«Cemetery of Splendour»; sugerencias oníricas y habladas

Sobre un cineasta que siempre aplica estructuras narrativas únicas que se salen de lo común, cabe esperar y se intuye una muy posible reacción gratificadora para el público más cinéfilo, máxime cuando el director de «Cemetery of Splendour» ha trabajado siempre distanciado de los rígidos y estrictos límites del sistema que aplican los estudios de cine de su país, Tailandia. Apichatpong Weerasethakul convierte sus historias mágicas en objeto de culto gracias a la libertad que ofrece en los subtextos de sus obras. A los temas recurrentes a los que acude, como son los sueños, la naturaleza y la sexualidad, esta vez añade una predisposición dialogante en sus personajes acerca de cuestionamientos sobre el poder, sin que por ello abandone su estilo impresionista y colorista habitual con imágenes captadas por la cámara del mexicano Diego García, quien acostumbra a rodar los planos de los filmes de Carlos Reygadas.
Aquí una antigua escuela se ha transformado en un hospital para soldados convalecientes de la guerra que sufren una rara enfermedad del sueño. Jenjira Widner es una cuidadora del lugar que dedica una especial atención a Itta, un joven militar que no está recibiendo visitas de sus familiares. Igualmente aparece Keng, una medium con poderes para hacer que los pacientes en estado de coma se comuniquen con la familia. Y los médicos también exploran maneras, incluyendo terapia con luz de color, para aliviar los síntomas de los pacientes durante su descanso.
Jenjira descubre unos extraños escritos y dibujos de planos, al tiempo que alguien le revela que puede haber una conexión entre el síndrome enigmático de los soldados y un antiguo lugar mítico que se encuentra debajo de la clínica. Magia, curación, romance y sueños se conjugan para que Jen pueda alcanzar un mejor conocimiento de sí misma y de todo lo que está a su alrededor.
«Cemetery of Splendour» es una película sin certezas, pero que cuenta mucho a través de las conversaciones y de metáforas como la de la excavadora, que ponen en cuestión los mecanismos de poder (gran final en un campo de fútbol), y muchos temas de nuestra realidad cotidiana como la salud, la comida, esa concepción de la espiritualidad que lo deja todo a un posible don divino frente a los dones y talentos que pueda tener cada persona, algunas leyendas que nos intentan insuflar el miedo, y aquellos hábitos que sufren transformaciones que van acompañadas de conexiones emocionales.
©José Luis García/Cinestel.com