que no necesariamente es argentina?
Exactamente. Yo creo que es una película universal en los temas que toca y hay una línea que pienso que es bastante importante y es sobre la soledad, que me parece que es un asunto que a todos nos afecta. A su vez, también habla sobre estas relaciones que tenemos hoy día y que no llegan a nada, en este mundo plástico en el que estamos todos metidos. Cuando escribí la historia la concebí como una película que la pueda entender cualquier persona a lo largo del mundo y con la que cualquiera se pueda sentir identificado.
– Los personajes también parece que viven en una especie de alegoría. ¿Si nos acostumbramos a decirle sí a todo lo que surge desde el poder y el dinero, crees que podríamos acabar como tus personajes o es algo exagerado?
Yo creo que sí podría ocurrir. Hay algo que pasa con el personaje principal, Felipe Mentor, que es que él vive también en un mundo ficcional. Él compró el amor que vende la televisión, las novelas y la publicidad. Su esposa es el estereotipo de una mujer bella e ideal y habla un poco de eso también la cinta: sobre lo que nos venden y estas modas que aparecen y que uno de alguna manera empieza a vivir creyendo que ése es el objetivo de nuestras vidas, llegar a lo que te muestra la publicidad en las pantallas. Es bastante ridículo el sistema pero bueno, estamos metidos un poco en ese mambo todos, creo yo.
– Otra de las contradicciones de Felipe, el protagonista, es que él afirma que es un hombre con ideales y sed de crecimiento cuando más bien parece todo lo contrario si nos fijamos en ciertos detalles de su actividad como gerente de la empresa. ¿Otra paradoja más de su visión de nuestra sociedad?
Sí, lo que pasa es que a veces las contrariedades humanas aparecen siempre y todo el tiempo. Creo que Felipe es un personaje que vivió tratando de crecer él económicamente y teniendo su poder. La película arranca con él que está a punto de firmar un contrato con un personaje que parece ser otro empresario igual que él, que si vos ves el detalle en la escena del restaurant que pasa a los diez minutos de película, el empresario está sentado con una chica que luego aparecerá posteriormente en el teatro donde a él le ofrecen cinco mujeres. Éste es un detalle que se puede ver o no, pero desde mi visión como director fue adrede para justamente marcar que este empresario está en la misma historieta que él, con esta corporación en la que él paga para tener el amor ideal con las relaciones que ellos pretenden controlar.
A su vez, el control y la obsesividad también aparecen como tema y como eje fundamental en la película: nuestra necesidad de querer tener la vida en control, que es un poco lo que todos los seres humanos pretendemos tener. Creo que mucha gente piensa que con el dinero todo puede ser controlado, y en efecto, como decís, este personaje, Felipe, está totalmente equivocado desde tu punto de vista y para mí también es así.
– Con ese control que decías, nadie se puede oponer a ciertos clichés sociales y hay un pequeño detalle en la película sobre una milanesa fría en el que se ve que alguien que hace algo de una manera diferente a como lo hace la mayoría, puede ser considerado como un loco también. ¿No es así?
Exactamente. Hay varios momentos así en donde marca un poco esta cosa de la locura generalizada en los demás. Casualmente otro periodista me preguntó por qué Felipe Mentor rompe las reglas cuando él es tan estricto para el prójimo, y yo creo que eso es algo muy humano, esa rigidez con los demás, pero uno debe tomarse el atrevimiento de quebrar, pasar la línea. Aquí como sociedad se ve todo el tiempo. Todo el mundo opina y dice cómo deberían ser las cosas, pero ninguno cumple lo que dice y creo que Mentor hace eso. Él tiene que acatar normas que le impone la corporación, las reglas, seguir un contrato, pero éste a su vez rompe esa línea y quiere más que eso, justamente por esa idea de que él tiene el control absoluto de las cosas. Con el dinero que maneja, él piensa que todo se puede comprar y también ese es un detalle que aparece en un momento con su empleado en la oficina donde le pregunta sobre los honorarios del abogado de la persona que le está haciendo el juicio para intentar pagarle más, y ese dato ya te está mostrando cómo es Mentor y cómo piensa.
– Es muy interesante el desempeño de los actores en conjunto que consiguen darle credibilidad a esta historia. ¿Cómo fue tu trabajo con ellos?
