«B», la película con los magníficos Pedro Casablanc y Manolo Solo

Estreno en España el viernes 18 de septiembre
No es una imitación que parezca una parodia. El debut en la dirección de David Ilundain refleja en pantalla la sorprendente presentación de un mago de la actuación, el actor Pedro Casablanc, que borda con mucha precisión un personaje conocido de la política española, el ex-tesorero del Partido Popular procesado por corrupción, Luis Bárcenas. El andaluz Manolo Solo incorpora al relato otra soberbia interpretación encarnando al juez de instrucción Pablo Ruz durante la vista que se llevó a cabo el 15 de julio de 2013. El texto de los diálogos deriva primero de la transcripción literal de lo dicho ese día, tal cual figura en las actas, y en segundo lugar de una obra teatral homónima representada durante todo un año en el Teatro de Barrio de Madrid y dirigida por Alberto San Juan. El principio del film es el propio de una película tipo thriller: Bárcenas lleva 18 días en prisión y ha decidido cambiar su declaración.
A petición de su abogado, la vista ha sido convocada por ese motivo y se le piden pruebas de que era habitual el pago de «salarios complementarios» a distintos cargos del partido. El interrogatorio auténtico duró cinco horas en una especie de despacho extendido, una minisala en la que cabían unas 20 personas, pero en la película ese tiempo se condensa en 78 minutos al haber eliminado ciertas reiteraciones (preguntas iguales o similares de distintos abogados con respuestas idénticas o semejantes de Bárcenas) que no aportarían nada nuevo y le habrían provocado una monotonía que por suerte el relato no tiene.
«B» es una película que se sigue muy bien, donde no hay nada inventado, y cuyas asombrosas interpretaciones de los actores te hacen olvidar por completo que se trata de una recreación en la ficción de todos ellos, logrando una mirada como si el espectador estuviera en el interior de esa sala. Los actores apenas se mueven de su sitio, y se llega en algunos momentos a emplear al mismo tiempo hasta tres cámaras al hombro distintas que logran guardar cierta distancia con cada uno de los intervinientes. El tratamiento del conjunto es también bastante austero porque todo el filme se desarrolla en esa misma sala y desconocemos lo que ocurre fuera de ella.
En especial el trabajo de Pedro Casablanc es portentoso, -no en vano estuvo un año interpretando este mismo papel en el teatro- y se percibe un gran trabajo de «transformación» suya en Bárcenas, con mucho conocimiento de a quién hablar o mirar, cómo hacerlo y en qué pensar en cada momento para gestualizarlo. Aquí el actor se ha adueñado por completo del personaje y lo ha hecho suyo.
La oportunidad de dedicar un film de este tipo a un tema del que se habla reiteradamente en los medios, sugiere igualmente que habrá espectadores que no tienen la costumbre de acercarse al cine a los que les pueda interesar sumarse a los cinéfilos, a quienes les fascinará ver estas actuaciones del juez y el imputado que están de Goya.
©José Luis García/Cinestel.com