Básicamente, al hacer una película trato de trabajar con actores que, aparte de que den para el personaje y para lo que uno se imagina que son esos personajes, sean humanamente cálidos y personas con las cuales se pueda trabajar correctamente, que no sean estrellas ni pretendan tener un motorhome privado para filmar una película. Me fijo mucho en eso, más allá de sus dotes actorales.
Trabajar con Osmar fue un placer porque es una persona muy humilde. Yo lo he visto mucho en teatro, quizá más que en películas argentinas porque él más allá de que aquí tenga un nombre, todavía no es un actor reconocido en cine como pueda ser Ricardo Darín o Julio Chavez. Osmar Núñez, a mi modo de ver, hizo que el personaje crezca muchísimo porque cuando yo escribí la historia, pensé en el personaje como protagonista pero también como el de un gran antagonista ya que es un tipo que puede llegar a ser despreciable y Núñez logra que el espectador se comprometa con él, que se identifique. He visto mucha gente emocionada al final de las proyecciones en Mar del Plata por lo cual yo creo que hemos logrado un buen relato, junto con él y con el resto del elenco que están todos impecables.
Moro Anghileri, que es su mujer Luz, y Sergio Boris que es el marido real de ella en la película, para mí tienen momentos que son muy fuertes.
– También aparece en una escena de «La Corporación» Federico Luppi, y creo que ahora él radica en la Argentina y no está tanto en España. ¿Fue eso positivo para contar con él en el rodaje?
Cuando yo fui a hablar con Federico, con quien tuve una muy linda charla en su casa porque le había gustado mucho la historia y quería participar en la película, creo que entre ese momento y el inicio del rodaje, él viajó un par de veces a España con su mujer. Hoy día no tenemos un contacto tan continuo, pero si me preguntas yo te diría que está viviendo aquí y que suele viajar mucho para allá.
– Precisamente el teatro donde él sale se llama Margarita Xirgu, que es una actriz catalana que se exilió al Uruguay y a quien se le tiene mucha estimación en Cataluña, y en la película se nota un esmero en lo que son las locaciones. ¿Te llevó mucho tiempo encontrar los sitios ideales para el rodaje?
Nosotros tuvimos cinco semanas de rodaje para la película y antes que eso, cuatro semanas de pre-producción. Yo lo que le pedí a mi productor es tener un jefe de locaciones que empiece ya a buscar esos lugares desde antes de las cuatro semanas de pre-producción, porque ése es muy poco tiempo y aquí las películas suelen emplear ese rango de duración para esa tarea concreta. Ten en cuenta que en esas cuatro semanas hay que armar toda la película y a veces te quedas corto con ese tiempo de buscar emplazamientos.
«La Corporación», más allá de que es una película entre chica y media, no es grande para nada, tiene muchas locaciones, unas catorce, y a veces conseguir la ubicación ideal cuesta mucho porque aparte de lo que uno va a ver como espectador, tiene que analizar también la comodidad y el espacio para los tiros de cámara. Hay muchas cuestiones a tomar para elegir una locación.
El Margarita Xirgu, que vos nombraste, es un teatro que a mí me parece encantador y bello; donde pongas la cámara tenés un hermoso encuadre y creo que también ese clima, ese rojo que tiene esa sala, me parece que juega a favor de toda esa situación que creo que es bastante climática más allá del humor negro de la película, como también sucede en la locación de la casa del personaje de Sergio Boris que es la casa real de Luz y que también tiene un corredor rojo que le da un aire de ensueño y de pesadilla, por lo menos a mi modo de ver.
– De las anteriores películas que has hecho, creo que alguna estuvo co-dirigida y que tienes algún proyecto con Nicanor Loreti, quien también estrenó en España «Diablo». ¿Te considerabas encuadrado en lo que es el cine de terror?
En Argentina muchos me catalogan de que soy un director de cine de terror y que «La Corporación» es una película extraña dentro de mi filmografía. Yo creo que no es así. A mí me gusta el cine por demás y contar una buena historia más allá del género, y mis primeros cortos fueron de género fantástico con una primera película de terror que se llamó «Mala Carne» (en Estados Unidos es «Llamada carnal») y luego rodé otra historia que es como una especie de policial erótico muy independiente llamada «Celo». Mi tercera película fue «Malditos sean» en co-dirección con Damián Rugna que hace poco la proyectaron en España en un ciclo de Semana de Cine Fantástico.
La película que co-dirigí con Nicanor Loreti es «Socios por accidente», que todavía no se estrena porque estamos ahora trabajando en la posproducción y estará en los cines en junio o julio de este año.
©José Luis García/Cinestel.com